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« Previous Page Table of Contents Next Page »fueries hicimos la guerra lTlás hnpía al alTloroso pa– dre que tanio se desvelaba por nosotros. Mas ya no tiene remedio, hiciIllos el disparate, y debernos sos– tenerlo, COIllO hijos de Españoles cabezudos Nues– ira gente dice, que así va bien, y es preciso dejarla en su lllanía Volvamos, pues. a la de V, que oon–
tin úa corno sigue.
¿Podrá variar el aspecto de las cosas con el awd· lio y las empresas del Lord Cochrane? ¿Que fuenas
y recursos üane él pa3'a llevar al cabo las avenful'lIS qUlle ha ido a buscar enh'e los sublevados de la Amé–
rica Meridional, abandonando su patria, y la gloria del nombll'e inglés? La expedición del Barón Teo· doro a la isla de Córcega pareda menos desaültada.
1\10 es de creer que la del Lord CoclU'ane pueda tener
m~joK' suceso.
Nosotros no quereIllos, Señor Observador. que varíe el aspecto de nuestras cosas, no desearnos más que su continuación, ni querernos que el Lord Cochrane haga otra cosa, que repetir lo que se había hecho ya en Chile antes de la Uegada de su Señoría Con que torne cada año una fragata española de 44
y un convoy, corno lo hizo el Chileno Blanco, antes de mucho tiempo queda la lTlarina peninsular redu– cida a los términos en que estaba en los célebres fiempos del Alnúrante Colón, en aquellos tiempos digo, en que España era tan famosa, tan rica. tan formidable como cuentan nuestras viejas, pero que en realidad solo tenía dos bafeas compradas con toda la joyería de la corona. Con esto podelTlos volver a ver lo que V nos dice de nuevo en la parie más criliea de su obra. en aquella parie en que ne– cesita desenvolver todos sus principios polliicos. to– dos sus conocimientos históricos. todos sus cariapa– cios literarios
Se dice por lodas pades, que España carece de medios proporcionados pal'a someaer y pacificar a la 1lmérica; que la emancipación ene sus col'Oltins es
mi ~e!3ómeno inevlllable en el orden de las cosas hu· manas1 Y que los inie3'eses de la fUosolía se combi· nan ccn los de la política en favor de la Iibedad e independencia de los pueblos de aquel hemisferio. He aquí b'es pll'oposiciones que demandan por su bn. porllaneia la más profunda consideración, un examen
ñgwoso, ir un juicio imparcial y segul:'O.
ValTlos a ver con que arie sale V. del laberinto en que se ha metido Yo iemo que V. va a perderse miserablemente. porque, tan lejos de proveerse del hilo con que se salvó Teseo en el de Creta, V. solo se fía en su propia destreza Montesquieu podía servir a V de lo que sirVió al hijo de Egeo la hija de Minos, pero V esfá dispuesto a reñir con la Illisma pruden– cia !?or mafar al Minotauro AInericano VeaIllOS. pues, co:mo entra y corno sale de este paso peligro–
síshno~
Monllesquieu pinlaba a la América, en principios del sigI'3 pasado, unida a España solo por un hUo,
e~ CU<l.ll no podia lIarda.ll' en romperse sino momen. los.-Los filósofos que han seguido d~scle aquel tiempo hasta nue"skos días, pl'OItunclando sus ol'ác:u. los sobm el d~liIlo de los imperios, y la suetle del Uénel'o hwnano, han I'Opefido con variados colOll'eS
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la misma plnllU.a-a, y anunciado con éniasls la misma profecía. Abriendo el vuelo a su bnagmac:ió.., y
considerando a las cosas en abslrado, o bajo un as. pedo acomodado a sus leorias, eslos filósofos han presentado quimeras, y deslwnbl'ado con su estilo bdUanle y sedudol' a genles que no reflexionan, o que no lienen conocimienlo del esJado vezdadero d-a las cosas. La mayor parle de los viajeros que han recol'I'ido en .dlferentes épocas las l'Ogiones del nuevo mundo, han dado origen sin duda a esla ilusién con descl'ipciones exag~adas y cuenlos maravillosos. Sin tiempo y sin propol'llllón basJanle para sus inves· ligaciones en aquellos vaslos paises, han fOl'mado sus ill1eas con precipitación, y aclmüido sin reparo lo que han oído ele boca de uno u 011'0 individuo deseomamo, alurdido, o mal intencionado. El mis· mo Barón de HwnbohU, a pesar de sus luces y fUan– tropía, ha sido viclima d~ su credulidad en el con· cepSo que Qonnó en Nueva España, no solo sobll'e el
cal'ácler y disposición de sus habitanles, sino tam–
bién sobre muchos punlos de Esladística, legislación,
V economia. asA es como se pll'opagan las nociones er¡uivocadas; y cemo el el'l'Ol:' adquiel[e ciada magia
q¡De sosniellle po:r largo liempo el imperio ele la ilu.
siÓn.
En resumidas cuentas, para V Montesquieu, Huznboldt y todos los filósofos junios son unos !?O– bres diablos ¿Oue lTlucho parecerá ahora todo lo que V dice de los ladrones, asesinos insurgentes, cuando ni el Señor Presidente del Parlamenio de Burdeos, ni el Barón de Humboldt, a quienes iodo el :mundo hace el debido acatamiento, pueden escapar de su rigurosa crítica? Pero ellos se tienen la culpa, porque Se m.etieron a escribir 10 que no podía con– formarse con las ideas de V Si, Señor, :muy bien hecho Dígales V que son unas bestias escritores, que no saben lo' que se pescan, y que si ellos hubie–
Sen estudiado en Sala:manca. o en Vergara, podían haber salido hombres de más provecho ¿Y que di– remos de la demás canalla de los filósofos, que han segui·do al mentecato Montesquieu, sin conocer sus desatinos'? Mejor será dejarlos sumidos en su ig– norancia, en pena del poco juicio con que adopta– ron aquellas quirneras ridículas ¿Y los viajeros siIllplones, que teniendo a su vista las cosas sobre que esclÍbían, Se dejaron e:mbrollar con cuentos de 12turdidos, :me lintencionados y desconientos , corno ese Barón de Humboldt, que escusa darán a V de sus errores'? SeguralTlente que no podrán decir co– sa de provecho, después de haber V. delTlostrado lnatemáticamenie que han errado como unos necios Pero ni había necesidad de que V. se hubiese lTlo– lestado tanio en la exacta demostraci6n de sus ye– rros, con la lTli±ad de 10 que V. ha dicho sobraban los noventa y nueve centécimos. A Moniesquieu, Humboldt. y demás disparateros de és:l:a ralea, se les echa a pasear con un solo menti.s bad.ulaques. Pero, ya qUe V. se empeña en prodigar los conven– cimientos, escucheIllos lo que nos falia.
El orgullo, 1;IS preocupaciones, y los zelos na· clonales contribuyen, como han contribuido simnpre, a que no se vean ni se esliJQen las cosas en su Vél'o
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