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« Previous Page Table of Contents Next Page »tratado tan mal Las virludes de nuestros pueblos se hallan demasiado acredüadas en el m~do iUe–
rario, para que V. pudiese salir con bien en su mal concebida empresa Repase V. de nuevo 10 que ha– lle en Ulloa, en Feuillée. en Frezier; en Vancouver. y en La Pérouse, sobre nuestra generosidad incompa– rable, y pennüame que le diga, que todavía aque– llos viajeros no dicen la. mitad de 10 que debían. La honradez, y la generosidad, corren parejas entre no– sotros con la grandeza de alma y el desinierés. En mi país, mi amigo, es donde hay la verda– dera humanidad, en donde el hombre necesüado. sin más recomendación que su necesidad, halla pro– tección y auxilio, en donde al extranjero solo por considerarlo en tierra estraña, se le da mayor pro– tección que a otro, bien al revés de 10 que sucede en los países culiísil:nos, que son el lustra de Europa, an donde el que nació an otra parle, es por esto solo despreciado y mirado como sospechoso Entra los Americanos se ve con mucha frecuencia, o :mejor di– ré, es costumbre, prestarse unos a los otros su dinero, sin escrüuras ni recibos. vender al fiado sobre la pa– labra, y cl.unplir todos SUB obligaciones. mejor que 10 que se cumplen en estos ilustradísimos Estados. en doude las mismas leyes, que se hicieron para que Se guardase la buena fe de los con~tos, son al oágen de mayores fraudes, y la autorización de las violencias más airoces Si aquí el interés vale más
que el honor, alli por el honor se sacrifican da inte– reses Si aquí solo se mide la respetabilidad por los bienes de fortuna, allá es por el uso que se hace del dinero en favor de los hombres tnenesterosos. En aquel clima feliz en que yo nací, Señor Obser– vador, por la gran bondad e inocencia de los habi– tantes las casas esián abierlas a todo el mundo día y noche, sin tetnor de ladrones o petardistas, las
gentes estrañas se reúnen en sociedad. y se tratan con m.ayor franqueza que la que aquí Henen dos hennanos. Allá los hombres son sociales, aquí vi– ven aislados, temiéndose los unos a los otros. Allí
las leyes son inútiles para conservar la paz y la bue– na fe entra los hombres, aquí son poco poderosas para contrarrestar a la corrupción general. Alli el hombre descansa sobre la bondad ajena, aquí la desconfianza general ha hecho misántropos a todos los morlales Allí, en fin, se vive, cuando aquí se sepuJian los hombres en la soledad para no ser víc– timas de sus cOlnpatriotas. Mas dejemos esto aquí. porque apurar esfa maieria serla apurar al desagra– do, con que debe recibir estas comparaciones el or– gullo europeo
Cuando V ha dicho, que los hacandBdos, eomell'–
C.iant<l5, y persoJtas sensatas y respeJab!es da la clasa de los criollos, deiestan de la insurrección y sostie– nen el partido del Rey, ha dicho lo qüe ha querido. y no lo que es cierto. Yo desafío a V. a que me dé algunos nombres dae las tales personas, que haya en Buenos Aires, en Chile, en Caracas. y en Santa Fe Y mientras tanto, para que V. vea lo genaral que es al seniirnienio da la independencia en Vane– zuela y Sania Fe, le recomiendo lea los oficios del cruel Morillo al ministro de la Guerra en Madrid.
Vea V en el que he puesto entre los docmnenios de mi carla, como no hay un solo Cura aclido a la eaa_
S8 Rey, y corno es preciso envJar de EspaDa mIsiOfte–
ll'OS, leólogos y abogados, porque si el Rey quien
subyugar aqueDas provincias, debe tomar las mi.. utas medidas, que al principio de la conquista.
Allí verá V. muy claro. que si en Es¡paña se piensa qua el espíritu de revolac:lón en aquel pais está eOlt_ finado a pocos individuos, es menester desengaña.-. se. En Venezuela especialmenle este esp~iSu es ge– neral.
Pero no crea V. Señor Observador, que el odio a los Españoles. y el amor a la independencia es nuevo en América No Señor, es tan antiguo como el descubrimiento de aquel continente En al capí_ tulo 4 9 del libro 5. del viaje de Ulloa hallará V, que ahora un siglo en auilo, era tan fuerla la oposición, que había entre criollos y españoles europeos, que fenían aquella ciudad dividida en dos bandos En el capítulo 15 del viaje de Azara, encontrará V. iam– bién, que en Buenos Aires. Montevideo. ~araguay,
y demás ciudades de las Provincias Unidas del Río de In Plata, siempre reinó la mayor aversión de par. ie de los criollos contra los españoles, y ta,nta, que el padre y el hijo. el marido y la mujer, no estaban en paz, cuando el uno era americano y el otro espa. ño1 Por esta aversión, tanto más grande, cuanio ei an"lerícano era más instruido, el Señor Azara se muestra muy contrario a los criollos. como era nafu. ra¡, y les sacude el polvo con algunas imposturas españolas Finahnente verá V. en el capítulo 7 del libro 2° del ensayo político del Barón de Humboldt, que esianto lo que los Mexicanos odian y desprecian a los Españoles, que se juzgan ofendidos con que se les dé a ellos la denominación de iales, y contestan:
'11'0 ~'o sov español, soy mnerlcano.
Si eslo era cuando estábamos de buenas, cuan– do par1íamos de l.Ul confüe, dígame, Señor Observa. dar 8con"\0 andará la cosa ahora, que los Venegas, Callejas, Morillos, Monteverdes, Boves, Pezuelas, Sá– lnanos, y demonios coronados, han quüado las po– blaciones, arrasado las ciudades. y hecho correr ríos de sangre americana? Vaya V por allá con BU Ob– servador. y se desengañará de los errores, en que CL'le por su buena iniención. y por sus malas noti– cias A la vuelfa nos contará cuanfos hacendados, comerciantes, sensatos, y respetables, encontró entre los parlidarios de la Santa Inquisición, y del Sanio Rey de los Inquisidores Entre tanio. será mejor que se deje V de escribir impertinencias y dislates, por– que como ha visto ya. son más los errores en que incurre, que las letras qUe contiene su escrito. Con asto debía yo concluir mi posdafa, pero co– lno no concluyó V. su nuevo ataque en la satisfac– ción que dio a los qua censuraron su proposici6n escandalosél, sino que continúa después en la página 153, pretendiendo desacrecJ,ítar las noticias publica– das en todas las gacetas del Inundo. sobre la torna de Sania Fe por las lumas de Bolívar. me veo preci– pado a sacarle de las dudas que le ocurren. Todas ellas están reducidas. a que a un mismo tiempo lle– gó a su noticia, que se iba a emprender la campaña,
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