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Reino de Chile, m.uy fam.oso en las hisiorias, en los tratados de geografía, y en los libros de hisioria na– tural Si ha hablado V de alguna m.afa de pim.ien–

tos, desde luego convengo en que puede darse muy bien en las riberas del Río de la Plata, pero ha hecho mal de llamarla una de cinco poiencias¡ y si ha que– rido hablar del Reino antiguo de Chile, que hoyes un Estado independienie, el núsm.o trabajo le cosia– ba ponerlo en el río Misisipí que en el Río de la Pla– ta, pues ambos ríos son de América, Henen agua corriente, y pueden tener a sus orillas los países que se les quiera arrimar. ¡Con que Chile en el Río de la Plata I Sea enhorabuena Debe haber habido en el mundo una revolución mayor que la que causó el diluvio universal. Y no la hemos seniido por acá: gracias a Dios ¿Pero a donde habrán ido a parar los Andes, que antes de esie maldito suceso esiaban inierpuesios enfre Chile y las Provincias Unidas del Río de la PIafar Es una lásfima, mi amigo, qUe V no haya adornado su obra con un :mapa de las tie· rras que irae enire manos, o enire los boies de su phuna, porque allí sin duda lenddam.os m.ucho que aprender Allí veríam.os al Brasil m.etido enire San Juan y Mend02a¡ veríamos al Perú sobre el río San Lorenzo: veríamos al Oricono corriendo por sobre las cimas de los Andes: veríamos a México entre las

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ondas del Marañón¡ y veríatnos, en fin, lo que nadie puede imaginarse

Por ahora lo que hallamos escrito de Chile en hisiorias, viajes y frafados de geografía, es, que confina con el Perú por el norte en el desierto de Afacatna, cerca del trópico de Capricornio, por el sur termina en el río Biobio, cerca de los 37 grados de laiHud austral, en donde e=pieza el ierritorio arau– cano, por el esie le rodean los aliísiInos cerros de los Andes, y por el oeste bañan sus costas las aguas del :mar pacífico De cualquier punio de este país al Río de la Plata hay la miserable disiancia de cua– 1rocienias leguas de camino, y ni ahora, ni en tiem– po alguno ha tenido que ver nada Chile con las Pro– vincias Unidas. Antes de la revolución era un Reino in.dependienie de los airas confinanies, y hoyes un Estado del núsmo modo independiente, como lo he– tonos dicho arriba No sabemos, pues, porque nos lo ha sumergido V en aquel río fan lejano.

Por lo expuesto verá V, que no es de InUY fácil digesHón la ensalada que nos ha hecho con la escua.

clll'iila quue ha lIo:rmado el Gobiellno da Buenos Ah'ss,

y la I!l1cn LOKd a:'ochll'cme, que se ha presenlfado en 10$

ma¡:I2:; «lel ¡¡OeluÍ! con pabellón de los insurgentes d~

Chile. Cualquier Americano podrá decir a V, que el Lord Cochlane no liene escuadra alguna, y que aquella que manda esie Lord con pabellón chileno, es la escuadra de Chile, formada por el Gobierno de aquel Estado anies de la llegada de Lord, y después del suceso de Maipu El 13siado de Chile es, pues, el dueño de aquella escUladra, y el Lord Cochrane, ian fam080 como es, solo tiene en ella el Inando que se le ha confiado Anies que esie célebre marino en– irase ai servicío chileno, aquella escuadra había ya asusiado de fal modo a los marinos del Perú, que se habían encenado en el Callao para no salir Inás a

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la mar El Comandante Blanco, natural de Chile, por disposición del Direcior O'Higgins, también chi_ leno, fonnó desde sus principios aquella escuadra, y con dos buques de ella, el San Mariin y la Laularo,

tomó la mejor pieza de Rusia, la nunca bien ponde_ rada Reina MalL'Í1I Isabel de 44, y fados los buques del comboy que llevaba, menos los que se habían exiraviado Anies de esio, la Laudal'o sola se hahía batido con el bergantín Pezuela y la fragafa de S. M C l<:s!mcraahll de 44, llegando a iotnar posesión de esia, que escapó solo por un milagro, como dijo el General Osol'io en el parte de la acción, impreso en la gaceta de LiIna de 29 de Mayo de 1818.

Ahora conocerá V, que las denodadas ampl'esas que a oiros agll"anda la l!aill~asía, y que a V le achica Sl."l deseo, no son tan vanos como V quiere figurarse,

ni quedarán sin efecto por falta de recursos, perie– neciendo a un país, que ha hecho, y eS capaz de ha– cer cosas más grandes Parece desde luego indis– puiable, que quien ha podido hacer 10 más, que es erial la tnarina, podrá hacer los Inenos, que es con– servarla hasia desiruir del iodo los resios de la ene– miga Por oira parte, si V quiere pensar en ello con ioda despleocupación, hallará que no fenemos necesidad de hacer milagros para llevar al cabo nuesiras empresas, pues nuesiro ene:rnigo es jusia– tnenie el tnás bien proporcionado para nuesiras :mi– serables fuerzas, como V. quiere que sean.

Yo no entiendo, amigo y Señor mio, por que país dice V aquello de que no tiene minas, ni agrio

culiura Si lo ha dicho por las Provincias Unidas, no ha dicho V Inucha verdad: porque, sin coniar

con las núnas riquísitnas del Potosí, hay allí las cé– lebres de Uspallacfa y Fama±ina, y porque eS bien sabido, que en aquellas Provincias iodos son agri– culiores. Si no es así, que se me diga ¿de donde se provee aquel país de carnes, de irigo de frutas. de legumbres, y de iodos los de:rnás producios de la fie– rra'? Seguramente Se llevarán de España, o de Tur– quía Si Se ha referido V. a Chile, iodavía es la falta de verdad más noiable, pues no hay un viajero, un hisioriador, un geógrafo bl."leno o malo, q1,le no pre– senie aquel país corno el tnás abundante del mundo conocido, y como el tnás privilegiado por la natura– leza, ianio es su clitna, con.o en sus producciones animales, vegeiales, y núnerales Lea V a Ovalle,

El Malina, El Frezier, a Feul1éu, a Ulloa, a La Párouse, a Vancouver, y a todos los que han escrüo poco o nlucho de a.quel delicioso pa.ís. Pregunte V a cual– quier Peruano ~de donde se surten Lima, y parte de los puerios inienneclios, de frigo, de carnes y trufas secas, de cebo, de cáñatuo, de cebada, de miniesiras,

y de rnani",car El más ignoranie dirá, que de Chile, pero V. no lo creerá, p<:>rque tiene sin duda clocu–

menftltls aiderUgnos, y ll'elaejjones c"adas e implU'cia–

les, que le aseguran, que allí no se produce ni 10 necesario .IP211'1i1 la manwelllllCÍóll mczq~na de los ha–

biJanles.

¡Manutención mezquinal ¿Se maniendrán mez– quina=enie los hombreS, en cuyo país vale la fane– ga de trigo sieie u ocho reales, y la de arina diez Y ocho, o veinte? ¿en donde un carnero vale ¡¡eis o

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