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defensa para tener ocasión de at;lcar a mansalva y a la somo bra de nuestro nombre al partido cuadrista, punzando el amor ropio de don José Joaquín, con objeto de abrir una profun–
~a dhisión entre los señores Quadras y nosotros, y aun aho· ra a pesar de su antagonismo con los Pasos y Jarquines ellos
fo~entan las pasiones de éstos, los exaltan y provocan a la rebelión, a extremo de auxiliarlos con dinero para armar el escándalo de aquella serenata en que echaron mueras al Có– digo al Gobierno y a varias personas.
, '''Hoy, pues, que se han convencido de que tú no serás candidato, por resistirlo tú mismo y por la cuestión de deli· cadeza en el Gobierno ofrecen su apoyo para otra candida· tura cualquiera con el mismo fin de llevar adelante el espíri– tu de división. Yo no tendría confianza en esos jóvenes, ni "un cuando lisa y llanamente ofrecieran coadyuvar con el P'artido, en cuyo caso sería impolítico rechazarlos, porque temería quisiesen aprovecharse de la confianza que inspira– ran a nuestros partidarios para realizar el plan que vienen persiguiendo, de apoderarse de los cuarteles, y que por lo menos saca¡:;en ventajas de su asociación con nosotros para continuar en su empeño de engrosar su circulo con siniestras miras ulteriores, corno sucedía en el Club donde ganaban prosélitos a la sombra del partido que atacaban.
"Mucho menos pueden inspirarme esa confianza con el apoyo que ofrecen a la candidatura Carazo, candidatura que,' aunque enterarneonte satisfactoria para nosotros y algunos amigos, es fuertemente rechazada por una gran parte del Par– tido Con~,ervador. Si nosotros, cediendo a un sentimiento de personal simpatía, nos fijamos definitivamente en la candi– datura Carazo, son incalculables las funestas trascendencias del mal efecto que produciría en el Partido el que apareciera una candidatura peculiarmente nuestra con el apoyo decidido de los Guzmanes y de otros elementos que inspiran poco res– peto y confianza a la sociedad. Bien conoces las quisquillas y susceptibilidades rle lluestros partidarios, y las inevitables defecciones que efectuaría una alianza inconsulta por un pen– samiento objetable, vendrían a justificar las de los conserva– dores chontaleños y granadinos que han tenido la audacia de ech'arme en cara desvío de los antiguos principios tan sólo por haber tratado con consideración a los antiguos oposito– res.
"Todos estos peligros desaparecen haciéndose por nues– tros hombres la proclamación de una candidatura intachable (en cuyo caso no podrá evitarse el acoger con gusto a los di~
sidentes que quieran suscribirla, aunque tengamos la íntima convicción de que adhieren de mala fe y con la esperanza de asegurar un golpe). (146) .
"Me parece, pues, de todo punto necesario desistir de la candidatura Carazo, aun cuando le den su apoyo los señores Cuadras, porque ellos no poddan, aunque se esforzaran, con– tener la acción deletérea que se desarrollaría con el nombre de Carazo. López y otros proclamarían a don José Joaquín, cuyo nombre sería realzado con el acto de abnegación de sus– cribir por otra candidatura, y gran parte del Partido, sino todo, sin excepción de los rivenses y amigos particulares y apreciadores de porvenir, suscribirían a esa candidatura; y nosotros, sin saber a qué horas, nos veríamos combatiendo a nuestro propio Partido, y favoreciendo a los Guzmanes y a su circulito de esta ciudad, donde Carazo no tiene votos en el Partido Conservador.
"Como el plan del Partido en las presentes circunstancias debe tender a darle unidad, debemos esforzarnos en que la proclamación que se haga de la candidatura presidencial sea aceptable a la mayoría del mismo, y pensando y volviendo a pensar, y rebuscando en mi mente al hombre que pueda salvar sin dificultad la presente crisis electoral, ya que, por
des~racia los miserables pasquineros han engrendado preocu– pacIOnes contra el nombre honorable de don José Joaquín
qu~dra, uo veo otro que pudiera conducir a un resultado sao tlsfactorio, sino es el señor don Vicente Quadra.
. "Sin embargo, el Partido debe reuuirse y discutir este
~l11po~tante asunto, y si le halla otra solución que prometa
l~entIcos resultados, debe cantar con el apoyo moral del Go– bierno cuyos miembros pertenecen a ese Partido. "Soy, como síempre, tu afectísimo servidor,
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(146) Lo que Va entre paréntesis aparece tachado en el borrador de la
carta: p,ero lo restablecemos para quP. se vea i:ntegro el pensaluiento de su
~utor. El borrador de esta carta se guama en el archivo del Dr. Pedro oaqum Chamarra.
