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quedo con la mayor consideración su afectísimo ami– go, y reconocido, atento, seguro servidor, y capellán

a.SMB.

DIONISIO TERRA5a y RICJON

Noviembre 16

Señor Observador

Corno la demora que ha sufrido esta carla en lé1 imp!enta, ha dado lugar a que salga a luz antes de ella el número del peri6dico de V, fengo la oportunidad de contestar también a los nuevos errores con qUe nos favorece. Empiezo por la satis– facción que V. nos da en las páginas 97, 98, 99, 100

y 101, sobre lo que dijo en el número anterior contra los criollos, que componen la clase más ignorante y conompida de América

Digo, puos, que si aquella proposici6n fue falsa ..,. calu:rnniosa, la satisfacci6n es en e:rlremo poco cuerda V quiso decir algo para conten!ar al padri– no, pero no supo hacer ni esto siendo tan fácil. Ya yo he dicho sobre la materia lo que convl'lnía, y he defendido mejor que V. al padrino con toda su pa– rentela, teniendo V. entendido que mi defensa es graBs, porque ni tengo ni quiero tener relaciones de interés con gente grande.

Ahora nos sale V. con que hablaba de la plebe o geme baja. ISalida de pie de banco I Pues habría V. dicho una discreción digna de un Observador, asegurando que enfre las clases de América, la de la

plebe es la más ignoll'anle y cOITomplda. Esta ob· selvación es del mismo género que la del Observa·

dar, que ohselVaba· un pueme nuevo, y pregumado ¿que le parecía mejor de la obra? contest6. nada me

pareeG majar, que el ingenio etel qul¡l hizo el puenle, ¡¡oorqna si como lo eeDló a Eo ancho del lio, lo hubiera

echa!llo a lo largo, hahlia conaumido más I!empo y

Inalleriales. Si, Señor mío, así corno todo puente se echa a la a la ancho de los ríos, así la clase haja o

pIlllrJie en fado el :mundo es más ignorante y corrom– pida que las otras, y por eso no V'erá V. observacio– nes de esta clase en escritores que tienen sentido co– mún Mas a pesar de que la plebe de América sea nlás ignorante que la clase literata, dudo mucho que haya un solo individuo entre aquellos más ignoran– fes, que no esté persuadido de que los que estudian en el mundo saben más que los que no estudian. Pero ya que hablamos de plebes, Señor mal Observador, ¿sabe V. que no hay en el mundo una plebe menos ignorante y menos corrompida que la americana? PelO que ha de saber de plebes el que no sabe lo que la palabra significa Lea V los via– jes, Señor mío, lea las historias, lea algo de lo que hay escrifo sobre América, por hombres que saben observar V hallará allí, que la viveza natural que comunica el clima a los seres organizados, suple ventajosamente al hombre en el nuevo mundo por la falta de enseñanzll, que los falemos naturales de

Jos cnollos los hacen '\1Ívos y despierlos, que la sua_ vidad c;iel mismo clima es causa de que sean tan mo. derados, corno sensibles y d6ciles Sin esto era im.

posible que hubiesen conservado la menor armonía con unos hombres tan duros y fieros como los Es. pañoles.

Sepa V mi amigo, que en los anales americanos no se encuentran los rasgos de torpeza y atrocidad que son muy frecuentes en las plebes europeas. Los crímenes de los americanos son siempre crimenes de hombres, que no salen de la esfera común, pero los que I..llí De cometen por soldados o marineros euro– peos son crímenes de fieras disfrazadas con figura humana. Sepa V, que cuando en aquellos pueblos inocentes se oye decir que se ha cometido un hecho a1roz, nadie pregunta quien 10 cometió, pUeS es bien Dabido, que s610 pudo ser un español europeo. Sepa V, que por esto dicen los paisanos de Vi

en América, que los criollos son chicos en fado, pues sus mismos crímenes carecen de la grandeza, o enonnidad, que tienen los de ellos. Y sepa V, en fin, que estas observaciones son muy antiguas, y he– chas por jueces europeos, que han vivido muchos años en América, juzgando criminales. Si V. gusta de más noticias sobre esta materia, no tendré emba– razo en citarle mil autoridades incontestables, que deberán preferirse a las observaciones de aquellos

mlltchos, que le han comado a V. lo que escribe. Ce· lebraría tener ocasión de dedicar una sola carla a este punto interesante, para combatir a V, y a sus 1naesfros, con los hechos y escritos más conocidos y autorizados

Pero ames de conchúr con esta :materia, me se– rá permitido preguntar a V. ¿con qué clase de hom– bres ha co:mparado a la plebe americana? Si ha sido con la de los literatos, con la de los nobles, con la de los eclesiásticos, o con la de los empleados por el Rey, no ha sido ninguna gracia, aunque entre es– tos últimos suelen ir algunos por allá, que se halla– rían muy favorecidos cambiando su ignorancia y su corrupción por las de aquellos plebeyos. Si la com– p".ración ha sido con las otras plebes del mundo, debía haber escrito más claro, y con todo esto, no podria probar la verdad de su aserción, mientras que yo le convencería con solo las gacetas de Londres, de París, de Madrid, y de las demás parles de Euro– pa, que estos populachos son más ignorantes y co– rrompidos que los nuestros Es verdad, mi amigo, que aquí hay muchísimos más individuos en la clase baja que saben leer y escribir, pero la crasa igno– rancia se abriga muy bien en cabezas que conocen los veinte y cinco, veinte y seis, o veimo y siete ca– raderes del alfabeto, así corno cabe muy bien un buen saber en hombres, corno Pizarro y AIrnagro, que no distinguieron jamás la i de la o.

Esto es lo que hay de cierlo en cuanto al InDujo del clima, y las causas morales, que trae V. a cola– ción sin entenderlo. Por lo que respecta I'l la falta de educaci6n, mejor le habría estado a V. no traerle. a la memoria, porque de ella resulta el cargo que le tengo hecho al ignorame y perverso gobierno que V. defiende. Pero ya que ha dado V. en buscar el

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