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La protecci6n a las investigaciones de la Bibliogrclfía debe ser una necesidad nacional en oquellos países que en olio no ven un campo de trobajo que exige técnica y
que da frutos que no sólo SOL1 soboreados por el estu– dioso, sino que aumentan la verdadera riqueza. Gra– cius a ella irán mostrimdose a la luz las joyos de oque–
1l~5 mentes que trabtljaroll calladaMente, acaso sin dis– ciplino, pelo atesoraron noticios y experiencios que los reinvindican porque con ello dieron honor a su país, Héroes mognificos que buscabon una América me– jor -uno América más conocida y comprendida, y, por lo mismo, méls clmac.kl- fueron nuestros grandes maes– tms José Toribio Medina y Joaquín Gorcía Icazba!ceto, cuyo: lección es perdurable, ejemplar y a quienes rendi– mos homenaje pOI' sus profundos conocimientos y como ilustres próceres del estudio. Héroes, Nicolás Le6n -el gran bibliófilo mexkgno--, el podre Vicente de P. An– c1rode, René Moreno, Ezequiel Uricochea, el de la mapo– tecc! colombiana; Carlos M Trelles, el de la estupenda Bibliografía Cubana Cenaro Estrada, cuya labor cmi– modora le ha erigielo sólido prestigio en los treinta y un volúmenes de la serie Monografía Bibliográfica Mexica· nas Héroes callados, José Marío Lafragua y Barto[om6 Mitre, I:frGin G. Squier y José María Vigil, Brasseur de Uourbourg y AI~redo Pinar, Luis González Obregón y Ge– nmo Gorcía, el Conde 1(1 Vizaña, bibliógrafo de- la Lin– güística Americana y el gral1 biblógrafo y librero cota–
lém Antonio ParClu y Dulcet, cuyo Manual del Librero Hispanoamericano es un monumento imperecedero; to– dos los bibliógrafos y coleccionistas qUE! nos dejaron rica herencia en los catálogos de sus libros; todos los apa– sionados por la americonística que sclvoron el incunoble plecioso, el ro lleta rarísimo, la hoja volante.
Gracios a ellos contamos con los pilares más firmes
pClla seguir engrandeciendo la gran arquitec.turo que un día -algún día- será [o Bibliografía de la Améri. ca Española que tiene ya fue lites rarísimos en bibliote– cas como la del Congreso, en Washington; [a de Colón dirigida en un tiempo por Charles E. Babock, de la Unión Punamerkano; la de Duke, que tiene lo selección peruo–
na más valiosa; lo de la Universidad de Texas que
ostenta dos ele las colecciones mexicanas más envidio– bIes; la de la Universidad de Stanford, que reclama pri– macía por ser dueña ue materiales únicos para estudiar las Ciencias Diológicas y los fenómenos y problemas de la post-guerra; la de Santiago de Chile, que se ho enri–
quecido con el cauúal que reunió Medino; la de la Uni– versidad ele California, en donde trobajaron con lujosa dignidad esos tres investigodores que se llaman: Hubert H Baneroft, Bebert R. [lolton y Hebert 1. Prlestley; y por último -no la última, sino uno de Igs primeras- la del Middle American Research Department, en la Univer– sidad de Tulane, donde Frans B10m ha reunido las más puras mClterias primas bibliográficas para organizar e interpl elm Itl cultura de los Mayos ..
