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« Previous Page Table of Contents Next Page »Aquí hallamos en cuanto a la ignorancia de la plebe, que por ser les mestizos y Jos indios menoS' presuntuosos que 105 Españoles, se dedican ellos so– los a las ades y oficios, mientras aquellos viven en la inieJiciclad, poblNlZa, y miseria: Que los Indios y
mesllizos son los escuUores, 105 plateros, los pintores,
y lan sobresalientes en esla úUima me, que sus Cl»bll'as han mel'ccido grandes eslimaclón en Roma.
Con todo esto, dice nuestro viajero, que domina la pereza y flojedad a aquellas genies No es estraño, pues con el ejemplo de los Españoles deberían ser la misma virtud de la diligencia para no corromper– se, y al mismo tiempo, la escases de obras, la poca utilidad que de su trabajo pueden sacar, y el abati– miento en que yacen mienn-as viven, deben tenerse por suficientes causas de disculpa. Aquellas gen– íes tienen talenío y disposici6n para las artes que lTIás lo necesitan, y podemos creer, que si Quito hu– biese sido colonia de Ingleses, de Franceses, ti Ha. landeses, los Quiteños serían hoy los primeros artis– fas del unjverso, pues todo lo que hasta ahora han adelantado 10 han hecho sin maestros, sin estimulo, y sin provecho.
De la juvenaud distinguida de aquel país, dice, que dedica sus primeros años a los estudios de lilo– soRía, teología, y leyes, siendo asi todos ,:apaces en
eslas facuUades; pero muy codos en las noticias po– lílicas, hislórícas y de ciencias naturales, que contri. buyen al nlayor cuUivo de los elllendimienlos. Nues– tro viajero atribuye esta falta de noticias políticas, históricas y de otras ciencias naturales, a que las gentes que fransitan por aquellos parajes no son a
propósilo para comunicárselas, pero V, Señor Obser– vador, puede observar fácihnenfe, que el Señor Don Antonio Se engaña en esto, porque en ninguna parte los transeúntes van dando lecciones de politica, de historia, ni de otras ciencias naturales, a las gentes que encuentran por el camino. La causa verdadera, única, e invencible de este mal, está en el iltulo 24 del libro 1 9 del apreciable código de Indias, que cie– rra la entrada en América a todo libro, bueno o ma– lo, chico o grande Está también la causa, en que el ánimo generoso de S M C no ha tenido a bien consentir, que se enseñen en nuestros colegios otras cosas, que aquellas que vio el Señor Don Antonio en Ouito, y a fe, que S M. sabía lo que hacía, porque todo lo que los Americanos supiésemos, pasando de los entes de l'a2:ón y las cualidades ocuUas, el femor de Dios y el iemor al Rey, que nos enseñaba la filo– sofía, teología y leyes, 10 demás podía traer muy malas consecuencias
Dejemos al Señor Don Amonio buscando las causas de la pereza quiteña, y pasemos a Lima, en donde halló este viajero a los negros y mulatos bien ocupados en las aries mecánicas, y donde halló tam– bién que aquellos naturales son briosos y dóciles: ninguno consiente ser predominado con vUuperio, y
son muy obecU.enles y reducibles al agrado; aman mucho la dul2:W'a, Denen mucho coraie, y su pun· donor .es lanto, que ni disimula alrenta, ni solicUa lance con provocación o atrevimlenlo. Mire V. que tachas, Señor Observador, las que tiene a,quel demo-
nio de populacho. La nobleza, continúa el viajero,
c:01'1'esponde en sus modales a Jas cil'ClUllslancias de
la calidad, !a comsia brilla en toda sus acciones, y
~J obsequio pmB con los fOl'asleros no conoce lÚftUes, y con agrado brindan el corlejo sin preswnpción nl
lisonja. Finalmente hall6 el Señor Ulloa, que ade. más de la viveza y penel1'ación de enlendimlenlo d~
atlqellos naturales, así en honlb¡:es como en muje.
fleS, los adelanla mucho la cu1lura, adquiriendo pOI'
mllc!io de las conversaciones nuevos quUaJes de per–
lección, (Iue Bes lacilitan las frecuentes ocasiones de
b'a2al' con las pelfsonas de mayol' decencia y luc¡'
mieullll) que pasan do España. Dígame V ahora, Señor Observador, si aquellos naturales adquieren nuevos quilates de perfecci6n con el frato de las per– sonas que van de España ~que quilates no adquiri_ rían con el trato de las personas que pasasen de Pa– rís, de Londres, de Edimburgo, de Berlín y de on-ss parles como estas? Serian sin duela un pasmo de perfección, y esto es lo que han perdido con la mi– serable dependencia de una Metrópoli, que hacién_ dole todo favor, convendremos solo en que no es la
más ilustrada de Europa
Vamos, al fin, con nuestro viajero español a
Chile, y observemos en el camino lo que él observó sobre la navegación del Callao a Valparaíso, en que se tardaba un año de ida y vuelta, hasta que un pilo– io, buscando los vientos generales mar a fuera, con– siguió ir del Callao a Valparaíso en un mes, y volver en quince días, por lo que la Sama Inquisición de Lima lo tuvo por brujo, y le obJíg6 a demostrar, que no era más, que un piloto más hábil que los ofros. Tome V de paso este documento contra las buenas instituciones que ha habido siempre en España para proleger los adelantamientos, y animar a los hom– bres discursivos, y estrañe luego algún defecto qua quede haber en la plebe americana. De los Chile– nos dice únicamente nuestro viajero, que en cuanlo a SIllS cos!wnblfes, y modales no hay dilerenecla a las que quedan advedidas en las anteriores descripclo– wes, mas como no son del todo iguales las que ha hecho de Cartagena, de Quito y de Lima, hubiera sido muy conveniente, que esíe Señor astrónomo y
lnatemático usase en este caso de un poco de aque– lla exac±itud, que debi6 sobrarle de la medida de los grados del meridiano, que fue el principal objeio de su viaje Por tanio encargamos a V, que vea lo que sobre esto dice el académico Feullée en la página 310 del tomo 2' de su viaje, lo que Se halla en el capítulo III de La Pérouse, lo que refiere Vancouver en el capüulo V de su libro 6 9 , 10 que cuenta el In– geniero Frezíer en la relación de Lima, iocando por incidencia la hospitalidad de los Chilenos, y en fin, lo que enseña Malina en el cap II del libro IV de su historia civil de Chile Leyendo V. esto, Señor mío, sabt:á 10 que han dicho los vJaJel'OS, historiado· res, y nabu'ales de América, que han e&CI'UO con más iUosofía.
Me parece pues, Señor Observador, que basta con 10 expuesío para que V. se persuada de que ha– bría hecho mejor en dejar la proposición de SU nú– mero primero como la concibió en su principio, sin
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