Page 82 - RC_1968_01_N88

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bre todo. luz y más luz. El consejo privado de Guz· mán se había ensanchado con muchos conservadores, amigos particula.ras.

De pronto la mirada fue a Occidente. Entre el Li. cenciado Zepeda y Guzmán había amistad íntima. '1

éste pensó en aquel para entrar en relaciones con el partido conservador de León. amparándose a la pode– rosísima influencia dal amigo. Zepada. aunque Ma. gistrado de la Code Suprema de Justicia, adver~aba

francamente a Marlínez. cosa permitida en su posi– ción. sólo a Zepeda; y a mí me cupo la alta honra de ser designado para hablar con él. no por supuesto. co· mo diplomático. que eso hubiera sido mucho para mi diminula persona. sino simplemente como portavoz de Guzmán. Mi encargo debía hacerse en secreto; pero yo era uno de los admiradores del Licenciado Zepada, tenía acceso a lIU casa. y mis visitas de la ocasión na po– dían inspirar nínguna descont'ianza.

Así, pues. cuando llegué a León. mi primera visita fue para él. Le entregué la carta de Guzmán. MI

CBEDENCIAL. la leyó y luego me dijo; "hablemos"– Voy derecho al punto. como militar, Licenciado, le di.

je- Don Fernando quiere todo su apoyo y por su me– dío. el apoyo del partido conservador de León. de Occi. dente si es posible. y aquí están. en este papel. SllS ti– tulas que tal vez le dan derecho a esperarlo. y le en. tregué el manifiesto. Lo leyó una vez y vofvió a leer. lo otra vez. y luego dijo: lo acepto todo con satisfac– ción -es lo que necesitamos, un cambio completo e¡"

todo- Por lo que haca a mí eso me basta: pero en cuanto al partido, se necesita algo más. Veamos su ministerio-¿lo tiene ya escogido? Sí. señor. a reserva de las objeciones que pueda Ud. hacerle. Ayón. en pri– mer lugar-Feli:?l elección. la aplaudo de todo cora. zÓll-don elato Mayorga-jUuunl murmuró él-Pero h!!y que darle representación al marlinismo. Licencia· do. aÚn cuando se va a proceder contra él. y con más razón. tal ve:.: por eso. Don Cleto es persona que hace en su partido. tiene ínfulas de hombre muy entendido en hacienda. y es ese ministerio en el que ha pensado don Fernando para él - No está mal hilvanado todo eso; ¡pase mi señor don Cleto!- Don Al1selmo H. Ri. vas. dije. con el temor de un niño de escuela en pre· sencia del maestro. Entre Zapeda y don Anselmo ha. bía de por medio cuestiones de imprenta; ataques te rribles. por el ridículo, de éste contra aquél. por asun. tos abogadiles de Figueroa (Eusebio) de quien dan An selmo era apasionado amIgo. con Zepeda. dos contra· partes en el ruidoso asunto de Hato Grande. y temía

yo que aquel recuerdo viniera ahora sobre el tapete– Veamos despacio a este señor. Por de pronto. yo le encuanlro el defecto de su carácter violento-- Sí. señor. ese mismo defecto le tacharon en Granada algunos de sus propios amigos-jSi! ¿Y qué se dijo en contrario?– Admite. don Fernando. el carácter apasionado de don Anselmo; pero con respecto a Marfínez. personalmente

él Martíllez. le consto que es su amigo. y lo aprecia en alto grado: su violencia es solamente contra Jos desa. fueros del martinismo. yeso tal vez obligado por las luchas del periodismo--plensa, por otro parte. que es uno de los primeros talentos de su partido. y que por eso y su desUerro y por la absoluta confianza que ins·

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pira a los suyos. es muy digno de ocupar el puesto se. ñalado. -Aceptado. y aceptado con gutio-.

Aplaudió el nombramiento del Dr. don Teodoro Delgadillo. y luego. dijo: "Ya salimos de lo más hondo. vamos ahora a los nombramientos infetiores.- Respec to a eso. no habrá ninguna cueslión. reproduje yo - Oro ganícese una junta directiva del partido. U. Presidente. condición indispensable para don Fernando. e indique ella todor. los empleados de León. iMagníiíco! Nada que objetar: estamos enteramente de acuerdo. Ahora

me toca a obrar y desde hoy entro en acción Den· tro de ires días le comunicaré el resultado. y al cabo

de los cuales la resoluci6n fue una victoria: el partido conservador de León se unía a Guzmán.

Ha conservado mi memoria en todos sus detalles a–

quellas pláticas políticas con Zepeda. y me complazco

en reproducirlas. suponiéndolas de cierto interés his tórico.

y mientras yo efectuaba esta comisión. otra perso– na. muy adecuada al caso. había sido designada pllra hacer ver a Martínez la necesidad de cierto cambio en la política. y que para sus traerlo ti él de que. jas y molestias continuas. había pensado Guzmán

e<1 una misión a Europa. tanto más conveniente para Martíne:!. cuanto que su salud quebrantada necesitaba de cambio de clima y de descanilo. Martínez aceptó las dieslraq insinuaciones del comisionado. y no se opuso ni al decreto de amnistía. ni a la idea de formar un ministerio que representase a todos los partidos. a fin

de procurar una reconciliación general.

Ya se deja ver aquí qué lejos estaba de su ánimo la idea de rebelión.

y preparadas asi las cosas se esperó el primera do

uw,zo para la loma de posesión, y cuando se estaba yn

en las vísperas del día tan deseado de todos. estalló con fuerza el cólera en Managua. impidiendo esta cir– cunstancia ser allá la recepción presidencial. Tomó posesión en Masaya. de la manera prevista de ante– mono. y de la falta de inmediata comunicación en aque– llos días con Managua. tan excusable por la terrible epidemia. nacieron. sin embargo. como sucede con freo cuencia entre nosotros en esas situaciones políticas d& z030bras. todos esos susurros de desconfiaJ1Zas. y la gente desocupad¡¡¡ y amiga de sembrar la inquietud. osa a quienes se les da el 'Característico nombre do bomberos. esos inventaron el cuento de la rebelión. No, me complazco yo en atestiguar que la conducta de MarlÍnez en eSlIs precisas circunstancias. fUe sin ta{;ha alguna. Aún después. cuando ya fue conocido en el país el manifiesto presidencial. y cayó en el campo martinisla con el estruendo y espanto del rayo. y qui– sieron los jefes milit!!res. que eran dueños de los cuar· teles en el país. alzarse contra Guzmán. Martinez apa

ciguó con las palabras de Neptuno. las bIas embrave. cidas de su partido: y si mas tarde se alzó CO\1tr& el mismo gobierno. fue por aira causas. y eso es otra his· toria.

Rivas. 3 de julio de 1931.

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