Reconocemos también la obra reolizado por JgmllS Constantine Pilling y Jefferson R. Spell, cataloganco aquél, todo lo relativo a los lenguas indígenas y estu– diando éste a Rosseai en América y al Pensador Mexica– no y echando las bases de lo hemeroteca literario de México; y la emprendida por Henry Wagner, verdgdero autoridad en libros mexicanos y colifornianos, Irving A. Leonard, Dorothy Schons, George P. Hamond y Carlos E. Castañeda por numerosos monografías y ensoycis; y
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Nathan Von Patten, cuy'os trabajos The public documents of the Mexican states and Federal direcf, The Medcal (j.
teralurel of Mexico and Centrol America y Obstetrics in Mexico in priol to 1600 son modelos de erudición y de método; y Percy Alvin Martin, cuyo Who's who in Latin Americe lo muestra el mejor departomento de Intercam_ bio Universitario, el Harvord Council on Hispanic Ameri– can Stuclies, de la Universidad de Harvard, editando ex– celentes bibliografías literarias de la América Latina, ha venido a dar nuevos derroteros en estas investigaciones.
y nuestra gratitud no puede menos que pronunciar nombres de otros laboriosos que han aportado valores nuevos y siguen enrit¡ueciendo las arcas ele la Biblio– grafía Interamericana: James Alexander Robartson cuya
devoción invencible a estos estudios tuvo su tribuna l11ás
alta en la "Hispanic Americen Historial Review"; y a Philip Lea Phillips, Cecil K. Jones, James R. Child's, Ani– ta I(eer y Jolm T. Vance, ele la Biblioteco del Congreso: el primero por su magnífico arsenal de cartografío; el segulldo por su primer ensayo de bibliogrofías amaricCl– nas; el tercero por sus numerosas indagaciones en la documentación oficicd de los Estodos Unidos de América; la CUClrtCl por su hemerobibliografío cientifico de México;
y el último por la organización de documentos impresos
para la Historia Jurídica. Es justo ofrendar nuestra ad– miración a otros que han entregado lo mejor de su vida en tareo tan ímproba, toles Eduardo Posado de Colom– bia; Santiago ¡{ey-Ayala, Manuel Segundo Sánchez y Vi– cente Dóvila, de Venezuela; Fermín Peraza y Sarauza de Cuba; Modesto Chétvez Franco, elel Ecuador; Jorge Basa· clre y José Toribio Polo, del Perú; Ricardo Donoso y Luis Dobles Segreela, de Costa Rica; Gilberto Va[enzuela, de GUCltemala; Esteban Guordiola, de I-londurClS; y tres maes· tros consumodos: Domingo Figuerola Canedo, de Cubo, y
Juan B. Iguiñaiz y Federico Gómez Orozco, de México En esas laboles se hallan plenomente identificados quienes hocen la "Revisto Hispánica Moderna"; "Brooks Abronk" de la Universidad de OldahomCl; el "Ibel'o-Ame– rjfwnisches Archiv", órgano del Instituto Iberoomericano tle Berlín; Paul Rivat con la "Revista de la Societé des Americanistes" de París; el "Boletín de la Oficina Biblia–
grélficn de lo Universidod Nocional de Córdoba"; el "80–
lelín Bibliográfico" de la Biblioteco Central de la Uni· versidad M¡;¡yor de San Mcncos de Lima; la "Revista de Bibliografío Chilena y Extranjera" de la Biblioteco NCI–
cional de SanNago de Chile; el Boletín Bibliográfico" de la Biblioteco Nacional de Río Janeiro; la espléndida revista boanarense "La literatura Argentina", fundac!a por Lorenzo J. Rosso; "El Libro y el Pueblo" del De– partamento de Eibliotecos de la Secretaría de Educación Pública de México; y la revista "Letras de México" de Octavio G Barrecla. Asi tombién "El Consultor Biblio· gráfico" que J C. del Ciudece editó en Bcircelona y la
Bibliografía General Española e Hispanoamericana pu– blicada por las Cámoras Oficiales del Libro de Madrid y Borcelona.
Todos ellos, bibliógrafos, bibliotecarios, bibliófilos, editores, libreros y cozadores de libros, están íntimomen– te vinculados con el propósito de hacer que lo bibliogra– fía y la Biblioteeomanío eran depositarios de los desti– nos culturoles de este hemisferio y, a lo vez los que más hacen por lo paz y la verdadera amistad y comprensión de lo familia continental.
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