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los Alcaldes con culpable indiferencia, lo que daba as– pecto de anarquía al desorden.

Las inquietudes que en esas mismas fechas pro~.

venían de la amenaza inglesa, hacían exclamar al pe· riódico el "Registro Oficial", órgano de la adminis– tración: "Nuestro silencio ya es criminal; la inten. ción de los especuladores ingleses está puesta en ac– ción; conjuremos a los nicaragüenses, conjuremos a los centroamericanos para que dejen de matarse unos a otros y guarden su ferocidad para los ofensores del territorio de la República".

E'stas patrióticas palabras se perdieron en el de– sierto de las pasiones políticas, ya que por fin los conatos de guerra civil produjeron sus dañinos frutos. Para impedir que estos desórdenes tomaran cuer– po, el Coronel José María Valle, alias CheIón y Berna– bé Somoza habían sido confinados, el primero a San Juan del Norte y el segundo al Castillo Viejo como sindicados de conspiradores; pero el uno con su guita. rra y el otro con sus canciones, se captaron las sim. patías de sus custodios y pudieron escapar. Huyeron a La Unión; Somoza se incorporó al ejército salvado reño, y allí los coquimbos Cabañas y Barrios, los fa· vorecieron con algunas armas, con que vinieron a in–

cendiar de nuevo la guerra civil en Nicaragua. El 22 de julio el Chelón, acompañado de Guada– lupe Lagos, alias Diablo Blanco, José María Romero, alias Chiringo, un tal tElera y BIas Muñoz, asaltó el cuartel de Chinandega, desconoció al gobierno de San. doval, obligó a algunos miembros de la Municipalidad a firmar una acta en ese sentido, inculpando al Esta– do de los males que trajo la invasión de Malespín, como si de ella no fueran responsables los mismos coquimbos, que ahora enviaban esta otra; se apropió la facción de los fondos Públicos, exigió a los vecino.s sumas considerables de dinero; y habiendo aumenta– do el número de sus secuaces con las armas captura. 1as, marchó a León a darle el asalto. Atacó esta pla– za !el 26 del mismo mes; pero ya estaba listo el go– bierno con un ejército al mando del Gral. José Trini– dad Muñoz. El Chelón sufrió tremenda derrota. El otro compañero de Valle, Bernabé Somoza, ha. bía sido destinado a operar por el lado de Managua. Inmediatamente que el gobierno supo el trastor. no de Chinandega, decretó el estado de sitio para aquella ciudad, el Supremo Director se puso a la ca– beza del Ejército, y resolvió trasladarse con los Su. premos Poderes a la villa de Managua y a otros luga. res del Estado en calidad de visita.

Es posible que entonces no haya efectuado el tras. lado, porque Bernabé Somoza logró sublevar a los pobladores de la villa y que se declararan a favor de la facción. Dueño Somoza de la plaza, desconoció al gobierno, impuso contribuciones, reclutó soldados, ejerció toda clase de violencias, sin excluir el fusila. miento de un pobre zapatero llamado Aurelio Jarquín que carecía de significación politica y social, tan sólo por haberle reclamado un caballo de su propiedad. El Director Sandoval destacó de Masaya al Gral. Severino Lacayo con 600 hombres. El 6 de agosto de– rrotó a Somoza y lo sacó de Managua.

En esta ocasión ocurrió la muerte de Juan de Dios Matus. Entre la familia de éste y Somoza había agra. vio personal. Ambos decidieron zanjarlo en singular combate, frente a ambos ejércitos, como en los tiem– pos de la heroica caballeria. Los jinetes tomaron cam– po; Y luego, lanza en ristre, se fueron el uno para el 'otro, a todo el correr de sus corceles. Somoza, más diestro y fuerte, ensartó en su lanza a Matus. El Chelón, que había sido derrotado otra vez en León el 31 de julio, llegabª a los alrededores de Ma· nagua, buscando juntarse con Somoza, precisamente el 6 de agosto, día del la derrota de éste. Se organizan de nuevo en Mateare y deciden dar por la noche un asalto de contra-ataque a Managua. Lo efectúan, pero resultan otra vez derrotados. Valle se repliega a Chi-

