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« Previous Page Table of Contents Next Page »caudal que este, ha emprendido una obra, que pedía el raejor juicio, los má,,:! exquisilos conocimientos, y el mayor respeto a los principios generalmente re· cibidos entre la gente culta. ¿A quien le hubiera oculTido la ex:lravaganie idea de defender fuera de España el despoiismo de su gobierno, sino a un hombre, que despreciase a fo¿ os los deznásV ¿Quien sino V. se habría atrevido a hablar del código de In– dias, sin saber lo que son Indias, ni lo que el ial código coniieneV ¿En donde estudió V. los eleznen– los de la jurisprudencia, los principios de la legisla– c;.ón, los derechos del hoznbre, los deberes del prín– cipe, las obligaciones cOlnunes de todos los zniem– broa de la sociedad, para saber si el código de Indias
es bueno o znaloV ¿Porqué no nos ha ciiado V. algo de 10 mejor de aquel código'? Solo esto ha faltado para que V diese la última pI1,1eba de que znarece ser ilustrador de Montesquieu.
Para que V sepa lo que confiene el código de Indias le diré, que allí se hallan autorizados sufi– cienteznente todos cuantos atentados pueden comeier los Vireyes, las Audiencias, los Gobernadores, que
ullí Se hallan las leyes qua establecen las rnilas, y los repartimientos de indios, con que se destruyó muy P!Ollio la poca población, que escapó de la es– pada de los conquistadores, que allí se hallan las 1<-,yes escandalosas, por las cuales Se hacen a los indios más viejos menores de edad, I?ara que de es–
i.) lnodo sean :sieIll.pre tratados como niños, que allí so 1.allan las leyes, que privan a los Americanos de cuHivar lo que se cultivaba en España, de cOnlerciar corno cornmciab(l.n los Españoles, y d~ enlplear sus talentos y su industria ~n lo ql.le mejor les pareciese. Si los Americanos saben algo, si tienen algo, si tra. bajan en algo, no lo deben, Señor Observador, al código de Indias, ni al Gobierno de España, lo de– ben a su aplicación, y al clima, que han hecho inú– files los obsiáculos que les oponía el despotismo Ahora nos dice V, que la España no solo ha obec5do una amncslía general a los Insurgenles, sino In a.G1mlsión de los Americanos a lodos los empleos
V honores del Estado en común con les Españoles
El:Ill'opeal!l, y el coincl'Clo ele lodas sus provincias COn
las zmacioncs eldA'anleras. En cuanto a BU amne.-ia, en español amnlstia, ie digo a V, que no es el perdón de haber hecho la revolución lo que nosotros fuimos a buscar con ella, y así es lo que znenos nos ixnporta. nO!Jofros qU81emos ser libres, o morir peleando por la libertad En los empleos que el Rey nos puede dar, él será el servido, y nosoiros los servidores, y por eso no ioxnamos coxno favor el ofrecimiento, ni le dan"los por él gracias. Cada uno de nosotros tie– ne en su país los znedios de vivir independiente. sin servir a Rey ni a Roque, y sin exponers-e a que 10 hagan hoy Ministro, y al día siguiente lo envíen a Ceuta o al infierno Por lo que ioca al coznercio con los extranjeros, ni estos, ni nosotros, soznos tan necios qUe lo crearnos, aunque nos lo ofreciera Fer– nando sobre el honor de su =adre. ¿Y a donde iba el pobre Cádiz entoncesV ~y a donde iba a parar la estropeada EspañaV ¿Cozno es, que no se ha cum– plido la prom.esa'? ¿Porqué no han empezado a ir
los emanjeros a Veracruz, a Lima, y a las demás pEirtes que han esiado bajo la obediencia de S M.V ¡Ah, Padre zníol No son los Americanos, no, tan estúpidos co=o V pien$a. Ellos conocen las uvas de su xnajue10, y no se llevarán el chasco, que se van llevando los pobres Españoles, que esperan aun le> que ofreci6 el Rey en su decreto de 4 de Mayo de 1814 Pero no hay que can.sarse, Señor Observador: no as el comarcio, ni el perdón, ni los e=pleos, lo que nosotros solicilanlos de España, es que nos deje en pa~, que se avenga ella cozno pueda con sus frai– les, su inquisición, y su despofiszno, que nosotros sabernos lo que nos conviene, así ian ignorantes y lan estúpidos cozno V. vá
&l ar.... OI' a la humanidad, siempre unido al del
Utllen aB'~h17I1, y a1 de la lI'edlSud, dice V, que piden CD2ft,lesr IlQ~~5 10$ mot!i05 poli~bles pall'a poner (in a
hlS hU'lb>ul<ewclas de América, "l parla I'emediar en
ella IOli males presenlas y evil8&' los (u.hu'os. Con– vengo con V. en esto sincera=ente, y le encargo que interponga sus buenos oficios para con el Rey de J3spaña, a efecto de que iome el único medio posible, que le queda, de conseguir la pacificación de Amé– rica, y es, que se deje de quijoterías y reconozca nuestra independencia. Puede V decirle, que los Ingleses no perdieron eh los Estados Unidos, ni la décÍl"l1.a. parle de los hoznbres, que él ha hecho morir en el Nl.\evo Mundo, y que no se acredile de =ás inhl.llnano, que lo que eslá ya aaredilado. Pero antes de encargarse V de esta comisión tan honrosa, es justo que nos hagamos cargo de los escrupulos, que le quedan a V que vencer, sobre los intereses de la filosofía, expuestos en el siguiente parágrafo.
Macla Itay más conforme a los iniel'eses de una
filoil1llll!,ja sell'lsible, generosa, y pll'esell'Vadora. Los
de la PoM!lica 1110 pueden diclal' oll'a cosa, sino en el
eldil'avio de lar¡ int:siones, o balo los prestigios de una
mnblc~ón dega. Jl,as convulsiones y ca1anddades
que sufre la Amédca, perjudican a lodas las naclo·
nes, n~ solo POI' ejemplo!$ demasiado peHgrosos, sino porque m¡¡ell'lUmpenla elaboración de las minas, y
el cu1Jivo de los halos con que eUa provee a la Euro–
pa enllel'a, y con que alb:n62da su comercio. Excitan, ac!lemá:i de es~o, un espn-lIu de inquietud y de aven–
turas ~n med~o de les puebles Europeos; hieren la
hnaginación de las genles poco reUexivBS, y son
causa de que muchas ele ellas, en vez de apUc:ane al
~abaio y a la lndu.slña en su patria, la abandolllan para ii:Ir a bU5call' foriuna a la oll'a parle del alh1ánlíco,
.donde se convleaten en pirmas, o se agregan a p8&"
llidas insllIll'gentes, y couen con eUas a roba&' y de.
was~ar el país aieno. La !nc:1inac:lón a esle género
de vida se aumenla, y extiende ISU contagio. El ho–
nor y la InOl'al que mantienen el orden, y promueven
la feUcidad en el mundo civilizado, plantan su fue...
:l:B; y llos hombres adqllleaoen el hábllo de la lel'oci. dad, y se lamiUarlzBII con la depravación y 108
crÍlnenes.
Para evilar iodos esos males, Señor Observador, conviene que se haga cuanto antes lo que acabo de decir a V, que se reconozca znañana mismo nuestra independencia Considere V. el provecho que las
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