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lIa de su colección, Lalll'e1es para aquel cOl'a;¡;ón poeta 'loe cantó, en páginas de helmosa y tel[;a sencillez, las delcías del amor paternal y las glolias indecibles del bOg¡¡I'! De aquel hogal' que añOl'aba tras la leja))]a aZUl

e hipnótica de su tiera natal cuanto más pl'ollibida más limada, y desde donde, al h'avés del tiempo y la distan. cia, se sentía vehementemente reclamado P01' el amor cOlltUl'bado de su esposa infelh: y pOl' las manecitas ano helantes de sus l'apazuelos adorados a quienes n$ vol· vería a ver más! Y víctima incurable del mal del co· l'azón que, según el sentir de sterne, mucho antes di· cito por Salomón, proviene de la esperanza diferida, so· ñaba como San Jel'ónimo, en lo antiguo, con la cuna donde dOlmía Sil lJequeñuelo que había de ser luego el

gran Origenes, y con el dulce poeta mexicano, en lo pl'e. sente, cuando con ojos encantados, ora contemllla los ensayos maternales de su precocisima matl'ona doña lHargot, de un lustro escaso de existencia, con su 10

uo de cela coloreada, ora a su liliputiense y soberbio emperador romano, con su corona de papel, su sabl'e de latón y su manto de tl'apo carmesí~

"Se me hielan los huesos lejos del sol de Venezue· lal"-- exclamaba en su lcgalada vejez y en la plena le· fulgencia de la capital de Fl'aneía, un ex..PI'esl.dente ve. nezolano, de espú'itu atel'rido por el frío glacial de la nostalgia!' Y en el medi() día de su juventud, debe de haber exclamado, así también, en su ostl'acismo, aquel "fecundo artista de la palabra y de la idea, aquel vale· lOSO fustigador del mal, aquel ciudadano activo y vigo– roso cuyo carácter fundido en el CJ'isol del patriotis· mo, obedeció a los impulsos de un corazón todo noble. za e hidalguía " como lo descdbe, al borde de la fo. sa, con admirable exactitud embellecida por genel'osa efusión del sentimiento, su compahiota y panegirista conmovido, don Tl'Ínidad González C, "Se me hielan los huesos, se me hiela el alma, lejos del sol de mi pa– tria y de mi hogar nical agüense!",

y un dia infausto, la bala oficiosa o mercenalÍa de un ente anónimo IlUSO fin doloroso a la blillante exis, tencia de Pedro OfÍíz en el suelo atrayente a donde fue a buscar hospitalidad en su desgracia, seducido por el miraje de felicidad que en él suscitaba, sin dllda, el re– cueldo de la silllllática misíón encabezada pOl' el señor Presidente Soto, a Nical'aguuj bala tiznad,á de cobardl! alevosía que sobre arrancar criminalmente la vida pro. metedol'a y meritolÍa de Pedro Ol'tiz, escapó de tron. citar también en flor, la vida llel no menos ilustle escri· tor nicaragiiense, don Enrique Guzmán.

Erralon incautamente aquellas plumas tl'ascenden· tales de primer orden, de hombres enteramente despre· venidos, en el hecho de el'guir en la palestra que tan prontamente hará temblar el crimen execrable, un empenachado adalidad del resplandeciente ferraje de El Día, Erral'Oll aún, en desoír las voces secretas ago. l'eras de la fatalidad. 'Tu lecho nupcial será tu tumo ba!" -dijo el anuncio fatídico y misterioso en los oidos de aquella IImorosa, encantallora y legendal'ia, que no creyó nunca que amal' pudiese ser un cl'imen, como los señores Guzmán y Ortiz no cl'eyeron tampoco que allá lo fuera para nadie, el brillo del bien por el bien mis· mo, que no supo de las arteras inteJlciones de~ mal. Reposan allá en la culta tiena costanicense los restos del buen esposo, buen padre y buen ciudadauo y

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célebl'e esctitor que fue, eutre 1I0sob'os, Pedro Ortiz, Es IIn debel- del Gobiel no repatl ial'los, como fuel'oll digo namente l'epah íallos los de aquel apuesto y gentíl y va. leJ'oso cllballelo don Alejandro Chamo1'l'o cuya bianca cimel'a abatió la muCl te, tambiéJI en aqnella llel'malla tiel'la de su cal'iño que tan hospitalal'iamente ie acogió; y al cumlllh, como lo hago ahora cuan bicu me es da. ble, con una llisposición de la Academia NicalagüenSe de la Lengua, l'elativa a la preparación y a la presenta. ción de estas bioglafías, sean estos rasgos de la vida de aquel llotable hombl'e de letras que supo honrar a su lmh'ia, 1In intenso homenaje a su memoria y nn acto de asociaci6n y simpatía, en el recuerdo, para la di¡¡na familia residente en Masaya, del infortunado y exce lente e8cl'itol, y la indicación que aquí couSfgno POl' lo que valga, en consonancia, sin duda, con el lleseo general, de la traslación par el Gobierno del Estado, de esos restos que ya han consagJ'ado triplemente el me. lito, la llesventura y el tiempo, al suelo pab'io q.lle le ablÍgue y le duerma, "al l'umOI' de sus pinos" en la eternidad.

Managua, Agosto de 1929

LOS PARTIDOS

En todos los países del mundo, hay una bien mal" cada; línea dívisoria de pl'Íncipios que sepala los bandos llolíticos de un pueblo,

Alejándonos· de la historia de las naciones euro. lleas, cuyos nombles de partido, verbigracia, el Carlis. mo en España la Legitimidad en Funcia, etc" son la síntesis de sus pah ióticas aSllÍl'aciones, así como apal'. tándonos también de Inglaterra y de Estados Unidos, cuyos pal tidos, acordes en la forma y fases secullIlal'ias de Gobierno, difieren en cuanto a detalles pl'incipal. mente económicos, vengamos a nuestras (lenominacio lles nicaragüenses, una de eUas extinta en apaliencia, durante la larga administración que acaba de cesar cOn tan penosos recuerdos pal'a la patria,

Generalmente han sitIo dos las banderas desple– liadas en la arena de nuestlas luchas políticas, con ra· l'as variantes o delivaciones de cOI'ta vida y menor tl-ascendellcia como el Iglosterislno, el Petonismo y Progresismo para el partido conservador, cuyo otifla. lila, dígase cuanto se quiera, ha flameado siemp1e en Nicaragua como el símbolo de la paz y del ol'den, de

las galantías y de la ley, del progl'eso y de la libertad. Zelaya fué el unificadol' de las varias aglUpaciones de desafectos y descontentos, rojos o demagogos, lí–

bel;ales leonesistas y libelllles capitalinos, que sllrglan acá y allá, sin fuerza ni cohesión alguna, replegándose, en el poder, bajo la plofanada bandel'a de la libertad, Salvo algunas honrosas excepciones -como la muy honrosa del actual Prímer Magistrado de la Nación, y otras de escaso número- los más, incluso el propio caudillo del liberalismo, ignoraron siempre la helDlo, sa significación de su estandarte, paseándolo par los

ámbitos¡ de la República, al son de la carmañola tE'J'l'o. rista, como un gulñapl) de fango y sangl'e, pendón del saneulotismo entronizallo, befa y escarnio de la liber tad

Lo que se ha tenido 1101' pal'tldo liberal de Nicara· gua, con la salvellad {le tina pequeña fl'acción disidente,

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