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meterse en nuevo berengenai V. vio, que había desagradado a los miSInos que pensaba complacer, vio también que no podía pasa raquel desafino, ni entre los menos informados en las cosas del nuevo mundo, y no teniendo virtud para confesar el error, de que fodos le acusan, quiso defenderse con una interpretación tan violenta como absurda. Lo que V. dijo fue: Nadie pochá negar que los crioDos en la

Bntérica Española han sido siempre la clase más ignorante y cotromplda. Ahora dice, que solo fue su infento hablar de la plebe, o gente baja. Si ad– mitimos a V. esta escusa, V. nos adrnifirá también el nuevo cargo que le haremos, de que escribe cosas distintas de las que se propone escribir; y sobre todo V ha visto por el viaje de mloa, que no son los crio–

llos plebeyos los más corrompidos e ignorantes en América, sino aquellos caballeros, que se ven per– didos por no querer usar en aquel país los oficios bajos que aprendieron y usaron en España.

Ahora me acuerdo, Señor Observador, que dejé pasar en su carla la contesfaci6n que merecía aque– lla clausulilla de V, en que hablando de la clase ignorante y corrompida de los criollos deoía. De esta

dose, pues, han saUdo_ los que en opinión de sus

paneglrblas 9 ... a repl'Odudl' enIre los indios estúpi–

dos de S1I pais las glodas de la anllgua alhenas,

BIpaIta, y BoIIIa. Si Señor, los indios estúpidos de nuestro país, gracias a la legislación española, que los etnbnúet:i6, no eran :tales cuando Corlés admira– ba sus insfifuciones, y cuando Pizarro deshacia el más benigno ixnperio de que tienen memoria los si– glos Para que V. vea, que los indios han perdido mucho en vez de ganar oon haber sido conquistados por los Españoles, le recomiendo la lectura del docu– mento número 11, en donde hallará V. cosas muy buenas sobre la esfupidez de aquella gente. Las observaciones de mi paisano D Francisco Yiurrí sa– carán a V de mil dudas en que está, aunque este sabio americano también es de la clase más ignoran– te y corrompida.

Dice V que la facilidad de vlviI' sin lzabaJar, sobre las demás cosas que le he rebatido, es causa de la corrupción e ignorancia de nuesfra gente. ¿Donde es, Señor Observador, donde hay facilidad de vivir sin trabajar? ~Donde dice Ulloa, que se ven muchos Españoles perdidos por no emplearse en los bajos oficios, que usaron y aprendieron en su país? ¿Como se ven perdidos los Españoles en América, como se ven en tanfa miseria, siendo tan fácil vivir sin trabajar? Seguramente será porque esta gente es más torpe que la plebe americana. Seguramente los campos de América se labrarán por sí solos, el trigo y el maíz los producirá la tierra molidos, ama– sados, y cocidos; las casas se levantarán del suelo cuando se necesiten; los algodonales producirán las ielas hechas para vestir a aquellas gentes; los carne. ros darán irabajadas con su lana las mantas, pon– chos, bayetas, bayetones, cordellafes, y pañetes, con que se cubren los más infelices, el calzado les nace– rá en los pies a los Americanos, y los sombreros los hallarán en la cabeza cuando gusten, las minas ob-

sequiarán gratuitamente a los Europeos con sus pe– sos y doblones acuñados; los fruíos, que salen del nuevo mundo para Europa, brotarán del suelo en el esiado en que vienen, y se meterán a bordo de los buques sin intervención humana. Solo así, Señor Observador, podremos concebir el prodigio de ver aquellos pueblos en el estado en que están, y el

mundo lleno de sus productos, sin el trabajo de los Americanos.

En América no se vive sin trabajar, Señor Ob– servador, aunque sea verdad, que puede vivirse allí con un trabajo moderado. Si V. halla, que esto debe ser causa de ignorancia y de corrupción en el mun– do, según los principios de su filosofía, yo hallo, que por el contrario, debe producir cierlo género de lu– ces y de moralidad, que huyen siempre de la mise– ria y de la augustia de un excesivo frabajo. Cuando el hombre puede dedicar algunos rafos al descanso

y a los placeres inocentes, cuando el labrador, el ar– tesano, el jornalero tienen asegurada su existencia con el producto de un frabajo, que no es en ememo penoso, la razón no tiene motivo para abatirse, y debe desenvolverse nafurahnente. En el descanso de las fatigas, que no han agoviado el espíritu, se puede discurrir sobre los objetos que se tienen a la vista ,Sin ansiedad, y sin desesperación, se puede conservar la paz y la armonia en el mafrixnonio, y se deben ver los hijos con amor, y no con pesadum– bre. En este estado feliz se siente la necesidad y la conveniencia de conservar la vida; se aprende a es– timar el valor de la ajena, por la estimación que se hace de la propia, se aliznenta en el alma tranquila la generosidad, el desinterés, la verdadera amistad, y todas las semillas de las virludes sociales. Por esto sucede, Señor Observador, que los Americanos son generalmente dulces, obsequiosos, generosos sin comparación, hospitalarios, buenos amigos, buenos maridos, los padres más amorosos del mundo, y los hombres menos crueles en sus mismos crímenes. Por esto, Señor mal Observador, observó mejor el abafe Raynai, en el tomo V, libro JI, parágrafo 31, que la historia no acusa a los crioDos ninguna baJe– za, ni Iralción de las que manchan los anales de Io– dos los pueblos, y que apenas se nolarA un mimen vergonzoso que h;aya comelido un crioDol que Jamás enll'an en los ánimos de estas genles la cIlslmula–

ci6n, los arlWclos, ni las sospechasl que Ian francos como vivos, no admilen en su comercio aquellos misterios y reserv;as, que ofenden la bondad, deslru– yen el espírilu social, y oprimen la senslblUdadl que son penetrantes y pronlos para concebir y pro– ducil' lodas las Ideas con enel'gial que al Ialenlo de obsel'Var, añaden la fuel'Za de combinar, y que con

esta feUz concurrencla de cuaUdades lnIelecluales, que fonnan el carAdel' del hombre capaz de las más gl'andes empresas, se all'everian a lodo cuando la

razón lo edja de ellos.

Vea V, amigo mio, que diferentes observaciones a las suyas hacía el Señor Raynal, y cuan bien pin– tado está, por aquella pluma divina, el carácter no– ble, franco, y generoso de los criollos IAh, mi amigol Si V nos hubiera conocido mejor, no nos hubiera

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