Page 95 - RC_1968_01_N88

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trcl'as, que l'CC01'riÓ en lleregl'j¡mción angustiosa todas las capitales del istmo, en propaganda de prensa pOi' la paz y pOI' la mlión centrnamericanas, fuá su admi. l'ado y luedilecto maestro que lo inició en las tareas [lel lleriodismo en la hoja de su fundación y redacción nombrada LA LIBERTAD; pero teniendo Contreras que abandonar el país y que seguil', por contera, las (lesairadas bandel'as del revolucionario Mora conÍl'a el general Gual'dia, Presidente de Costa Rica y mo– vi(lo el aventajado discíllUlo por el aguijón de la ad– velsidad, se vio obligado a aceptar en Corinto el em– llleo de Tenedor de Libl'OS de una l'espetable casa de comercio, dignificando con ello su entrada a ese mun. [10 de lisueñas perspectivas que es, o se supone ser, la mayoría de etlall,

En 1881 celebró Sil matrimonio con la muy distin– guida y culta señorita Adriana Sandoval, de la buena sociedad de su ciudad natal, y un año después partie– Ion ambos para El Salvadol' en donde colaboró él, con éxito notable, en EL DIARIO DEL COMERCIO Y en

JJA JUVENTUD, y en donde se abdó, a poco, aucho campo en el aprecio y en la simpatía de la generali– dad, sobre todo en el elemento influyente de las esie.

las del Gobierno, que lo llevó adelante hasta ocupa¡' el codiciado y difícil cal'go (le la Secretal'Ía Privada 11e1 señor Presidente Zaldívar, puesto que abandonó en 1885 por quebrantos de salud, cuando se p1'oclama– ba el estado de guel'l'a en Nicaragua pal'a oponerse con El Salvador y Costa Rica al avance de las tropas in–

vaSOlas del General Barrios, I).ue debían imponer la unión centroamericana por el medio imposible de la violencia y la sangl'e. Conocedor, como lo era, el se– ñor Presidente Dr Cát'denas de las In'iIlantes aptitu. des de Ortiz lo hizo inmediatamente su Secretal'io Privado qne lo acompañó durante toda la campaña, en el Cuartel Genct'al de Olleraciones, en Ilonde se hizo Ol,tiz acreedol' al grado de Corouel Efectivo, y donde empezó a dar tales muestras de superiol'iilad indiscu– tible en el desempeño de sus laboriosas funciones de secretaría, hasta el punto de qne llegase a conside– rarse el epistolario pl'esidencial de aquella recordada y combatida Administración, C01\10 obm (le difícil ejemplo l¡ara las llersonas (le mejor pl'ellal'aeión que tnviel'ou lllego esta oficina a su cal'go.

Al emÍllente repúblico que se llamó el dOCtOl' don Adán Cál'denas, sucedió en la PI'esidencia del Estado, la no menos alta y no menos ilust1'e y patriótica perso– na1illad de don Evaristo Carazo que, en la palabl'a jus. ticiera Ilel llropio 01 tiz, representaba '(el principio de orden en su model'aciónj el llrincipio de economía en su sobriedad; el principio (le libel'tad en su tole– rancia; el espíl'itu Ile pl'ogreso en su carácter empren– derlOl'; y el espídtu de l'eforma, en las ideas avanza– itas y en S1l pl'ofuudo buen sentido que... propendía al llerfeecionamiento político y social..." Sería pl'eciso añadh' aún, que fué además de fiel encarnación del espíritu democrático americano y del de un extensi. vo y respetuoso acatamiento a la ley, patentizado en el libre e illexcepcional funcionamiento de ésta en la época de su Mando, sin que la más leve sombl'a de 110101' inferido a sus cotcl'l'áneos en su corto y fl'UCtí– fero lle1'íodo administ1'ativo hubiese podido venh;, en ningnna hora, a mengual' los bienes distribuidos por

su mano, ni a contUl'bal' su conciencia de Mandatario y de caballero de pl'estantisima condición.

El presidente Calazo lo nombró, con mucho acier– to, Subsecretal'io de Relaciones ExteriOl'es, puesto que (lesempeñó muy dignamente hasta la muerte de este ejemplar Jefe de Oobiel'llO, "cuyas buenas obras man– tendrán encendida en el cOl'azón (le la patria, la llama viva del l'econochniento".

Luego vino la expatl'iación (le Pedl'o Ortiz a Coso ta Rica, y poco tiempo después, su temprana muerte acaecida trágicamente en aquella República, el diez de selltiembl'e de 1892.

Dijo DlUY bien EL PORVENIR DE CENTRO AME– RICA, en su magnífica necrología de Pedl'o ortiz, que si hubiese él vivitlo en ohos países distintos de los nuestros en donde, como aquí, la dedicación a las le– ti'as "figuran entre los modos (le vivir que no dan de de vivir", no se habría visto obligado a eutrar tan de lleno en esas agitaciones políticas que sobre gastar los filos de la inteligencia y de la mOl'aI, redundan fl'e– cuentemente en mengua de los grandes intereses de los pueblos. Y es, que Ol'tlz nació y vivió para las letras, en las que, en planos de maYOl' amplitud y ele. vación, hubiel'a descollado, libre de las trabas de la mediocridad ambiente, a la altura de los mejores Pl'O– sistas del habla castellana,

La nota sobresalientemente característica de Pe–

11l'0 Ortiz, era su feliz disposición y admirable prepa– ¡'ación para el periodismo profesional, esa escuela que obliga al pel'iodlsta a seguir acuciosamente, para el público, la corriente de los sucesos, y el movimiento científico, adístlco, literario, industrial y político, no sólo del lugar de su actuación sino de la totalidad cuI– ta del globo; esa tl'ibuna, inspiradora y directora de la opinión pública, desde donde los más capacitados y entusiastas, haciendo tornavoz de sus columnas, tras– miten sus ol'1entaciones y expel'ienclas a los pueblos suspensos, a diario, de la novedad de su infortnación e instruccIón.

Desde muy joven hizo lucidamente sus primeras

lIl'~nas, como !a lo be recordado antes, en la hoja

~dItal1~. en Leon, LA LIBERTAD, bajo la diJ:ección y

~ edacClon del orador y publicista de renombl'e, Alva– ro C?ntreras Colabol'Ó luego, como también quel1al'a ya dlCltO, en dos imporiantes cotidianos de la capital cuscatleca, De vuelta en Managua, fundó los diarios EL IMPARCIAL y EL PAIS, 110Y de consulta casi im–

posible, que regish'an la mayor parte de su interesan. te, valiosa y val'lada producción literal'ia. Fué asiduo conesponsal de EL DIA«IO NICARAGUENSE, antes

y después de andar al 11101'1'0 COn este decano venera– ble de la prensa nacional, y publicó algunos vi– brantes y apasionados folletos de carácter esencial mente político como LA LUCHA DEL DIA, ULTRA. JES y DELITOS IMAGINARIOS, YEL TRATADO DE JULIO Y SUS IMPUGNADORES, fuera de otros del género litel'arlo, entre los que recuerdn, su sentido l1iscurso en los funerales del Sr, Presidente Carazo, que ciertamente cautiva por la fluente belleza del sen– timiento y de la fl'ase sinceramente exaltadores de los múltiples mel'ecimientos de tan esclarecido 00–

bel'nante que iba a dormir su sueño eterno, al fin en paz, allá en la cima de la dominante colina del ce-

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