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nandega, su cuartel general, ofreciendo pagar a sus soldados '-dice el "Registro Oficial"- con "el robo y saqueo de los caudales de ciudadanos honrados". Mientras tanto el gobierno, cansado ya de sufrir la anarquía suscitada por los coquimbos, determinó tomar medidas contra ellos. Llamaban "coquimbos" a los herederos del espíritu revoltoso del Gral. Mora. zán, que después del fusilamiento de este caudillo en la plaza de San J'Üsé el 15 de setiembre de 184Z" ha. bían salido de Costa Rica en el barco "Coquimbo" de donde les venía su apodo. ' Hemos visto aisladamente la obra anárquica de estos trastornadores, más como ellos, serán los causan. tes de la guerra que se hará a Fruto Chamorro en

1854, es~ oportuno dar una rQseña de sus hazañas re. volucionarias, a fin de que podamos apreciar mejor las causas de aquel trastorno que culminaría COn la traída de filibusteros.

Los coquimbos persuadieron a Casto Fonseca co. mo hemos dicho, de que atacara al Presidente Ferrera de Honduras, aun a riesgo de comprometer la Con– federación, por la cual decían luchar y con la que al fin acabaron. Ellos provocaron las venganzas de Ma· lespin y de Ferrera, que se lanzaron contra Nicara– gua en una guerra estéril y cruel. Barrios y Caba– ñas persuadieron a Guzmán, Vice-presidente salvado– reño que declarara la guerra a Honduras en 1845. Dos de ellos, Miguel Alvarez Castro y Máximo Orellana, fueron expulsad'os de El Salvador por estar fraguando guerra entre dicho Estado y Guatemala. Cabañas y Gerardo Barrios, éste últ~mo Gobernador del Depar– tamento de San Miguel, armaron la facción de Valle para que viniera a encender de nuevo la guerra civil en Nicaragua. En julio, Cabañas mismo se embarcó en La Unión con tropas para invadir a Nicaragua por el puerto del Tamarindo, dando lo esperaba el rebel– de Diego Dávila, alias Cabulla. Pero el Gral. Santos Guardiola le sale al frente cerca de la isla del Tigre; el barco de Cabañas huye y se refugia en La Unión' hasta allí lo persigue Guardiola y logra avanzarle ei armamento.

A los coquimbos se refiere el "Registro Oficial" cuando los describe así: "y no saciados de los desór– denes interiores, a la manera de tigres sanguinarios todavía hambrientos, se lanzan sobre los ,Estados veci– nos, desgarrando a sus hermanos, arrebatando las pro– piedades y candales públicos, y escandalizando al mun. do todo con los más horribles, asesinatos y espantoso brindagaje" .

Según el Ministro de la Guerra, Lic. Lino César no había habido una sola revuelta en Centro América desde 1840 que no hubiese sido fomentada, promovida o protegida por los coquimbos.

En vista de esto, el Director Sandoval se vio obligado a decretar el 9 de agosto de 1845, que no ha– bría asilo en el Estado de NIcaragua "para los que pero tenecieron a la última facción (la de Costa Rica) acau· dillada por el Gral. Morazán". Las razones que adu. cía el Director eran que los coquimbos se habian con– vertido, no sólo en enemigos del Estado, sino de toda la República; y que dondequiera que ellos existían, o tenían relaciones, allí estaban "el desorden, el exter– minio y la muerte". Por otra parte, no sólo en Nica– ragua se les trataba así; en los demás Estados, con ex– cepción de El Salvador, se les negoaba acogida, no obstante que en dicho Estado promovieron un alza. miento para derrocar a Guzmán y poner en su lugar a Cabañas, de que resultaron muchos asesinatos (1), El 17 de agosto Muñoz derrotó completamente a Valle que se había acuartelado en Chinandega. En este combate resultó pasado de una pierna el Capitán Máximo Jerez, que militaba a las órdenes de Muñoz. Valle y sus secuaces se refugiaron en las vecinas mon– tañas de Honduras, esperando mejor ocasión para vol. ver sobre su desdichada patria.

Desde allí emprendía expediciones sorpresivas y

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