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ses de los panteones, ni quietud mós plácida que la de lívida noche de luna entre las tumbas

Espronceda fue el poeta español que más influ– yó Si los poetas desconocían las lamentaciones de Lamartine, en cambio, recitaban correctamente las es– trofas de El Diablo Mundo Espronceda era románti– co revolucionaría en la forma y en el fondo Criticaba los prejuicios sociales y religiosos Eran famosas las blasfemias de algunos de sus personajes, sobre todo en El Estudiante de Salamanca Tales herejías pare– cie:ron aprendidas en los libre-pensadores de Francia. Multiplicaba las metóforas y otros artificios literarios Personalmente realizaba el tipo del perfecto románti– co cabeza interesante, ojos profundos, frente ancha y prestancia trágica Tal el perfil del padre de Efvira,

"la desdechida" y "cándída rosa que agostó el dolor" Los poetas de México ejercieron influencias direc– tas sobre los románticos de Centro América Las más marcadas fueron las de Acuña, Díaz Mirón y Gutiérrez Nájera la de este último en los primeros días del mo– dernismo El Nocturno a Rosario, de Acuña, de ritmo rnonótono y expresiones melosas, se estimó como una de las composiciones literarias más perfectas Dentro de su romanticismo, presentaba notas de burguesía insospechable En esa composición él anhelaba una caso solitaria donde él y su amada pudieran vivir tran– quilamente Anhelaba que junto a ellos pudiera en– contrarse la madre del poeta, lo que hoy podría some– terse a un examen psico-analítico, buscándole una interpretación como escape de horrible neurosis. la

influencia de Díaz Mirón fue de diversa índole' su romanticismo se levant6 altivo y petulante Asegura– ba con énfasis cómico que de haber sido ángel hubiera sido "el temible Luzbel" (Como cantó unos ojos verdes, todos creyeron de buen tono elogiar en versos sonoros Jas pupilas de verde marino) Pregonaba el poota que su carácter era de firmeza y luz como el cristal de roca Cabe afirmar que lo propio que su– c€dió con los poetas mexic(;mos del romanticismo, acae– ció en 1923 al imitar al poeta azteca semifuturista, Maples Arce Su libro Andamios fnteriores constituyó un evangelio para quienes recibieron con júbilo los res– plandores del movimiento llamada de vanguardia. Entre los poetas románticos no encuentro ningu– no de relieve Todos eran menores En cambio, en los días de la colonia y pocos años después de la inde– pendencia descollaron dos poetas en el primer perío– do citado, Rafael Landívar y en el segundo, José Batres Montúfar Ambos han sido elogiados por la crítico dacIa de don Marcelino Menéndez Pelayo, ajeno q

nuestl as pasiones literarias Al primero lo coloca en– tre los más grandes poetas neolatinos Batres Mon– túfar tiene la misma altura y la misma gracia que el italianoCasti Lo dicho sobre Guatemala puede apli– carse a las demás repúblicas centroamericanas. El nacionalismo, exagerado ha servido poro otorgr famas en desacuerdo con la realidad

En el ciclo del romanticismo aparecieron algunas mujeres de fina sensibilidad, siempre agobiadas -líri– camente- por la tristeza Sus temas predilectos fue– ron los amores contrariados, el dolor producido por la muerte de una amiga o la contemplación de ruinas, no

tan famosas como las de Itálica Lucilo Gomero escri" bió, en Honduras, novelas sentimentales de ambiente provinciano María Cruz, en Guatemala, fue una poetisa sencilla y emotiva En El Salvador descolló Ana Dolores Arias, imprimiendo a sus estrofas un sello de melarchía, sentimiento parecido a la "cavanga" nicaragüense Copio una de sus estrofas

Ayer no más alegre y bulliciosa -confaba de mi infancia venfurosa- las horas de quie– tud, ...,.-hoy como el ave entrisfecida canfo- y se marchifa y languidece en fanfo-mi ardienfe juventud.

A la entrada del modernismo--(sin que esta fue– ra causa)-principió una racha de suicidios El poeta Armando López Portillo se suicidó en San Salvador y Luis Angel Villa en Nicaragua Lo mismo sucedió en Guatemala con Gustavo Acosta Barrios y otros más Todos buscaron en el alcohol barato un escape a sus inquietudes y a sus neurosis y, al no conseguirlo, se disparaban el pistoletazo en la sien.

El bobarismo en el arte -Desacuerdo entre el en– sueño y la realidad.-Viaies imaginativos a través de

105 libros.-Fluctuación entre los helénicos y oriental.– La generación modernista de Nicaragua.-La tragedia provinciana de José T Olivares.

Las agudas neurosis que a prinCIpIOS de siglo atormentaron a los ¡iteratos centroamericanos se de– bieron más que a la tensión nerviosa de la vida moder– na, a las manifestaciones del bovarismo Tal enfer– medad debe verse no sólo en el aspecto [agrado por el escritor francés, sino deben buscársele otras interpre– taciones Flaubert sin sospecharlo fue más allá de sus propósitos en Jo que atañe a presentar el desequilibrio mental de su heroína, atenazada por lecturas inquie– tantes La famosa Madame Bovary era una inadap– tada, y sus deseos reprimidos, tomaban caracteres de semilocura estado anímico que se perfila admirable– mente en la creación flaubertiana Madame además de sus escapadas amatorias a los lugares vecinos a su residencia, sabí'a urdir embustes encaminados a des– pistar al marido Refugiada en Ruan, población con igual número de habitantes que cualquier capital de Centro América, sufría la constante atracción de Pa– rís Sin hijos y exenta de negocios personales que atender, su imaginación tomaba vuelo Luego, la he– roína mantenía fobias hacia lo circundante Fue el bueno de Bovary quien primero sufrió las consecuencias de ese extraño malestar anímico, no percatándose de la gravedad de su esposa, a pesar de sus conocimien– tos médicos

Fue designada la novela de Flaubert como el libro del aburrimiento provinciano Madame deseaba es– tar sola, lejos del ambiente familiar, en el cual lo único llamativo eran las reliquias antiguas de la iglesia. Cuando uno de sus amigos le hizo observaciones acer– ca del adulterio respondió, "En París esto es muy co– rriente" Con tal frase el novelista delineó no sólo la posición moral de la protagonista, sino la indole de la neurosis Aun más, los amores y amoríos con los

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