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« Previous Page Table of Contents Next Page »que los jóvenes de toclo el mundo han comprm}o C1 em–
flellones Se hOlJ fe!JrkCl(.lo íuguetBs be¡;¡~bs, chcmpas boalles, zapcitos bealles, melenCls beclHes, cosas en su– mo, inofellsiv'l;!s pese al engoño que involucran
Pero otr;)s comercicm~es rabI ¡mn IJombc.s atómic(¡s y golpes ele l::s'lCldo En lo misllla aitivCl y engolada In– glaterra, hay UIlOS lores que irafican cen el imperialis– mO y clplauden In clgresión
(1 los pueblos vietnamitas
No nos gU5~ará mucho la música o la cara de los Beallos. Pero (¡coptamos que mm'ccen 01 titulo de ca–
balleros, aun ruando no fuera sino porque han defen– elido públicamente la paz del munelo
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A propósito del bikini, el monoltini, el stti\l-leose y OYlaS formtts de lo ventilación femenina, quienes de– fienden la tesis de que la mujer debe lucir sus encanlos sin cortoflisCls de ninguna IlCltUlcl!eza, porque ha sido hecllCl predsamente para ello, suelen esgrimir el ziguien. le argumanto:
"Si las fleres dejan ver sus corolCls, por qué negCli– les este derecho a las flores de la juventud femenina" Cucmdo menos en el teeltlo y el cine, ~ales flores feme– ninCls acostumbran exhibir sus heimosas corolas, y el
veces todo el conjunlo, con sus pétalos, hojas, ramas y
tallos.
En lo que al teClho se refiere, no vaya a creerse que tal cosa ocurre únicamente en aquellos escenarios consClgrados Cl los ezpectáculos frívolos, como el pica– resco o el burlesco La verdad es que el teatro vercla~
def{lmente culto, cuyo misión es representar los obras mlÍs WJliosgs ele todos los tiempos, recurre
Cl Icls clItis~
las más fClmosc1s para la interpretación cie papeles en que clparecen cOOll)letamente desnudas, semidesnudCls, casi deslludas, etc. Veomos algunos ejemplos
En Estocolmo, en el Teatro NClcionClI del Estado, Ingmar Berglllan, ha dirigido Le Baleon, de Jeem Genet, obrel en la que dos de las más colixm1as actricGs ;:la
Su~cia, Marianne AminoH y Bibí Allderssol1, se Ilrezen– tl'll1 cOmpletCll11ente desnudos, mientras oh as 24 i11téft~re.
tes femeninas llevan apenas lo necesario para diferen– ciarse en algo de los estrellas principales.
En el teatro AteJier cm Naschmarkt, ele Vieno, se representó lo obre de Breehi, Baal, en la que una joven actriz Clparece desnudo. Se recuerda que (nlce algunos afios, en París, Silvia MOllfort, estimCldCl como una de los adriCes más cullCls de Francia y EuroptI, nl:ldo menos que e1octorada en Filosofía en la Sorbona, novelislCl de
tCllerito y enscryistg sagaz, 110 tenía ningún escrúpulo en represeniar lady Godiv~l en el Teatro t:duardo VII, des– nuda por completo.
En la misma época, en el Teatro del GrclI1 Guiñol, Vivían Arlan lucía tocios sus encentas sin inierferencia¡¡ de ningunn dese Y en el Teatro Miche!, ICI japonesa Vol<o Temi, en la comeclia de Francois Ccnnpaux, Cheria Noire, interpretaba su papel sin trapo alguno.
En la misma pieza, ahora presentada por el Tea– Ira de Ir,¡ Potiniére, la mulata Marpesa Dawn, célebre por su ac/uarión en la bella película Orfeo Neglo, tam– bién deslumbraba por su desnudez anochecida.
Continuando en París, en lo tragedia de André Cas– lellol, La reina galante, Chrisline Minazzoli se desnuda– ba en escena. Actriz dramática muy rennmblClda, la Mi– nazzoli se consideró durante mucho tiempo uno de los valores más altos del Teatro Popular de Jean' Vilar.
