This is a SEO version of RC_1968_03_N90. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »En el modernismo inicial descolló Arturo Ambrogi, eJe El Salvador En su libro Crónicas Marchitas, al recordar los primeros artículos de su iniciación litera– ria dijo con sencillez expresiva
Nuestro rubendarismo era de esas pasio– nes que se arraigan y las cuales se nos antoja– ba pensar que por siempre íbamos a llevar en el alma
Los viajes y la experiencia le hicieron escribir en diversa forma que en 1910 En la vida ni en el arte nada hay inmutable, como enseña el elegante Herá– clito En el libro de adolescencia de Ambrogi Cuentos
y Fantasí'Os, privan las narraciones extrañas e irreales, buscó en ellas la melodía de las frases y la perfección eJel estifo Al más artístico de sus cuentos lo designó con el título de Madame Pon Pon con reminiscencias de las bellas páginas de La Emperatriz de la China ru– beniana Rodeó a la protagonista de elementos raros, de pieles de la India, de alfombras de Persia y de gra– ciosos bibelots de Tokio Ella -en el relato-- adora los paisajes amarillos, las regiones de un imperio ce– leste en donde por un capricho de la suerte va a inter– narse huyendo del tedio matrimonial y del esposo, un inglés hidrópico Al lado de tal bagatela preciosista, está Ld Canción de Mayo se abren las lilas y pasa la Diosa Primavera coronada de frescas rosas con su vala de nardos entre sus finísimas dedos Discutió Ambrogi, cómo se hizo costumbre entre los artificios de la pi osa, la existencia de las dríadas y de las nin– fas Son figuras centrales de algunas de sus leyendas Pierrot y Arlequín Hizo intervenir en los relatos al misterioso Puck, el multiforme geniecillo de Sheakes– peare entra el diminuto personaje a la alcoba del
escritor llevándole Jo maledicencia de la calle para luego abandonar la estancia y dejar una ráfaga de perfume silvestre
Hasta años más tarde Ambrogi hizo un cambio en su literatura La modificación se efectuó tras de sus viajes por Tokio, Yokohama, Kioto y algunas prós– peras ciudades suramericanas Rechazó las novelas parisienses de complicada psicología No se interesó más en las figullinas de porcelana, en los crisantemos ni en las japonesas de ojos negros Para heroínas de sus relatos escogió a las mozas prietas del trópico Al apasionarse por el tipo de la novela americana escribió
El Jetón Si variaron los temas, también alteró el len– guaje de los protagonistas Las frases ásperas susti– tuyeron a las dulces de las chinerías y así antepuso el barbarismo a las expresiones melosas y cursilonas Trató de realizar un acto fuerte, sin contaminaciones europeas, lográndolo en gran parte Su ambición úl– tima fue convertirse en un novelista del trópico, sin facultades para ello Para ser novelista completo de la escuela de Medan, le faltó tomar en cuenta los fac– tores de la educación, de la herencia y del medio En cambio, n las descripciones de la naturaleza se man– tuvo veraz aunque rindió tributo al destallismo casi ,hasta llegar a la fotografí'a.
Al refugiarse en Jo literatura americana, Ambrogi se defendió inconscientemente de la neurosis El re– mdio fue compenetrarse con su clima natural De no haber procedido en tal forma, se hubiera entablado
en él una lucha entre la fantasía y la realidad, tal como acaeció a José T Olivares A pesar de todo sufrió aguda crisis de neurastenia De sujeto comu-nicativo y jovial, se convirtió en misántropo Protes– taba enérgicamente contra el arte mediocre, los im– postores d:J la política y los pseudo literatos Me tocó presenciar el último acto de su tragedia personal El, exquisito temperamento, y artista estimable, en los úl– timos días de su vida, ya anciano se vio obligado a ga– narse el pan diario redactando notas de sociedad en un diario local El, que en vida repudió la burguesía y las vanidades humanas
En tanto que en El Salvador, Ambrogi descollaba por defender la nueva escuela ltieraria, en Honduras, Froilán Turcios hacía la propio Turcios fue en Cen– troamérica el escritor más cosmopolita sin que hubiese viajado por Europa ni el extremo oriente, como el es– critor salvadoreño En su revista dio a conocer a los poetas y prosistas más famosos de todos los tiempos )' de todos Jos países Daba la preferencia a las mo– dernistas Al lado de una página de un escritor ita– liano, trascribía la de un ruso, y junto a ésta las de un soñador árabe o la de un nebuloso noruego Ariel
fue el nombre simbólico de su publicación famosa en nuestros medios literarios Tal nombre indica la in– fluencia que ejercía en la literatura José Enrique Rodó, autor del libro amparado en el nombre del etéreo per– sonaje de La Tempestad
Turcios no lucró con su revista, sosteniéndola por más de cuarenta años Alguna vez la editó en Gua– temala, otra en Tegucigalpa y ahora la imprime en San José de Costa Rica Los incidentes de la política y las dificultades económicas nunca le hicieron variar de ruta Ariel ha salido triunfante en medio de mil con– trariedades unas veces apareció impresa con nitidez y lujo, y en más de una ocasión con un traje modesto Turcios tampoco podría pensar en suprimir su revista Serí'a para él como traicionar a numerosos literatos del mundo con los cuales mantiene relaciones espirituales sobre las mares y las montañas Fue al par que divul– gador de arte, escritor militante Escribió algunas novelas El Fantasma Blanco tiene por escenario la Antigua Guatemala y recuerda vagamente Brujas la Muerta, de Rodenbach Siguiendo tos huellas de Tur– cios aparecieron otras revistas Entre ellas Alma Jo– ven en Managua dirigida por Salvador Ruiz Morales y
Esfinge< en Guatemala de Andrés Vega Bolaños, se– cundado este escritor por el entonces estudiante de medicina doctor Julia Medal, de fino y sensible tem– pelamento
Enrique Gómez Carrillo, a quien citaré varias ve– ces, relató lo difícil que era en la Guatemala de 1890,
enterarse de la bibliografía de Europa A pesar de ser su padre uno de los hombres más cultos de la ciu– dad capital y uno de los historiadores más sobresalien– tes del itsmo, en su biblioteca sólo tenía los antiguos clásicos castellanos Lo mismo se podía decir de los demás vecinos ilustrados Se desconocían hasta las novelas de don Benito Pérez Galdós, llenas de colorido Gómez Carrillo, para instruirse en la literatura con– temporánea, huroneaba haciu el lugar donde pudiera estar cualquier libro novedoso Leyó rápidamente las
47
This is a SEO version of RC_1968_03_N90. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »