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« Previous Page Table of Contents Next Page »entrada de Chile a los Españoles; contrarias a las de otro partido, que pensaba sacar mas ventajas de la par– simonia, de la simulación, y las medidas conciliatorias
A O'Higgins no se le ocultó, que cuando se desembaina la espada para esgrimirla contra un tirano, es preciso no volverla a embainar hasta que se haya logrado el objeto; porque la sumision, despues de haber emprendi– do libertarse, solo sirve para recibir el castigo que merece la inconstancia, Sabia del mismo modo, que entre esgri– mir la espada, y mostrar el deseo de hacerlo, no hay la menor diferencia ante los ojos celosos y airados de un déspota, tan fácil de irritarse, como difícil de templarse en su venganza Conocia, en fin, que en las circuns– tancias en que Chile se hallaba, todo se debía esperar de la resolución, y nada de aquélla timidez hipócrita, que para no parecer tan mal, se disfraza con el nombre de prudencia
Como el número de los débiles y mal instruidos es muy superior en todas partes al de los hombres resueltos y verdaderamente ilustrados, dominó en el Congreso de Chile aquel partido, que debia producir los mayores males, con su política absurda y miserable Los resortes del gobierno se entorpecieron, y quedando sin accion para contener en su deber a los malos, se lIeg6 el caso preciso, en que debian sufrir las conse– cuencias los que las habian preparado con su impolítica Tres jóvenes corrompidos se apoderaron de la fuerza, y con ella del gobierno; egercieron sobre aquel pais la tiranía mas cruE1l; disiparon los caudales públicos; hicie– ron nacer el descontento; y fomentaron las desavenen– cias, que debian poner a Chile en manos de sus enemi– gos exteriores Los tres hermanos Carreras, autores de estos males, habian ya preparado la ruina de su patria, cuando el Virey de Lima, en 1813, envi6 un corto egérci– to a Talcahuano, que fue bien recibido, y engrosado, por los cuerpos militares de Concepcion, que se hallaban descontentos y exasperados con la conducta torpe de los tiranos de Chile
Todo hombre sensato conoció, que aquel pais debia ser conquistado por su despreciable enemigo, porque aun eran mas despreciables los gefes, que tenian en sus manos las riendas de aquel Estado desgraciado; pero ni era el tiempo oportuno para trastornar un gobierno, que se apoyaba en la multitud de hombres, que en las revo– luciones quieren vivir del desorden y de la licencia, ni podian los buenos patriotas eximirse del sacrificio de su vida en una guerra tan justa, aunque debiese ser funesta por defecto de los que gobernaban Así O'Higgins, persuadido de la inutilidad de su servidos, quiso cumplir con su deber, sacrificándose por su patria;
y con otros compañeros, tan heroicos como él, ocurrió a tomar el lugar que le correspondia en el egército, reunido por los Carreras en las orillas de Maule Desde los primeros choques que hubo entre realis· tos y patriotas, comenzó O'Higgins a manifestar un valor
y una intrepidez sin igual Muy pronto fue reconocido por el primero de los militares chilenos, por el terror del enemigo, y por las glorias de la patria los mis– mos Carreras, que le odiaban, porque conocian sus sen– timientos, siempre le confiaron aquellas empresas que necesitaban mas talento y valor para ser bien egecuta– d,as, y no pocas veces· se vieron obligados a hacer justi– Cia al mérito de este ilustre guerrero, colmándole de elogios en sus partes Entre otros, es muy digno de n9tarse el que dió D José Miguel Carrera al Gobierno provisorio, con fecha 25 de Octubre de 1813, en el que
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recomienda las acciones del invicto Coronel O' Higgins en Rere, diciendo: que debía contarse por el primer mi– litar del Estado Chileno, capaz de encerrar en sí solo el mérito de todas las glorias y triunfos de la patria. ¡Que satisfaccion no debe causar en una alma justa el ver la confesion del propio mérito en la boca, o en la pluma de los mismos enemigos! Pero esta es una prerrogativa de la virtud, que no pvede jamas disfrutarla el vicio, ni el favor.
Mas ni O'Híggins, ni otros muchos buenos Chilenos podian remediar los majes que aquella guerra oca– sionaba, porque no emanaban de otra fuente, que de aquella, que era preciso cegar con la deposicion de unos gefes ineptos, ignorantes hasta el extremo, cobar– des sin comparacion, y viciosos hasta donde no podia llegar el sufrimiento de los pueblos Así era, que a pesar de los sacrificios públicos, el número de los ene· migas se aumentaba, y las ocasiones favorables de vencerlos se perdian, por falta de talento para cono– cerlas, y por la ignorancia del arte de la guerra en que estaban aquellos generales La cobardía, sobre todo, del general en Gefe, D José Miguel Carrera, era tan grande, que mas de una vez estubo la causa de Chile en el último peliglo, sin que concurriese a ello ningun otro motivo En una sorpresa, que sufrió nuestro egér– cito en cierto po roge llamado el Roble, no lejos de la ciudad de Concepción, el primer movimiento de este general, fue tomar la fuga, y dirigirse a donde estaba otra division mandada por su hermano Don Juan José, y el General Mackenna, abandonando su egército, y caminando algunas leguas despavorido, para \levar a la otra parte la noticia falsa de la pérdida total de las tropas que teniamos en el Roble Entre tanto O'Hig– gins, acudiendo siempre al lugar en donde habia mayor peligro, reuniendo por todas partes los soldados cons– ternados, animándolos con su egemplo, y tomando aque– llas medidas, que solo la serenidad, y el verdadero valor pueden dictar en los momentos críticos, no solo salvó el egército, ya casi perdido, sino que convirtió la primera sorpresa en una victoria muy importante,
Estos sucesos causaron en el ánimo de los soldados chilenos, y en el concepto del enemigo, un respeto muy grande por ü'Higgins, y un excesivo desprecio por los COI reras Por esto, y para evitar la ruina, que ya ame– nazaba muy de cerca, el Gobierno provisorio, que los mismos Carreras formaron en la Capital a su salida para la campaña, ostigado por los clamores de los pue– blos, depuso del mando del egército a aquellos tres tiranos; nombró por general en gefe a O'Higgins, y levantó nuevas tropas para hacerse obedecer, en caso necesario Pero el nuevo general, que no pudo excu– sarse de admitir aquel cargo, o por mejor decir, que no pudo hacer admisibles sus escusas, recibió solo con el título de gefe un esqueleto de egército, que no podio oponerse al enemigo, engrosado ya con los refuerzos llegados de Lima
Después de haber tentado los Carreras el medio de corromper las tropas para resistir con ellas a las dispo– siciones del gobierno, y después tambien de haber cono– cido por experiencia, que los vicios atraen el desprecio de los mismos cómplices, recurrieron, como único recur– so de su baja venganza, a la inicua y fácil empresa de sobornar a sus soldados, para que desertasen, y se fuesen por caminos extraviados a la Capital, en donde pensaban realizar muy pronto una de aquellas revolu· ciones, que otras veces habian hecho pala colocarse
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