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la desnudez de lo famoso Clclriz resultoba tanto
más e:<haorc!inmio c'Ji:1nfo tenía 'lU!l dialogar en limpio con 0110 personclje el9 lu obra. POI' este mismo tiempo,
l~rcmco¡r.¡¡ Fabiill1 introdujo prácticamente el monokini, pues en el teayro pCH'jsien¡¡e e¡¡hjbió un escote abierlo re– velaclolClment¡)
Pc;scmt1o o !talin, en i 925, El1senda Annovazzi 110
lenítl :~¡¡¡gún emp(Acbo en prcsenlmse totalmente desnu–
(ju en lel com¡JoñíCl da P,nnibale Ninchi, para interpretar
"r:l
COI nuclo mOfjllífico", ele Cromelynl<.
los clclrkes, conscientes de lo que lo escena de–
memc1a do ella·z, se avienen
Cl realizar cualquier sacrifi– rio en mas del mle t;n el Teatro de la Cometa, de Ro–
mtl, Scilia Gabe! se deznuc/aba sin vergüenza Y Delia D'Alberti, en "¡;, don Jucm involuntario," de Vitaliano
Bnmwt¡, dejabo wer sus vestimentas hasta queclal' sólo
on eClmiso
t.:n Miléln, MarezCl Meneghini, intel pretClba "los COI1– lrt1sl'es," de Giustinil:m, tNmbién en camisa. Ginella Ber–
)~¡:_hi, en !t, comedia ele luigi Canc/oni, "El futuro de ks imbéciles," se desllUl,klba como si hubiera tratado
do ducharse
llJSTORiA VIEJA
t km.is uocun10nlndo la cuestión elel desnudismo en nuestros tiempos. Sin embargo, hay cllltecedentes que ss lemon!:lIl el épúws bastante lejanas de las que vivi· mos. Inclusive, se puede ofilmar que el desnudismo ha e:dstido siempre
Ar.(~to!e Frunce decía que ICls actrices de tealro se desnuclan en eSCelltl con lo mismo imiiforencia de una
COrh%Wltl L'J cor¡'fJille, magnífica, sazonada lengua del gran QU~OI de "la isla de los pingüinos," quería sig– l1if¡cCli" que la l1oturtllidocl profesional, en uno u otro
cuso, conzti(uía un requisito ineludible para el mcior 10–
!J7'::l de Clmbrls fjncjlidCldes. De clhí que a finales del 800, k;$ a; ¡'jztas, tanto del 1eCltro clwm6iieo cu(mto elel cómico,
gU3l'obclI1 demostrar no solamente la gama clesus sen– timienlos in:"eI p10L:¡Hvos, en lel I"Isyque du role, sillo la nir!; g ':l1'i'1 U, ¡lO mellas rkcl y convincente que la primera So 5~lbe, por OiemlJlo, que OlgUI1l::!5 representaciones
¡],;SlCIn~e taini:;;ad(15 de la comeclia del arle, exigían que
ir' s clctricss redtttrclIl sus papeles con los senos descu– bierlos (;n r~rc!l1ckJ o Itelliel, cU(lnclo se representaba "La fltluta mélglccl" o "El adequín enamoraclo", eran íos senos desunclos los elomenlos más enf¿lticos y demostra–
tivos de la ¡ntel pI elación femenina.
Da tcmf,) clesnuck:rze,
Cl veces ya sin nil1gún motivo,
bc:io el impulso pUlO de lo que podía considerarse el
C;tlE~ por el Clrle, Ic¡s mtrices de la Comedia Italiana obli–
\;jmofl el une¡ in~ervención severa por pCll'te del Parlamen–
to ele 1:"orís
Sobre iodo, ClIluellCl5 actrices que inlerpretgban PCl– peles de cril:lc!Cl5 no vacilClbcm en regocijar al público me– dicmte lo generosa demostración de lo que los franceses (mn clenom!nctdo !les globes charmemts
Dos es cri\ores de lo época htm juzgado de manera cOl1tlapuestcl lo dericadcl interpretación ele las criadas en la es cene francesa, De Sommi se regodea cuando ha– bl(.l de las
CI iaelus arloj¿mc!osc el corsé y dejando caer (o e~miz(j para que les globes rhurmants refloten Iibre–
nltN}~e.
Pero, on ccmlbio, Penuci, deplora que "algunas cria–
c1~s impúdicas sólo piensan en desnudarse desde el mis– mo momel1to en que entran en escena".
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