Page 70 - RC_1968_02_N89

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dade!'o aspedo. La J:~'Paña, elevada por sus vados dominios, y por sus riquelEas, a un poder colo.sal en

fiennpo de CarlO$ 5' y de Felipe 2", se hizo loanlda.

ble a foclas las naciones de Europa. '1'odas cond· rderon enllonces coniKa eDa una oposición exaIlada, invidia y anbnosldad, y esfa invldia y animosidad, pll'ofundcunenle analgadas, han conlinuado después

qtl0 ella perdió su preponderancia. Se ha procura· do simnpre disminuir, obscurecel' y dlsfamar sus glo– rias; salirh:ai' o zeheria' la conduela de BU goblemo,

y rellu:csentar sus recursos como agolados, su admi· niishadón en el desorden, sus pueblos en la degra. elación y en la miseria, y el Esfado pr6ximo a des· plonuu'se en la ndna. ¿No es esle mismo !renesi el

que dirige el pincel en las manos de los escritores y

ltoveUslas exlraniel'os que ahora se ocupan en plnlBl' la situacl6n ele España, y la de sus provlneias de

.!lmériCB, figul'ando cosas que no exlsfen, y Juzgan.

do de Rodo precipitadamenfe, y al antolo de su Iano

lasia~

No, Señor Observador, no han sido el orgullo, las preocupaciones, ni los zelos nacionales los que han hecho escribir a los sabios extranjeros contra la ceguedad, la impolítica, y la superstici6n del Go–

bien~o Español La España no está para dar zelos a nadie, sino más bien para causar lásf\rna a lodo el mundo Los tiempos que VI clla de Carlos V y de Felipe II son cuentos de antaño, y Montesquieu y Humboldt son escrilores más modernos. Pero ya que V se empeña en traer a colaci6n los tiempos de opulencia de Felipe n, yo le recordaré a V, con todo respeto y sumisión, que debiendo entonces ser Es– paña la más rica de lodas las Potencias de Europa, enfonces fue, entonces, cuando hizo aquella célebre bancarrota, que admir6 a todo el mundo. prueba de que el dinero en manos de la imbecilidad no es ri–

queza Déjese V de andar achacando a InvlcUas y

animosidades lo que solo es producido por la ver– dad. niegue V. lo que pueda negar, exponiendo he– chos capaces de destruir los que cilan los autores que V quiere rebatir, pero no se canse en vano pre– tendiendo anonadar el mérllo justamente merecido de los escritores más célebres. Los que pintan a España degradada y sumergida en la miseria, pin– tan un objeto que está a la vista de todo el mundo, y no pueden engañar a nadie con lo que cada cual puede examinar por sí mismo Con toda la algara– bia que V. ensaria en su papel, por fal1a de razones, no pru,eba más, que la verdad de aquel adagio que dicel quien mal pleito tiene a bulla lo mefe. Vamos a ver si tiene V. mejores razones, que las alegadas hasta ahora, porque de todo lo dicho no se saca un adanne de provecho.

Cuando España emprendi6, sola en lodo el Con. linente Europeo, ~eslsllr al poder alenadol' de NII.

poleón, estos mismos esc:rilo~es y novelldas predije. ran, que eDa sucumblria pronlamenle balo el yugo de aquel Ilero conquJsIado~. Hubo algunos que se– ñaluon el lérmlno dentro del cual predsamenle de. bian queda aseguradas sobre las columnas de Hércules, y sobre los casIiUos de LIsboa, las águilas hanceSBII. Hemos vlsfo como acellaron en esla p~e-

cUceiÓIL Sabemos lamblén uno acedaron en las su.

yas los políticos y filósofOs que desde Monfesqulel(

no han cesado de anunciar por inslBldes la emanci. padón de la A1nérica. CuaJes sean los decefos de la Providencia sobre el resullado de la lucha entre

España y 105 Insurgentes de sus p~ovincias en aque.

Da parle del mundo, no osamos Investigar. Tam.

poco imaginamos que sea Impoatble la separadón de la América en el orden mismo de las cosas huma.

nas. La historia presenla aconlecbnlenlos que no habia podido sospechar la previsi6n. Olros, que ella anunci6 como infalibles, no han lenido eledo. 'rales la i'alibiJidacl de los juicios del hombre, BWl

cuando él medlla pl'ofundamenle y sin prevencl6n, y pronuncia con desinlelés y buena fe.

Despacio, Señor Observador. que V nos atrope_ lla con su carrera. Diganos por Dios ~quienes son esos miSIDos esc.rllores y noveIJsfas, que pronostica_ ron tan mal de las columnas de Hércules y de los castillos de Lisboa? ~Fueron Montesquieu, Hum– boldt, los viajeros de América, o las ánimas bendi– las? Si no fueron los mismos, borre V. 10 escrito, que, aunque pierda algo de su fuerza el terrible ar– gumento, quedará menos vicioso por la falia. que ahora tiene de verdl!!-d. Por otra parle, lo que V. quiere probar con el hecho, cieno o falso que cila, no se prueba de ningún modo, porque la conse– cuencia que pretende V sacar, está en contradicción con lo que diefa la buena l6gica. Los que erraron en su cálculo sobre la suene de España y Portugal, erraron en una conjetura, lo que eS muy fácil de suceder en los sucesos humanos, pero de aquí no se puede deducir, que deben errar siempre, ni nunca, aquellos escritores, que refieren los hechos que tu– vieron a la vista. Por tanto. creo muy fuera de pro– pósito el haber sacado V. a colaci6n los yerros de cálculo para probar la inexactitud de los hechos que no le acomodan.

El sabio Montesquieu, Señor mio, no puede ha– ber escrifo verdades más evidentes, que las que es– cribi6 sobre España y América. Se las repetiré a V. para que las examinemos entre los dos amigable– mente En el capítulo 18 del libro VIII. dice, que España para guardar la América desiruy6 a los ha– bilanfes de esfa, y que hizo, que las colonias depen– diesen de ella hasta para su misma subsistencia. V puede ver en el museo brilánico, que no esfá lejos, la historia manuscrita del Obispo Casas, o Casaus, y

verá que nuesfro Presidente no añadi6 cosa alguna a lo que había dicho aquel celoso y erudilo español, y si duda V de lo que halle en esfa historia. consulte a Nicolás Anfonio en el tomo primero página 149 de su biblioJeca nova hispana, y al doctísimo Feijoo en

el número 49 del discuro lO, tomo 4 de su teatro crilico, viendo en esios sabios españoles la fe que merece nuestro buen Ohispo.

En el libro 26, capítulo 22 dijo el Señor Presi– dente, que los Españoles cruel y estúpidamente acu– saron, juzgaron, e hicieron morir al Inca Atahualpa confra el derecho de las gentes. Este es un hecho tan constante que no admile contradicci6nJ y pudie– ra haber agregado otros muchos que se hallan con-

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