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« Previous Page Table of Contents Next Page »se reducía a' la tercera o cuarla parle de lo ofrecido Los colaboradores en este caso se mulliplicaban y eran aficionados que tenían más de burócratas que de periodisfas Pero el vulgo no podía ser inferiorizado en los fines y
condiciones personales y atribuía todo al entu– siasmo y la fe aposfólica De enfonces dafa el error de que el periodiSmo es y debe ser un apostolado, cosa que nin~na persona seria puede sostener ahora, y qUlen pretenda soste– nerlo es que trata de engañar a los demás
Lo del apostolado se inflitró como artículo de fe en la mente de muchos de nuestros jóvenes Estos abandonaron los estudios como el fraile de Campazas y fueron directamente al fracaso Pero antes de con– tinuar en la exposición de esta tesis pesimista trascribo otro de los párrafos del mencionado diarista aztecas
El periodismo antiguo no fue apostolado, pero corno no podía pagarse al periodista, el dueño del periódico ha de haber sido el prim.ero en sostener la teoría en razón de su convenien– cia El público veía que la bohemia del perio– dismo vivía de milagro, asentó la mentira y la patraña perduró
En 1900 sobresalían dos tipos de periódicos uno era el de los diarios políticos calificados de serios, y
el de Jos pasquines Los primeros pertenecían a los núcleos liberales o conservadores Prácticamente, de– bían de verse como derivaciones de los periódicos en los primeros días de la emancipación política Los editoriales eran fogosos, como piezas oratorias Unos para combatir a sus adversarios, se acogían a los argu– mentos de la escolástica y los demás a los principios de los enciclopedistas franceses, con dogmas religiosos y sociales Quedaba la nota informativa reducido a tercero o cuarto término a menos que no tratara de asuntos de Estado Entraba en esta denominación la noticia de un movimiento subversivo, la suspensión de las garantías constitucionales y decretos de amnistía r6cibidos con desconfianza He hojeado colecciones de los diarios de la época resalta en las primeras pá– ginas y en primeras columnas Tratábase de advertir al lector de la posición en que quedaba con respecto al gobierno
Cuando el pasquín se imponía y multiplicaba, era en épocas eleccionarias Todavía en 1910 quedaban tipos de ese género Bajo el blanco de las sqtiras y
de ras injurias, caían funcionarios, banqueros, burgue– ses y hasta damas La vida privada no fue santuario El pasquín vivía y prosperaba climatado en el medio. El ambiente de pantano de la provincia le era propicio Algunos de sus redactores mostraban el sello de escri– tores atildados, y el ingenio surgía como linternazos en medio de los sótanos del periodismo El epigrama, procaz y a lo Marcial alternaba con páginas de per– versas intenciones Para burlar la ley los editores en– contraban siempre subterfugios deformaban nombres o recurrían a los cuentos tártaros Mas a decir verdad, nuestras poblaciones sin esos pasquines hubieran sido pozas de aguas próximas a estancarse Alegraban tales hojas, caricaturas con versos calcados en los sis– temas de Aretino Antes que imperara como divini– dad poderosa la figura de un Hearst, se rendía home– naje a la inmortal y lamentable silueta de Pasquino
Al periodismo virulento y a los pasquines, sustitu– yó más tarde el periodismo amarillo Este sin freno se arrojó a la nota roja, estimulando el morbo de las masas Reporteros simiescos trataban de imitar a los redactores de diarios norteamericanos, sofisticados por la plantalla El amarillismo trajo entre otros aportes el de dar mayor importancia al informador o repórte'r y eclipsar el sistema de las injurias personales Fue sustitución de venenos Las caricaturas grotescas de los pasquines se reemplazaron con los retratos de los reales y supuestos delincuentes, así, como por los pa– rientes y amigos de estos La moral continuó en ban– carrota
Antes de 1890 en el diarismo de Centro América se desconocía la crónica, 01 estilo francés Cronista era el trabajador de un diario encargada de reseñar hechos delictuosos, accidentes de tráfico o las sesiones parlamentarias Estaba aún lejos del cronista de la edad media y de quien narró las aventuras de la con– quista de la Nueva España Un cronista era enfe
descalificado, experto sí en el arte de la adulación al poderoso y la difamación a los caídos en desgracia Aún en algunas poblaciones de Centro América sub– siste esa aplicación del vocablo, sin que se afianze el término estadounidense de repórter, o el de informador madrileño Al penetrar la nueva tendencia el cronista fue otra cosa Para evitar confusiones se le designó con el galicismo de "croniquer" Los puristas lo ca– lificaron de extravagante digno de figurar en El Libro
de los Snobs, de Tackeray
Al principio de este ensayo aludí a la influencia de los escritores mexicanos sobre los de Centro Amé– rica En la capital azteca cultivó la crónica ondu– lante y nueva, Manuel Gutiérrez Nájera En nuestro ambiente la admiraban los escritores, saturados de pa– risianismo Arturo Ambrogi escribía en 1894
Una crónica de Gufiérrez Nájera, de años pasados, puede leerse ahora y siempre atraerá Aunque esté ceñida al suceso del día, al m.ero hecho, tiene un no se qué que airae y subyuga Ha puesto en ella algo de su pasión de arlista padre, a quien no le gusia que sus hijos vaguen desarrapados.
Tampoco se había iniciado el arte de la nuevo
entrevista Hoy constituye un género digno de ser estudiado en los libros de preceptivo La entrevista anterior 01 año de 1890 tenía preguntas y respuestas El entrevistado parecía estar sometido a una indaga– toria judicial Prueba tal forma, la celebrada por un diario de Guatemala, con el Coronel Branon sobre la trágica muerte del orador don José Francisco Barrun– dia la inserta en uno de sus últimos libros Gustavo Alemán Bolaños Desde entonces la entrevista ha sufrido grandes modificaciones Sus avatares son más extraordinarios que los de los dioses de la India Muchos escritores han adquirido renombre por sus en– trevistas a estadistas, inventores iluminados, santos, 'toreros o delincuentes En ellas al par dEl las notas descriptivas, expresan sus impresiones personales inte– resantes y vivas Algunas, fantásticas, son compen– dios de filosofía, sátira aguda y síntesis de los proble-
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