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teverde, entre los días 20 y 26 de Julio de 1812 Esta capitulacion aseguraba la tranquilidad, libertad, y bie· nes de los Caraqueños, que habian tomado parte en lo revolucion; pero los Españoles de Caracas no podian tener mejor fé que los de Chile, el Perú y demos partes

de Amél ica, en donde se vió siempre empeñar la pala– bro del Rey, y de la nacion, para cometer a todo salvo una monstruosa felonía. Así Monteverde se acreditó de violador de la fé pública, con tanto descaro, como Gainza, Osario, Goyeneche y Abascal. Los sencillos Ca– raqueños, des pues de desarmados fueron sumidos. en las prisiones, cargados de grillos y cadenas, confiscados, y destinados a la hala, de donde solo escaparon por aquella vez, en virtud de las hazañas de Bolivar. Este se había substraído del poder del tirano, com– prando su pasaporte al secretario Iturve, y se habia di· rigido a la Nueva Granada, a solicitar de aquel Go– bierno los medios de reponer a su patria en el goce de su libertad. De aquel Gobierno consiguió un cuerpo de tropas, que no llegaba a mil hombres, y con él se diri· gió a Venezuela por Cúcuta, batiéndose con las fuerzas del general Correa, que destroz6 completamente, siendo otro tanto mayores que las suyas Allí aumentó su pe· queño egélcito con los grandes recursos que se le pro– porcionaron; y pOI medio de una rápida serie de triun– fos llegó a Caracas, obligando a Monteverde a encerrar– se en la plaza de Puerto-Cabello.

La rapidez con que se hizo esta célebre jornada, no <;lió lugar para limpiar el país de los varios cuerpos españoles que estaban esparcidos por la superficie de Venezuela; y así, aunque los batió en Carabobo, Araure, Bárbula, Trincheras y Patanemo, pudieron reunirse final– mente en la Puerta, en número triplicado al que como ponian las tropas patriotas. Se dió aquí una accion que fue desgraciada, y de cuyas resultas el bárbaro Boves quedó dueño del país, y Bolivar se vió obligado de nuevo a volver a buscar los auxilios de la Nueva Granada

Por esta vez el Congreso de aquellas provincias le empleó en expediciones de su servicio, nombrándolo Capitán general de la Nueva Granada, y finalmente fue encargado, por la misma autoridad de la empresa de libertar a Santa Marta, que gemia bajo el yugo español Para realizar esto debía surtirse de armas de Cartagena; mas como en esta plaza dominase un partido enemigo de este gefe, se le negaron las armas, se desorganizó la expedición, y para no turbar la paz, en donde no podía estar amistosamente, se embarcó para Jamaica, espe– rando vel el resultado del sitio, que Morillo iba a poner

el aquella plaza de donde le arrojaban

Se hallaba en Kingston, capital de la isla, cuando unos comerciantes españoles de Lima, que habian ido por la vio de Portobelo a negociaciones propias, formaron el proyecto de asesinarlo en su cama, valiéndose para el efecto de un negro, que habia sido esclavo del mismo Bolivar, y que continuaba en su servicio des pues de haber recibido fa libertad. Comprobada la infidelidad de

Pio, que así se llamaba el egecutor de aquel horrible c1sesinato, se dejó la egecucion al arbitrio de este des– dichado; pero la fortuna, que velaba sobre la vida de Bolivar, dispuso que el crimen se cometiese y castigase, quedando ¡leso el destinado a la atroz muerte Aquella noche ocupaba la cama de Bolivar un amigo suyo, que acababa de llegar de los Estados Unidos, D. N Amestoy, quien recibió las puñalas ensangrentado en la mano, confesó quienes eran sus cúmplices, pero habiendo estos

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escapado aquella misma noche, sufrió el pobre sedu– cido solamente, la pena que merecian mejor los viles seductores

Entre tanto, Morillo asolaba los paises infelices que pisaban sus tropas, renovando las brutales escenas de los tiempos de Cortes, Pizarra, Alvarado, Pedrarías y Val– divia. Los caminos de Venezuela y Nueva Granada se llenaban de cuartos de hombres muertos, por las órdenes de este destructor del género humano; pero tan lejos de conseguir, con estas atrocidades, el fin que se proponía, exasperaba los ánimos de aquellos generosos pueblos, en donde hasta los hombres que anteriormente habian sido contrarios a la revolucion, se disponian a abrazarla entonces, con el deseo de vengar ultrages tan horrendos. Bolivar, en estas circunstancias, dejó la isla de Jamaica, y pasó a los Cayos de San Luis, en Santo Domingo, con el objeto de formar una expedicion militar para ocurrír con ella en' auxilio de sus desgraciados compatriotas La empresa era tan difícil como arriesgada, pero todos los riesgos y dificultades fueron vencidos por los esfuer– zos combinados de este infatigable amigo de la patria con el generoso Brion, que empleó toda su fortuna, muy considerable, en allanar los obstáculos que se le oponian De este modo salió Bolívar de Santo Domingo con un cuerpo de tropas, que no pasaba de cuatro cientos hombres, y dirigiéndose al puerto de Juan Griego, en la isla de Margarita, encontró con los buques de guerra españoles, que bloqueaban por orden de Morillo, aque– llas costas Jamas los marinos españoles se portaron mas gallardamente que en aquel combate, pues cla– vando sus banderas en los palos, y combatiendo hasta que perdieron toda su gente, dejaron a Bolivar y Brion, por trofeos de su victoria, un bergantín y una goleta de guerra, sin un hombre vivo, pero con sus banderas enarboladas

En seguida de esto, desembarcó en Juan Griego la tropa que llevaba, y hallando que el célebre Arizmendi tenia a los Españoles reducidos a no salir de la capital de la isla, se reunió con él para arrojarlos de allí, y en efecto fue realizada esta expulsion Despues de li– bertada la ciudad de la Asencion, se dirigió a Carúpano, y de allí a Ocumare, en donde sufrió los primeros con– tratiempos de su empresa Una cadena de circunstan– cias adversas se le opuso desde entonces a los progresos que debía hacer, hasta que se reuni6 en Barcelona con los varios gefes de los patriotas, que lo habian pro– clamado Generalísimo de todas las fuerzas de Venezuefa Sel ia muy satisfactorio para mí el poder referir la cons– tancia con que este hombre grande resistió a las adver– sidades, a las contradicciones, y a todos los obstáculos, que hubieran hecho desmayar a otro cualquiera; pero no debiendo detenerme, sino en aquellos hechos mas nota– bles, que le condugeron al punto de poder y de gloria, en que hoy le vemos, me hallo obligado a pasar rápi– damente por sobre mil circunstancias, de que un historia– dor filosófico, sacará algun dio el fruto que conviene. De Barcelona se dirigió Bolivar a /a Guayana, des– truyendo la fuerza sutil española, que guardaba las bo– cas del Orinoco Tomada la tierra, en donde se halla– ban algunas fuerzas patriotas, emprendió con ellas, y con las que llevaba, la toma de la capital de Guayana, y lo consiguió dentro de muy breves dios Desde en– tonces solo se ocupó nuestro héroe en formar un egérci– to capaz de quitar a Morillo el dominio de Caracas, y

a Sámano el de Santa Fé, obr<:mdo al mismo tiempo como libertador de su patria, y de aquel otro Estado,

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