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que le supo obligar con su favorable acogida en otras ocasiones

Morillo entre tanto, puso todos sus conatos en recuperar la Guayana, conociendo que de allí debia salir la libertad de todo el pais, que gemia bajo la opresion de sus armas, y para esto, reuniendo todas las fuerzas que pudo, se dirigió a aquellos llanos fu– nestos a la tiranía, en donde ha1l6 un nuevo Fabio, que con menos soldados, y sin presentar jamás una batalla, le deió en poco tiempo tan destruido, que se vió obligado a retirarse con la mitad de sus tropas, dejando la otra mitad por trofeos de la prudencia de Bolívar Pero en este mismo espacio de tiempo, en que se vencia en Guayana sin comprometer accion alguna, con solo retirar los ganados para que el hambre hicie– se el oficio de la espada, quemando alguna vez los pastos del campo, que ocupaba el enemigo, y obligán– dole siempre a marchar por todo su camino formado en cuadro, porque era perdido el soldado, o el cuerpo de soldados, que saliese de él; en la misma época digo, se hacia la guerra mas activa en las provincias de Barinas, Cumaná, y Barcelona por los generales Urdane– ta, Bel múdez y Mariño, enviados allí a aprovecharse de la lejanía en que estaba el egército español

De este modo quedó libertada casi toda Venezuela. en el tiempo en que el gefe de los realistas emprendía vanamnte la conquista de Guayana; y en consecuencia de esto, Bolívar se halló en disposicion de mc'lrchar sobre la Nueva Granada, en el momento, en que 10 estacion de las lluvias dejaba intransitables los llanos, por donde Morillo podia volver a probar la suerte, que acababa de encontrar tan adversa, Así fue, que no habiendo obstáculo, que detuviese a Bolivar en Angostura, se dil igíó pOI la provincia de Casanare al corazon de Cundinamarca, y siempre vencedor de los enemigos que le salían al encuentro, llegó al fin a Boyacá, una

jornada de Santa Fé, en donde le esperaban todas las fuerzas españolas, que se habian podido reunir, y que hacian un cuerpo de mas de cuatlo mil hombres Aquí la mas completa victoria, puso en las manos de nuestlo libertador al general enemigo, y [e franqueó la poses ion de una de las mas ricas capitales del nuevo mundo Solo le ha quedado el trabajo de hacer perseguir al Virey, y demos empleados españoles, que huyen des– pavoridos por Jos bosques y caminos extraviados

Este es el estado actual, en que la prudencia, el valor, y la sabia combinacion de un ilustre gefe ameri– cano, ha puesto dos paises importantísimos. Si estas empresas hubieran sido las de un Griego, o de un Ro– mano, anteriores a la época de Plutarco, o del tiempo en que escribía este esCl itor, la posteridad tendl ía el placer de verlas sabiamente referidas; y yo no estaría en el caso de temer, que queden confundidas tan gran· des acciones y virtudes en el olvido, o la ignorancia de

los hombres Pero la América, que ha sido fértil en estos t-Itimos tiempos, en la producción de los héroes com– pOlables a Cimon, a Camilo, a Timoleon, y a Pericles, no de¡ará de presentar una pluma como la de Plutarco, que escriba las vidas de nuestros hombres ilustres Mientras tanto, yo recomendaré a mis compatriotas el egemplo que les ha presentado Bolivar de desinteles personal, abandonando una inmens:l .foltuna a sus ene· migos, para hacer la libertad de su patria, parecido en esto a los heróicos Alaucanos, que quemaban sus casas y destruian sus tierras pala no tener mas bienes que la independencia Les plesentalé el modelo del patriotis-

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mo mas generoso en este Venezolano, que una vez en Caracas, y otra en Angostura se desprendió espanto_ neamente de la suprema autoridad para que dispusiese de ella su nación. Les daré el dechado de la mas noble generosidad, en la accion con que acaba de honrar la causa americana este hombre singular, devolviendo al general Barreiro la espada, que rindió en la ¡amada de Boyacá: ¿Dónde se vió jamas igual nobleza, igual gran– deza de alma? Volver al enemigo aquella arma, que quizá se reserva para cortar traidoramente el hilo de

una vida gloriosa, de una vida, que en el contraste que forma con las de los realistas españoles, les acusará eternamente de los crímenes mas horrendos contra la humanidad y la buena fé ¡Que diferencia tan mons– truosa de principiosl Barreiro hubiera ahorcado igno– miniosamente a Bolívar, si la suerte de las armas hubiera sido tan contraria a este como lo fue al otro; y Bolivar no solo deja con la vida a un enemigo irreconciliable, sino que le honra con una confianza, que puede tener

muy fatales consecuencias, ¡Quiera Dios, que desoyendo Barreiro las lecciones de perfidia, que le dieron en su patl ia, no cometa un nuevo atentado, que cierre para siempre la puerta a la generosidad americana en los sucesos de la presente guerra! ¡Que no haga la pru– dencia una regla general, la necesidad de sofocar en nuestros pechos los sentimientos innatos de la huma– nidad! Y vosotros, Zoilos de los Americanos, vosotros que siempre teneis levantada el hacha cruel de vuestra

crítica, para descargarla sobre aquellos defensores de su patria, que alguna vez se hallaron precisados a usar del derecho de represalias, para contener a sus enemigos inhumanos en los deberes de la justicia, decid: ¿en don– de se vió jamas una moderacion como la nuestra? Nosotlos comprometemos nuestra propia seguridad, por– que nos horrOl iza el ver correr la sangre de nuestros enemigos, cuando la misma necesidad nos obliga a castigar los atentados que cometen en la violacion de los derechos mas sagrados Sed justos, y no tengais dos balanzas para pesar e[ mél ita de las acciones de los hombres.

NUMERO X

Bosquejo del espíritu de las leyes, que han regido la

América, baio el despotismo esp(Jñol.

La legislacion que España di6 al nuevo mundo no podía dejar de corresponder a los principios que gober– naban aquella monarquía, a las ideas de iusticia que se manifeslQlon en la conquista, y al poder absoluto que tenía el legislador para mandar lo que meior le pOlecie– se, sin consultar mas razon que la suya, y sin oir otras representaciones, que las de sus Ministros, empeliados en ser déspotas subalternos Así la Amél ica debía ser

gobernada por Bajaes, como las provincias de Turquía, aunque por no ser es1e nombre español, se adoptase el de Virey, o Gobernador; y así tambien la ley del nuevo mundo debía ser la voluntad de un Gran Señor, que se cJiferenciaba del Turco en llamarse Rey, y en que hacia escribir su voluntad para que se egec'-!tqse mejor '" No dariamos una idea exacta de nuestra legislacion, sino dijésemos, que fUe desde sus principios de tal na–

tUlaleza, que no podia haber un letrado capaz de ins– truirse en ella debidamente. Las leyes se fueron hacien-

* RE copílacion, Lib 3 tito 3 ley 2a .

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