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w primero que se deduce de esta carta es que el método para designar un candidato del Partido Conservador entonces en el poder, no era por la sola imposición del gobernante sino por la decisión de la mayoría directora de sus miembros: El Presidente Chamorro, como parte de aquella agrupación política, aconseja unidad y examina a los más adecuados pa– ra el cargo, dando poderosas razones en pro y en contra de algunos de ellos. Con justicia no quiere que salga un can. didato que la oposición ha tomado como bandera, pues los amigos tendrían motivos fundados de acusar al Presidente conservador de estar en lucha contra su propio partido, y justificar los cargos que ya le habían lanzado en ese sentido. Luego, hay que pensar en la unidad de las filas y que el candidato sea intachable y aceptado por la mayoría. Repug– naba al señor Chamarra tener que emplear la violencia para dejar un sucesor que fuera garantía de las ins~ituciones y continuara la obra de progreso por él iniciada.
Continuemos viendo las iedas del gobernante sobre el fu– turo Presidente de Nicaragua para el período de 1879 a 1883. Algo más hay sobre esto en la siguiente carta:
"Managua, diciembre 4 de 1877.-8r. Dr. D. Rosalío Cor-tés. Masaya. . "Muy apreciado amigo:
"Con placer he recibido su grata de 23 del mes anterior, contestación a la mía del 19.
"La franqueza con que Ud. me habla respecto de candi– daturas, me autoriza para ser yo también explícito con Ud. sobre este punto.
"Entretanto de lleno, diré a Ud. que mis simpatías para la Presidencia están por los señores don Vicente Cuadra, co– mo candidat.o interno, y don Pedro Balladares como candida– to externo (117) el primero Como un sujeto cuya honohabili– dad y antecedentes son conocidos dentro y fuera del país; y el segundo, como un patriota que no vaciló en abandonar sus intereses y familia por venir a compartir con nosotros los peligros de la difícil situación que atravesó el país en el año próximo pasado.
"Por tanto desearía que esas candidaturas fuesen acogi';. das por la generalidad; pero si los pueblos se inclinasen a otros del Partido, como los señores D. José Joaquín Cuadra, Zavala, Cárdenas, Carazo, o don José Chamorro, de quienes ya se habla,. me serían también aceptables, conceptuándolos como muy dignos del alto puesto a que se les llama. Respecto del Gral. Zavala, tiene para mí el inconvenieu– te de ser mi socio, y tanto por un sentimiento de delicadeza como por mis particulares interses, que con sus separación sufrirían, no podría yo contribuir a generalizar los trabajos por su candidatura, si bien tampoco le haría oposición, con– vencido como estoy de sus relevantes cualídades para el Go· bierno. A este propósito, pésame no estar de acuerdo con Ud. en que Zavala tenga el inconveniente de no ser muy cató· lico. El tiene sus ideas avanzadas como las tenemos muchos conservadores que, sin embargo, somos católicos, y aun cuan– do pudiera en ellas haber alguna exageración, bien sabido es que un hombre prudente como es él, sabe en el poder atemperarse a las circunstancias y a la condición de los pue– bios, palpando allí lo irrealizable que son en la práctica mu– chas brillantes teorías.
"Estoy de acuerdo con Ud. en la conveniencia de buscar un candidato occidental. Esta es también idea de los seño– res Cuadras. Por eso hemos hablado del señor don Pedro BaUadares, no conviniendo con Ud. en el señor Montealegre por su muy avanzada edad, que no le permitiría soportar las fatigas de un destino que, como Ud. sabe, es tan penoso y di– fícil.
~147) A lUUllCl'a d~ ilustración y para que se entiendan bien las palo.~
bl'ilH del Sr. Uhamarro, daremo31 la siguiente explicación. Las elecciones eran indirectas. Los votantes de cada cantón electoral elegían a ]08 elec–
toreH entre los ciudadanos del distrito; estos electores formaban juntas de distrito para elegir al Presidente de la República y a los diputados. Las
junüu; de depnrtan1ento. nombradas por las de distrito, elegían a 108 sena– dores. El Al t. 21 de la Constitución vigente en aquella época, dislJonfa.: "las juntas de distrito sufl'agarán en acto separado para este d,tstino (el de Presidente) por dos indh iduas, de los cuales uno debe ser vecino de otro
departamento de aquel en que se eligoe". Al candidato del departamento se Je llamaba interno, y al otro. externo. El verdadero eandidato 10 desig–
naba el Pal-tido, y por él sufragaban todos los electores de los diversos distritos, y dividirun el otro voto dándolo a los candidatos de los diversos departamentos Como el objeto de este candidato era de pura fórmula, se le llamaba de zacate. Así por ejemplo, supongamos que A sea el candidato
de 11n partido, En León sufrag'al án por A y por otro candidato vecino del departamento que llamaremos B; eu Granada votarán por A y por C (can– didato del departamento); en Chantajes por A y D (candidato del departa– mento) ; etc. De este modo A se llevaba todos los votos de su partido.
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