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CAPITULO 6

NICARAGUA DESPUES DE LA GUERRA DE MALESPIN

l.-Estado caótico. 2.-Facciones y facciosos. 3.– Fruto Chamorro, Ministro de Hacienda. 4.-8ubleva. ción de San Juan de Limay. 5.-Facción de Bernabé Somoza. 6.-La Dieta de SOllSonate.

l. ESTADO CATOLICO

De acuerdo con nuestro plan, debemos detener–

noS una vez más a contemplar el cuadro desordenado que presentaba Nicaragua después de la guerra de Malespín, porque él contribuía a fijar en la mente de Fruto Chamarra la necesidad de su remedio.

Ante hemos explicado el origen de aquella gue– rra' ahora añadiremos que también en el interior del paí; hubo levantamientos contra el despotismo del Gran Mariscal Casto Fonseca, lo que dió aspecto de guerra civil a la contienda. Por esa causa, la con– clusión de la guerra de Malespín, no puso término a las desgracias de Nicaragua.

Los granadinos ofrecieron a Casto Fonseca su apoyo cuando estaba sitiado en León, bajo ciertas con diciones de mejorar el régimen; pero el Gran Mariscal contestó que el gobierno no pactaba con rebeldes, que los granadions procedieran como mejor les pareciese, que él se reservaba darles el castigo merecido. Los granadinos tuvieron que arreglarse con Malespín pa– ra deponer cuanto antes un gobierno que no admitía otro remedio.

Esta circunstancia, los desastres que el asedio oca. sionó a la ciudad de León, las crueldades que Males– pín cometió con los vencidos, los descontentos que sus. citó el reparto de empleos despl1és de la victoria, de. jaron rescoldos de inconformidad y odio que bien pronto se manifestaron en alzamientos sin progTama, con todos los aspectos del más crudo bandolerismo; y

como si esto no fuera suficiente, fue entonces cuando los ingleses descubrieron sus maniobras para apode. rarse de la Costa Atlántica y del puerto de San Juan del Norte.

Lo primero que se resintió profundamente fué, desde luego, el tesoro público. IEl Ministro Lic. José María Estrada del gobierno que se instaló en Masaye: para oponerlo al de Pérez y Fonseca, informaba en su Memoria al Congreso que "sin un medio real siquiera encontró al Ejecutivo las arcas públicas del Estado al tiempo de tomar posesión de su destino".

Los abusos de Fonseca y la guerra lo habían con– sumido todo, a tal grado que. para acudir a las ne– cesidades más perentorias, se lanzó una empréstito vo– luntario que luego hubo de convertirse en forzoso, por. que nadie proporcionaba dinero. Las rentas produ– cían muy poco, y las pingües del tabaco, se hallaban hipotecadas a los ingleses Manning y Glenton, y se les comprometía cada vez más; los empleados públicos estaban a medio sueldo desde diciembre del año an– terior; el recargo de los derechos marítimos sólo ha– bía resultado en aumento del contrabando, siendo los extranjeros los que más se aprovechaban; la renta del aguardiente apenas producía de tres a cuatro mil pe sos al año, mientras que Costa Rica, con la tercern parte de la población de Nicaragua, sacaba de ella cuarenta mil esos; el malestar público se reflejaba en la sociedad y en la familia, donde la infidelidad con. yugal no era el menor de los males. Los delincuentes pululaban en las ciudades y en los caminos, alentados

POi" la lenidad de los jurados o jueces de conciencia, a tal punto que fué menester suprimir esta manera de impartir justicia.

Refiere el viajero escocés Rob~rt Glasgow Dun· lop que los nicaragüenses, considerados antes como los más pacíficos e industriosos de Centro América,

se habían convertido ahora en los más bochincheros. El asesinato era muy frecuente, porque casi no lo cas– tigaban las autoridades, y eran los parientes de la víctima quienes se encargan de vengarlo. Al princi– pio, Mr. Dunlop sentía repugnanciaante los frecuentes relatos de crímenes cometidos fríamente; pero tantos oyó que -añade-, llegaron a no parecerle "extraños ni ajenos a la vida ordinaria".

El escritor Pedro Francisco de la Rocha atribuye esta descomposición en gran parte a la despótica y arbitraria administración de Manuel Pérez supeditada a la voluntad del Gran Mariscal Casto Fonseca.

2. FACCIONES Y FACCIOSOS.

Cuando Malespín se puso a la cabeza del ejército con que invadió Nicaragua, depositó el Poder Ejecu– tivo de El Salvador al Vice-Presidente, Gral. Joaquín Eufracio Guzmán. Antes de la toma de León, escapa. ron de aquella plaza los generales José Trinidad Ca– bañas y Gerardo Barrios, cal'santes de la guerra; -y cuando llegaron a San Salvador persuadieron a Guz– mán de que declarase depuesto a Malespín. Así lo hizo el Vice-Presidente salvadoreño, pero esto provocó un malestar entre El Salvador y Honduras, pues el últi– mo declaró bajo su protección al Presidente derroca– do. Honduras pidió -ayuda a Nicaragua, más ésta la negó y declaró rotos sus compromisos con Malespín porque él los había violado antes.

El estado de guerra repercutió en Nicaragua, don. de, desde el mes de marzo se hacían sentir los efectos de los facciosos que quedaron armados después de la toma de León, a que contribuía la escasez del erario para mantener guarniciom~s en los pueblos lejanos. Un tal Francisco Sancho inquietaba desde Somo– to, y los indios de Matagalpa bajo el caudillaje de unos hermanos Alvarez, cometían robos y toda clase de trapellos contra los "ladinos", continuando así la perturbación que agitaba aquel departamento con una lucha de castas desde la administrción de Pérez y FOll. seca.

Recrudeció el malestar la elección para Director Supremo recaída en el granadino José León Sandoval. Fue proclamado electo el 4 de abril de 1845 en Masa. ya, y aunque se negó a aceptar y renunció reiterada– mente, presintiendo las dificultades, fue obligado a tomar posesión sin tardanza. Dice un autor que lloró ante el sacrificio que se le exigía.

Sandoval dictó algunas medidas para afrontar la situación; una de ellas fue decretar un empréstito for– zoso, inconveniente sistema de arbitrar fondos, sólo explicable por los extremos a que había llegado la ex– hautez del tesoro y la necesidad de hacer frente al desorden. Otra medida más sensata fUe el decreto del 10 de mayo de 1845 de amnistía general, con ex. cepción de los oficiales de Teniente Coronel arriba que hubiesen violado la Constitución.

A pesar de eso, el espíritu revoltoso sigllió ma– nifestándose en diversos sectores del país. En León fracasó por dos veces una conspiración en: el mes ju. nio. En Managua, con pretexto de venerar la imagen de un santo se excitaba al trastorno; y por la noche, el encuentro con las rondas dejó dos muertos y varios heridos. Tanto estas perturbaciones como las que hu– bo en Chinandega en el mismo mes, las contemplaban

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