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« Previous Page Table of Contents Next Page »sonreía debe haber mostrado sus díentes incisivos supe– riores e inferiores limados en forma de Ik y con incrus– taciones de tres turquesas azu' claro, lo que debe haber hecho su sonrisa sumamente atractiva.
Hasta ahora listas son 'as características preponde– rantes de nuestro jefe maya, que aún se conservan en su cráneo. De Landa (9) recibimos alguna mayor infor– mación: "Que los 'ndios de Yucatán son gente bien dis– puestos y altos y recios y de muchas fuerzas y común– mente fados estevados, porque en su niñez, cuando 'as madres los llevan de una parte a otra, van a horcaja– das en los quadriles. Tenían por gala ser vizcos lo qual hazian por arie las madres, colgándoles del pelo un pegotillo que 'es llegaba al medio de las cejas des– de muy niños y alcanzando 105 ojos, siempre como les andava allí jugando venían a quedar vizcos; y que te– nían los cabezas y frentes llanas, hechos también de sus madres por industria desde niños y que trayan las orejas horadadas para zarzl/los y muy harpadas de los sacrificios. No criavan barbas, y dezian que les que– mavaR los rostros sus madres con paños calientes, sien– do niños, porque no les naciesen, y que agora crían barbas ounque muy ásperas como cerdas de 'ocines". Añádase a esto la costumbre descrita por el mismo Landa 11 01: "Que su vestido era un listón de ul\a mano en oncho que les servía de bragas y calzas, y que se daban con él algunas vueltas por la cintura, de manera que el un cabo colgava delante y el otro detras, y que estos cabos 105 hazian sus mugeres con curiosidad y la– bores de pluma, y que traían mantas largos y quodra– das, y las atavan en los ombros, y que traían sandalias de cáñamo o cuero de venado por curtir seco, y no uso– ban otro vestido". Y aún más, que (11) "Iabravanse
105 cuerpos, y quanto más tanto más valientes y bravos se tenían, por el labrarse era gran tormento, que era de esta manera. Los oficiales dellos labravan la parte que querían con tinta, y después sejavanle delicadamente las pinturas, y assí con la sangre y tinta quedavan en el cuerpo las señales, y que se labrcln poco a Po(O por el tormento grande y también se (ponían) (158 bis) des– pues malos, porque se les encona van las labores, y ha– ziase materia, y con todo esso mofavan de los que no se lobrabon; y que se precian mucho de ser requebrados
y tener gracias y habilidades naturales, y que ya comen y beven como nosotros".
Ahora bien, nuestro noble amigo (cuyo cráneo es–
tudiamos), murió y fué sepultado. Una vez más encon– tramos que Lando 1J2) tiene oIgo que decirnos: "Muer. tos los amortojavon hinchandoles la boca del maiz mo– lido que os su comida y bevido que llaman Koyem, y •
(9) "Relación de las Cosas de Yucatán". Edición de 1864, Pág. 112.
(1~) "Relación de las Cosas de Yucatán".
Edición de 1864, Pág. 116. (11) "Relación de las Cosas de Yucatán".
Edición de 1864, Pág. 120. (12) "Relación de las Cosas de Yucatán".
Edición de 1864, Pág. 196.
con ello algunos piedros de 'as que fienen por moneda, para que en la otra vida no les faltase de comer". Esto en lo que refiere de Landa, y de ofras (uentes sabemos que cuentas o cuscas de piedra verde se USa_
ban como dinero enfre los moyos (41.
. Por lo tonto se puede comprender nuestro gozo y
excitación al encontrar una cuenta de jade en la boca de nuestro amigo, muerto hace muchos siglos. era la primera vez que tal cuenta se encontrabo en su sitio ne– crológico y una vez más se demosfroba con ello que la
Relación de Landa es enteramente correcta.
Esa pruebCl nos permite el creer que tenemos ante nosotros los restos de un prominente ¡efe maya, que fué enterrado de acuerdo con los antiguos ritos de su raza. A continuación, el Doctor Harold Cummins, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Tulane, ex– pondrá sus observaciones Clcerca de la edad del cráneo en años de la vido de un hombre. Pero antes, sin em– bargo, oñadiremos unas cuantas palabras acerca de la edad, calculada de nuestro ejemplar arqueológico en fe.
loción con la historia.
E[ cráneo fué encontrado en [as orillas del río Ulúa. a unas cuantas millas más allá de los famosos montícu– los en Santa Ano, explorados por Gordon (13) y de don– de más tarde se obtuvieron algunos de los exquisitos jarrones de mármol que se encuentran ahora en la co– lección del Departomento de Middle American Research
en Tulane, de Louisiana. ' La cerámico de esta región demuestra uno perfec– ción de obra, forma, diseño y color, que indica que pue– de ser contemporánea al gran período de Copán y Qui– riguá. Estas dos ciudades alcanzaron sus apogeo ha–
cia 9.16.0 0.0, o aproximadamente por el año 750, des– pués de Jesucristo.
No es aventurado presumir que el cráneo que he– mos estudiado perteneció a un hombre de gran impor– tancia, en cierta época de este período.
No sabemos ni su nombre, ni sus hechos, pero po– demos fácilmente representárnosoJo como un noble entre su pueblo.
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NOTAS SOBRE LOS DIENTES
Por S S Grosjean, D D S
Una inspección cuidadosa de los dientes de este cráneo revelel dos hechos notables, i. e.: uno ausencia completa de caries, lo mismo que la de achaques pe– riodentales. IRiggs.)
Estas gentes vivían de alimentos de basta natura– leza lo que promovía la masticación a tal grado, que los dientes se limpiaban y las encías eran estimulados. Indudablemente esto explica el estado sa[udable de los dientes y de los tejidos que los sostienen. Los dientes están densamente clasificados, aún a lo largo de las Ií-
(13) Ressearches in the Ullos Valley, Honduras, by George Byton Gordon in Memoirs of the Peabody Museum,
1898.
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