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« Previous Page Table of Contents Next Page »forasteros tenían para ,ella los mismos caracteres que presentaban las aventuras de las damas galantes en París En su desesperación de inadaptada exclamó mós de una vez "Nada hay tan lamentable coma lo que me sucede" Se refería al tedio del pueblo, o la
monotonía aplastante contrarrestada por su vida arti–
ficial En medi!;> de la languidez d.el lugar desenvol–
viase un drama interiar, predominando en su existen– cia la nota gris Madamepara los pobladores de la aldea, "ero una de tantas" sin sospechar en ello, sus admirables viajes imaginativos. Ella, confesándose, en los brazos de un amante exclamaba "Que bien, viviríamos en París" Como respuesta el amartelado le acariciaba -tal apunta Flaubert- los alamares del vestido
, A. juicio de Madame para vivir intensamente ,no precisaba radicarse en una gran urbe En Ruan po– dían agotarse las expansiones Tal el principio de la aguqa neurosis Sl,Js amontes llegaban o sorprender_ se de sus extravíos a pesar de estor aquellos aclimota– dos a París Uno de sus últimos favoritos exclamaba maravillado ante las complejidades eróticas "Dónde has aprendido esos refinamientos?" Madame en el silencio eJe su alcoba agrandaba sus vicios o través del lente de SlJ fantasia Gustaba de refugiarse en un reducto inabordable, alejado del mundo y del .marido, quien personificaba el alma de lo provincia Su re– cinto, dentro del cual permanecía horas enteros, se transformaba en un trozo de la ciudad admirable En igual formo principió la locura de Don Quijote Ma. dame sustituyó los libros de caballerías por los narra– ciones de novelistas apasionados Motivo fundamen. tól el adulterio
Madame así era el producto de lecturos eróticos, fantásticos Para nada influyeron en ello los obras maestros de la literatura, ni (as fifosófics Flaubert en una de sus frases brillantes dice "Ella era la ena– morada de todas (os novelos, la heroína de todos los dramas Vagaba en todos los libres de versos" El sentimentalismo se agudizó en su alma y ayudó a fo– mentar lo hiperestesio Lo falta de diversiones lo obli– gó a adoptar una actitud pasiva ante Jo existencia Además, no se contentó con ser la heroína de las no– velas y la enamorado de los poemas leídos, sino ansió que sus amantes imitaran o los personajes imaginarios Anhelaba un transporte completo al clima espiritual parisiense "En eso manía, dice el novelista, quiso que un amante se vistiera de negro, buscando lo apa– riencia con un papo" Tras esbozar esos desequili– brios, Flaubert asevera medio irónico y medio amarga– do "El más humilde libertino ha soñado con sultanas y todo notario lleva íntimamente los ruinas de un poe– ta"
La heroína, paro matarse, rechazó la pistola de (os discípulos de Werther Debido o estor en contac– to con los medicinas manipuladas por su esposo Carlos Bovary, ingirió un puñado de arsénico Produjo tal decisión el choque entre el mundo de los sueños y lo realidad, situación vislumbrado plenamente por ella
cuando asuntos económicos lo despertaron del letargo artificial No pudieron salvarla los personajes irrea– les con los cuales estaba familiarizado Ero más efec-
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tivo el alguacil de un juzgado que lo silueta de Un
protagonista literario Los amante.s con quienes ha.; bia agotado la felicidad desaparecieron por ensalmo. Dejaron de ser tipos idealizados para convertirse en los vulgares habitantes de un pueblo sin alma Los actuaciones judiciales y Jos maniobras de Jos agiotistas constituyeron los focos principales de sus preocupacio, nes De ahí que su tragedia hoyo sido más intenso que la de cualquiera de los heroínas fantásticas o que el drama real de los pesimistas esforzados en monte– ner los dogmas de Shopenhauer al asegurar que cada hombre puede motar 01 vecino, para con la groso de lo víctima dar brilfo al cuero de sus zapatos
Muerto Madame siguió ejerciendo influencia so– bre quienes lo rodearon en su existencia por el clásico valle de lágrimas Si en vida no influyó en su esposo, ya muerta principió o modificar los costumbres de Bo– vary Sin sospecharlo fue atacado de bovarismo El novelista 01 referirse o las nuevas determinaciones del viudo expone "Paro agradarla, como si viviera ello, adoptó los mismos gustos e ¡deas, compró botas de charol, usó corbatos blancas, untóse los bigotes de cos-mético y hasta como ella, firmó pagarés Desde la tumbo le llegaban los influencias nocivas" El mismo señor Homais, representante de lo mediocri<:Iad de lo aldea, sufrió 01 por los influencias del enervante bovQ– rismo Ninguno de los familiares de la victima, ni sus amantes abrigaron la sospecha de un suicidio Tal manchón hubiera sido más grave que todos los adul, terios Lo discusión inicial alrededor del cadáver fin– có en difundir lo noticio de que Madame había toma– do arsénico, por equivocación
En literatura el bovarismo hizo muchos estragos Los poetas quisieron vivir artificialmente fuera del me– dio Antes que contemplar la naturaleza, paro ex– presar sensaciones directas, prefirieron aludir o lo vida europea, visto o través de las páginas de los escritores famosos Tomaron como modero los poetas malditos
El conocimiento de éstos se hizo por medio de molas traducciones En tal época aun no había aparecido con extraordinario pujanza lo literatura llamado ame–
ricanista Se repudiron los escritores espñoles En el fondo de nuestras provincias, los poetas soñaron en amores exóticos Algunos rimaron lances supuestos en los palacios de Venecia Otros, elogiaron a las vír– genes chinos y en sus fantasias superaron O los del embustero Marco Polo Antes de describir lo langui– dez de los hombres del trópico, hablaron de alucina– ciones propios del Señor del Phocas La literatura importada de París fue una droga comparable sólo a lo canabis ínaica americana, a lo cual pareció oficio. narse mucho el extrafalorio y magnífico don Ramón del Valle Inclón
Lo mayor porte de las neurosis surgen del choque entre lo ilusión y lo positivo A los enfermos les falto discernimiento pora fijar ambos campos Sabido es que quien sólo se mueve en el mundo de las divaga– ciones, corre el riesgo de ver princesas cándidos en las mozos de mulas También imaginan contemplar per– las finos entre los dedos amados, cuando sus Maritor– nes desgranan mazorcas de maíz Debido o tal ofus– cación, nunca pueden ver las arenillas del oro en el
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