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« Previous Page Table of Contents Next Page »La tristeza árobe de los poetos.-Herencia de 105
románticos -Los políticos y el romanticismo -Influen– cia de Díoz Mirón y lo joctoncio rebelde.-Pesimismo de Leopardi y de Hugo Fóscolo -Ascendiente de los poetas mexicanos sobre Centroamérica.-Relieve de Lan– divar y José Batres Montúfar -La mujer y el romanticis– mo Iiterario.-Alcohol y neurosis.
Carlos Octavio Buge, sociólogo argentino en un estudio del medio latinoamericano, insiste en la triste–
za como característica de nuestra raza Una de sus bellísimas parábolas presenta el conjunto de tres vír– genes criollas una de ellas es esencialmente primiti– va (la Tristeza), la segunda es una mulata (la Soberbia) y la tercera una zamba (la Pereza) La trilogía inter– viene en todos los actos de nuestra vida Los políticos obedecen sus órdenes y los poetas no pueden sus– traerse a su influencia, máxime que ellos interpretan -cuando lo son de verdad,- el alma colectiva Chacona que fingía ser optimista, confesó ser víctima de la melancolía" sólo que d su juicio, tenía ésta un origen africano Dicen sus versos
La tristeza mora que eS grave y sOInbría se vino a la grupa del potro español
Chacona se jactaba de descender de Gonzalo de Córdoba y a pesar de sus pretensiones de cantar el Continente, no reconoció la fuente de su tristeza crio– lla La pesadumbre le llegaba, no de los árabes, sino del ancestro indígena
Los poetas de América más atormentados por la
Tristeza de la parábola de Bunge, fueron aquellos que vivieron en fas últimos díos del romanticismo Here– daron la pesadumbre de sus maestros y participaron de la neurosis de los decadentes, recién aparecidos en la lírica Como las obras de los citados decadentes les llegaban fragmentariamente, fue el romanticismo el que más daños produjo Contribuía también o la di– fícil penetración de los simbolistas y de los parnasia– nos, la guerra sin cuartel, que a estos les hacían los académicos A los innovadores, los calificaban de locos y Verlaine era miserable vagabundo o enfermo podrido en los hospitales de París Era difícil aceptar la grandeza de su genio
Si el romanticismo en América dio obras litera– rias hermosas, también causó estragos. Los suicidios de Europa, tuvieron correspondencia en nuestros me– dios Las novelas que exaltaban los amores infortu– nados -al tipo de Adolfo,~ fueron imitadas en na– rraciones sentimentales Heroínas de este género trasplantadas a América fueron las Marías, los Cár– menes y las Amalías Al mismo tiempo, los poetas hacían gala de desesperación y "daban el salto a lo desconocido" para usar la frase de moda en esa época Debe de recordarse el caso del poeta Manuel M Flo– res, (de México), romántico exaltado Se suicidó cuan– do apenas contaba veintidós años de edad El discre– to ensayista Torres Rioseco, en interesante libro sobre los precursores del modernismo en nuestros países, ex–
presa que dos de los más grandes poetas de ese ciclo neo-romántico, se suicidaron Julián del Casal, en Cu– ba y José Asunción Silva, en Colombia Estos-ol
igual que otros de la misma generación- sentían la influencia nociva de las orientaciones filosóficas em– peñadas en demostrar que el dolor era lo sensible de la existencia, "lo único positivo" El destino, se inter– ponía entre los enamorados y sólo el suicidio daba so– lución favorable a los problemas eróticos El acto era de liberación, y además "un bello gesto"
Los primeros románticos de América fueron los políticos La prosa del orador don Lorenzo Montúfar, en Guatemala, fue manifestación de esa escuela exal– tado Los artículos en los diarios eran más que ro– mánticos Seguín [os literatos las huellas de Víctor Hugo, quien cantaba en sus poemas los sucesos más salientes del siglo y la llegada al mundo de trascen– dentales descubrimientos En tales románticos se no– taba marcada huella del cristianismo Oscar Wilde, el penetrante poeta y pensador inglés, observa que en donde surge el romanticismo se trasluce digo de los evangelios Ese fenómeno se notaba más en los can– tos cfvicos de los poetas americanos Si los vates se mostraban paganos, era en forma accidental Sólo la influencia cristiana era constante, dispuesta a mo– dificar el academismo en arte y a destruir todas las instituciones Cada uno de los románticos era ina– daptado, descontento del medio social y hasta econó– mico Los poetas civiles, en su mayor parte, eran laicos yola lectura de los escolásticos, preferían (as obras de los enciclopedistas Como indico, todos se hallaban en la órbita de atracción de Hugo Esto puede verse bien, en el canto de Díaz Mirón al autor de Hernani
Los literatos que más influyeron a los nuestros fueron Musset, Enrique Heine, Hugo, Fósco!o y Leo– pardi Los filósofos no influyeron visiblemente, qui– zá porque los poetas tenían culturo superficial Uni– comente las máximas de Shopenhauer, en su fase po– pular y sencilla, llegaban a los círculos literarios Los
Dolores del Mundo eran una biblia de desesperación con máximas de gran contenido para los portaliras sólo el misterioso genio de la especie era la única ra– zón de ser en los enamoramientos "El amor ideal habra de desterrarse" En esa época cuando ya se in– sinuaba el modernismo, llegaban a América las rimas amargadas de El Intermezo Lírico y las canciones pe– simistas de los más grandes poetas italianos Todos admiraban la figura del personaje de Heine
Erase un caballero macilento tímido, triste, silencioso. lento
La muelte dejó de ser siniestra Una de las com-posiciones más famosas de Leopardi presentaba, como a hermanas gemelas, el Amor y la Muerte Se en– contraban éstas en el mismo plano y ninguno podía superar a la otra en hermosura, ni en atractivos La Muerte ofreCÍ'a besos enloquecedores o los enamora– dos, con la misma ansia con que puede hacerlo una novia Leopardi insistía en que el corazón debe des– cansar: en el reposo está la terminación de las angus– tias determinada por el veneno moral del fin de! siglo Hugo Fóscolo se perdía en los cementerios, huía de los campos gratos de las églogas Para él no había músi– ca más grato y cadenciosa que la brisa entre los cipre-
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