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« Previous Page Table of Contents Next Page »cientes estragos hechos por el Cotopaxi Hizo las nledic10nes de este volcán y del Tungurahua y pro– sigui6 a Riobamba, para escalar el Chi:mborazo, ha– zaña que efectuó sobrepasando, en 1 100 =e±ros, la al±iiud alcanzada por La Condamine La perma– nencia del sabio alemán en la nueva Rioba:mba le penni±ió examinar las ruinas del terremoto de Sical– pe, en las que hizo el valioso hallazgo del i'nanus– crilo dei cacique Zapla, referente al reino de los Quitus anfes de invadirlo Túpac-Yupanqui, padre de Huaina-Cápac Siguiendo siempre al sur airavesa– ron la región de los Cañaris, hasta dar con el famoso camino de los Incas, que unía a Quito con el Cuzco Por esta vía llegaron a Cuenca, no sin haberse dete–
ni.do anies en las ruinas de lnga-Pirca, forlaleza que mandó a consfruir 'l'úpac-Yupanquí coxno primer ja– lón de su conquista en el Reino de los Shyrís y para conmenlorar ta=bién el nacixniento de su hijo Huayrta-Cápac, en tierras ecuatorianas
En lahennosa capilal del Azuay, en Cuenca, Ciudad de los MárnlOles, que son pédestales de be, llís1mas mujere5, permanecieron 105 sabios e>l:cursio– nisias diez días Marcharon después a Loja, donde Humboldt estudió los famosos quinares que libraron del paludisxno a la Marquesa de Chinchona y cuyo alcaloide -la quinina- es la otrenda que el suelo ecualorlano ha hecho en bien de toda la humanidad De Loja parliéron hacia el oriente, internándose en la provincia de Jaén de Bracamoros, que hoy rellene el Perú con flagrante violaoión de los Trata– dos Poniendo en riesgo sus vidas navegaron al raudo y esfreoho Pongo de Manseriche y constata– ron la afluencia de varios ríos quileños que, bajando de los volcanes forman el inmenso río Amazonas o Marañón de cuyos siete mil quinientos kilómetros de cauce corresponden legalmente al Ecuador -en
la margen izquierda- un mil kilómetros de curso libre y toda su ribera.
En el mapa cieniífico levantado por el Barón de Humboldt, desde las Guayanas hasia el paralelo de Lima, inserlado en su grandiosa obra "Viaje por los Países Equinocciales", figuran ambas márgenes del jI..rnazonas perlenecientes a la Real Audiencia de Quito¡ pero el generoso Tratado de Guayaquil, sus–
crito en 1829, redujo esta propiedad a toda la mar_ gen septenfrional del gran río sud-americano De la región axnazónica bajaron los viajeros a Cujamarca donde la audiencia y falsía de Püo:arro y sus cOll1pañéros Se adueñaron del noble Inca Ata– huaJpa, gloria ele Quiío. De esta ciudad histórica, Humboldt sigui6 a Lima, por la vía de Trujillo
A poco de hallarse el sabio prusiano en la fas– Juosá ciudad virreinaticia, comunicó sus impresiones
a don Pedro Mendinueta, Virrey de la Nueva Grana_
da, en los siguientes términos: "En Lima he sido muy bien recibido por el Excmo. señor Virrey, pero cuán–
fa han decaído xnis ideas viendo de cerca este Perú que yo creía 111.ucho más rico, :más cultivado y con nl<:ts genie que el Virreinato de V E. He hallado un país cuyos arenales secos y paramosos ocupan las
dos te¡ceras paries de su terriiorio¡ un pais en que
Se han fundado ciudades demasiado pobladas, cuyo lujo vicioso inficiona los oampos y destruye la posi– biiidad de la riqueza En Lima, centro de este lujo, no hay fainilia alguna que cuente con :30 :mil pesos 'de reMa al año"
El Ecuador debe al sabio Barón de Humboldt la loa cien±üica de sus grandes bellezas naturales y la afirmación, documentada, de su haber territorial que hoy "detenta, manu milifar-e, nuesiro vecino del Sur, a cuya l1bertad política el Ecuador ofrendó su sangre y su dinero
LA CASA DE HUMBOLDT EN QUITO
Con motivo de haberse publicado en el decano
d~ la Prensa Nacional nuestra reciente crónica sobre la visita del sabio prusianó Barón de Humboldt a nues:l.ra capilal y a. oiras ciudades ecuatorianas, aca~
ba de pedinl.os, un culio caballero alemán, que le indiquemos la casa que habitó Humboldt en Quito, durante los seis =eses de SU muy grata perznanen– cia en la cuna de A±ahualpOl y de Jo. Beata Mariana de Jesús Paredes
A la verdad, siempre hemos supuesto que el autor de "Viajes por los Países Equinocciales del Nuevo Mundo", debió pasar más días en las hacien– das linajudas del valle de los Chillos, que en la ciu– dad colonial, donde le asediaban las cortesías del Presidente de la Real Audiencia, empeñado en cum– plir estrictamente las recomendaciones del valido Godoy; Príncipe de Paz Y pensarnos de este modo en vista del objeto y propósilos científicos del Barón de Humboldt quien venía a superarse en su alpinis– mo europeo escalando verdaderos volcanes, midien-
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do COn precisión alturas muy respetables y clasifi– cándose corno el primer andinista de Sud América. Viajaba con Bonpland, el eximio botánico y con Francisco José de Caldas; el sabio popayanés, cuyos cálculos infinitesimales le causaron tanto asonibro por l¡lU irreprochable exactitud Habia dado las es– paldas al mundanismo de las corles europeas y, desde su desembarco en Cumaná, donde presenció una maravillosa lluvia de esrrelIas, se había despo– sado con la Naturaleza Americana, la más extraordi· naria, la más variada, la xnás espléndida del globo Su entrada al antiguo reino de Quito por la rufa
que, desde Angasmayo hasla el Cuzoo, habían iran si±ado los ágiles chasquis, le causó honda admiradór y arrobamiento embrujador. Sobre los Andes, bajc el vuelo dilatado de los cóndores, enire níveos pico! que rasgan el flanco de los cúmulus para soliar cho rros de cobal±o y descubrir cielos tibios y transpa rentes corno los de Nápoles y Estambul, halló a 3001
mehos de altura campos feraces, surcados por líro
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