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el 8'40 de la Piafa. El Orinoco es una pueda siempre abierSa a los avenfture1'OS de loclas naciones. I.as

islas vecinas Res proporcionan auxilios, o punlos de reunión; y las i1ilonlañas inaccesibles, y vaslos des. l,Robmlos de Venezuela les ofrecen asilo en sus de–

I'l1Q~as. Mas como ni los insurgentes, ni los avenlu· reros que se agregan a ellos poseen recursos, ni pue– den enconlrados en el país, sus empresas serán siempll'e vanas, Y no podrán 2ener más efeclo que el Il!e prolongar los sulrintienlos de los infelices habi.

fan~.eS de aquellas provincias, o el de lenerlos en conSinua inquielud y zozobra. Es20s males no pue–

d,J¡¡l flennind sino cuando se logre purgar los mares de América de la :mullilud horrible de piratas que los inleslan; y cuando una luerza naval, bien orga– nizada y bien didgida, ponga lenor y escannienlo

a los aventureros que osen acercarse a aquellas cos–

ta!'.

Perdóneme V. que le diga, aznigo mío, que ha caído en mil inconsecuencias ¿Corno ha de haber mucho que hacer en Venezuala, y en las Provincias del Río de la PIafa, para someferlas a la obediencia de España, cuando deja V senfado, que Venezuela

se mantenía bajo esla obediencia, y que en el Río de la Plata reinaba la discordia, se chocaban los par· Ildos, y la clase más respelable, los hacendados y

comell'ci~es anhelaban por verse libres del yugcl

de sus nuevos cUc!adores? Lo que debía V. haber dicho, para ser consecuenfe, era, que en Venezuela no había ya que hacer, y que en el Río de la Plata había muy poco, poquísimo, pues la discordia, los partidos, la clase más respetable, los comerciantes, los hacendados, y todo lo demás, estaban zninando aquel débil edificio A Chile hizo V bien de no zne– terlo en la cuenta de lo difícil, porque ya deja sen– tado que no puede resistir a una de las divisiones que lleguen del Perú ¿Pero como es que el Orinoco Se ha convertido en puerta abierta para los avenfu– reros, cuando anferiormenfe había sido puerla ce– rrada? ¿Quien abrió esta puerta? ¿No la fenía cerrada el sargento Morillo? ~No fenía allí S M C una escuadrilla, un ejército, unas plazas fuerles? c\Porqué no se cierea la puerla que daña tanfo estan– do abierta? Parece de fodo esto, Señor Observador, que debe ser znás poderoso el que puede abrir, que aquel que no es capaz de volver a cerrar, y si no es así explíquenos V. esté znisterio.

Vea V lo que dijo Morillo al Ministro de la GUe– rra en su ofidio de 7 de Marl1;O de 1816, que ponemos entre los documentos bajo el Número IV. y conocerá la impotencia en que estaba aquel general para ÍIn–

pedir lo que sucedió, y el pron6stico, que en medio de Su torpeza no pudo dejar de hacer, sobre lo que

ha sucedido, lo que está sucediendo, y lo que suce– derá finalmente. Hay coSas tan claras, que ni Mo– rillo, ni V, ni nadie puede dejar de ver, por escasos de vista qUé sean, aunc¡ue por colino de su ceguedad hagan vanos esfuerzos para desznenthse a sí mísrnos. NClS referimos, pues, al mismo Morillo en todo lo que contradice a. V sobre la eseases de recursos que pre–

Senia Venezuela a los Insurgentes, yen cuantó a las l1Iolaíias inac:c:esibles C¡ua nos han ofrecido asilo en

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nuestras derrotas, citaremos a V. a cualquiera geo– grafía, en donde verá, que los Insurgentes de Vene– zuela no han estado jamás znetidos enfre montañas, sino en los llanos znás propios para que puedan obrar bien las tres armas de la guerra.

Sobre el término que señala V a los znales que causan los piratas infestadores de los mares de Amé– rica, nada tengo que decir, porque es innegable que dejarán de existir, cuando una luerza naval bien di.

rigsr.la ponga tenor y escarmiento a los aventure'lOs C{uc osen acercarse a aquellas coslas. Estas son las adivinanzas de Pero Grullo. Lo mismo puede decir– se con respecto a toda la insurrección de América, esto es, que terminará cuando los ejércitos Españoles hayan puesto terror y escarmiento a los rebeldes Pero lo malo que hay es, que los aterrados y los es– carmentados van siendo hasta ahora los que V. de– sea que sean escarmenfadores y aterradores. No dudo que znuy en breve se hallará la marina espa– ñola en el estado conveniente para reponer con ven– iaja la falta de crédito que le han causado las des– gracias de la Reina María Isabel, de la Eszneralda, de la Cleopatra, y de foda la escuadra de Monfevi– deo Todo se va disponiendo muy bien para man– tener estas esperanzas, pero entre fanfo volvaznos al

examen de los hechos con que V piensa ilustrar al

znundo

El Río de la Plata parece olrecer esperanzas más lisol1lgeras a 105 que desean la ema.nmpación de la Amédca. La escuadrilla que ha formado el Gobier– no de Buenos Aires, y la del Lord Cochrane que sea presentado en los mares del Pení con pabellón de los insurgemes de Chile, es lo que da nuevo aliento

él esfas esperail1zas. Al medilar, no obslante, sobre

la naturaleza y objelo de esas denodadas empresas que agraBllda la .fantasía a la dis2ancia, pregUnlará cualquiera ¿que recursos liene el gobierno de Bue– nos JUres o el de Chile, para soslener esas luerzas, ni aun para conservlll' por mucho liempo lnás su domi. nación en las provincias que llama Unidas, y que no Jo eslán sino por imaginación? Aquel pais no llene .mnas, ni posee industria. I.a agdcullul'a, más a!!lazada que nunca, desde el ¡jrincipio de sus 1uI'.

bllllcncias, no produce en él ni aun lo necesario para !a manutención mezquina de sus habitantes. Eslos, esiablecidos en varios punlos sobre una superiicie inmensa, y opuestos unos a 0'1'05 en sus inlereses, en sus opiniones, y en sus caprichos, están divididos en diferentes comunidades que se conservan separadas e independienles unas de airas. Las que no se hos– tUi:i:an o se chocan declaradamente, se mandenen a la clisllanda, incomunicadas, descontentas o rivales. MOlÚevideo, Buenos JUres, la Banda orierWil, el Pa. raguay, y Chile forman como cinco Polenclas dite– l'énIes en el Bio de la Plata.

Empezando por donde V. acaba, le diré con el debido respeto, que BUS conocimienfos geográficos son demasiado modernos, o que V. no ha sabido ex– plica.rse sobre lo que quiso decir de Chile.. Yo sé t'or experiencia. <:rue hay dos Chiles en América. el uno es muy parecido al pimiento, y se COnsume mu– cho de él en las comidas znexicanas. el otro es el

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