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codeza del hule, y el de las mujeres de una MANTA, a manera de enaguas, hecha por lo general de la misma corteza, y a veces de una tela de algodón eni¡oelegida de plumas, lo que desde luego constituye el SUMUN de la elegancia: y llevan a su cuello collares. y a sus bra. zas pulzeras, que forman con semillas adecuadas de una fruta especial: pero la verdadera TOILET consiste en la pintura, sobre cara, brazos y piernas en los hom bres, y de solo el rostro en las mujeres. Ahí está todo el arte y el orgullo del indio.

Tienen también sus amores, con sus idilíos encan íadores. ¿Por qué no? ¿No brotan flores todos los campos? Lla juventud donde quiera brota también la suya que es el amor, el mismo que da a la tórtola el arrullo y pone en su lindo pico de nlaIfil su irresistible ley de ah'acción: y en este caso el galán hace su 'l'OILET con más esmero, y lanza su dardo contra las más visto. sas aves cuyas lindo plumaje va a depositar a los pies de la que encadena su corazón. y el idilio acaba, de ordinario. en que ambas familias de los enamorados. construyen una choza, un nido de amor, nevan a él a los amantes y ahí los abandona a sus propias fuerzas y a su ventura.

VI

Libre de la denominación española vivían los in. dios, tranquilos V contentos, al amparo de sus inacce. sibles montañas occidentales, sin desear otra cosa que el esta·r de buenas con los espíritus malos.

Pero el hombre sobre la tierra no es otra cosa que leve paja llevada de aquí y de allá por los vientos, sin ser parte en las evoluciones de su propio destino. Allá lejos sopló la tempestad y trajo la guerra entre Es. paña e Inglaterra, y como incidente maldito, a los pi– ratas a la costa de Nicaragua en el Atlántico. haciendo de Bluefields y el Cabo sus madrigueras, domina.'1do. desde luego, el territorio. Pasaron los indios a su ser. vidumbre. eran llevados a sus expediciones y algunas veces vendidos en distantes lugares, y sus mujeres más apetitosas, a ser las esclavas de sus eñore. Por fortuna para los indios, la piratería pasó rápida como un ráfaga del huracán: había nacido de la guerra y se disipó con la pa~ de aquellas naciones; y los tímidos mosquitos tornaron a su vida de molicie, sin más inquietudes que temer.

Pero algo, sin duda. debía pasar en la mansión de hls espíritus que los traía tan enemigos del reposo de aquellos, porque,

¡¡, poco, dos gigantes se disputan en el mundo la preeminencia de un futuro canal intero ceánico por este istmo. y al uno, para poner desde luego una pica en Flandes, ocurriósele hacer de los lnosquitos una nación, y erigirse él en protector; y del dicho al hecho. nació la mona:;:quía. mosquita, y su bandera, al amparo de Inglaterra, flameó desde San Juan del Norte hasta el Cabo de Gracias a Dios. Los indios. con too da y ser soberanos, volvieron a ver el mundo al revés ¡Si ellos no querían otra cosa que el olvido! Pero en esta ocasión su grande destino no pasó más que de sus. too De ellos no se quería más que el nombre, y para el simulacro bastaba uno solo que hiciera de rey; el titiri– tea ya estaría detrás. De los dos pueblos indios y zam. bos, se hizo uno solo, el pueblo mosquito, y se le dio forma, estableciendo congreso, poder ejecutivo y judi.

cia!, siendo Bluefields la capital: y mientras asi se enfrenó a los zambos. con lo cual ganó mucho la cos– ta, dejó quietos y pacíficos a los indios en sus palen. ques manejarse conforme a sus usos y costumbres. cosa inesperada para ellos. No se les molestó en nada: pe. ro tampoco se hizo nada en su provecho. La civiliza. ción inglesa no reflejaba un rayo de luz por entre aqueo llas chozas. Fueron los sacerdotes moravos los que ::nás tal de, en misión evangélica. llevaron a ellos con unción la santa comunión del espíritu. Hicieron pri.

nle~o los moravos un reconocimiento general del lugar en 1847, y en 1849 fundaron su primer establecimiento en Bluefields, empezando a extender su doctrina entre los mulatos, y luego fueron extendiendo su acción bien· hechora a lo largo de la costa entre las diferentes tri. bus de indios.

Así, lentamente, pero con eficacia, han venido re· fOl'mando entre los indios. vicios y costumbres y le, vantando su desplorable estado sorial por la religión que suaviza el carácter y moryera las pasiones, ense. ñándolos Si leer y escribir e inspirándoles hábitos de trabajo.

Son partes estos sacerdotes de una sociedad católi· ca catequizadora llamada la iglesia Morava, que tiene

SU centro en Hernhut, dirigido por una; junta cenh'al compuesta de alemanes, ingleses y americanos, sujetoll

11 un Sínodo general.

Esiablecidos los moravos en la Costa en tiempo del protectorado, fueron tomados por los nicaragüenses, con marcada ligerezlll de juicio, como los instrumentos de la dominación, como si los ingleses hubieran de menes– ter tal cosa, y de ahí' nace que no fuese generalmente apreciada entre nosotros su obra meritoria, y es tiem. po ya de hacérseles la. debida justicia. En algunas partes su labor ha alcanzado ya un éxito completo, como en los RAMAH. la menor de las tribus, cuyos in. dividuos. tranfsormados por la educación y el trabajo. alca,nzan en la sociedad el nivel general: en las otras tribus, más numerosas y más extendidas en el terri torio, el trabajo ha debido ir más lento: pero siempre en progresión.

Al impulso del otro gigante de la contienda, bam. holeó y vino al suelo sin estrépito, en 1860, la mona!

q~ía. y de sus ruinas nació la Reserva: pero siempl'e vmo e quedar para nosotros como aquellos diminutos principados de la antigua Alemania, un pedazo de Ja. maica incrustado en la Costa, un punto discontinuo del territorio de la República, con autoridades extrañas, otras leyes, otros usos, otras costnmbres._ El DESIDE.

R~TUM. por consiguiente, de todos los gobiernos del pals, era la completa unidad nacional, y en ello empe ñóse particularmente la administración Carazo: más la fortuna dióle la gloria a la presente administración: y el tratado que acaba de celebrar con Inglaterra, y que es ya ley de la República, por el cual se reincorpora por completo la Reserva a Nicaragua, es hermoso timo bre de su gobierno, y motivo ese acto de justo regocijo patriótico. Por él. no hay más solución de continuidad territorial, no habrá dos pueblos distintos con leyes di. ferentes. sino un solo pueblo. el nicaragüense, una sola ley para todos: y así por eSte camino, entran hoy los indios mosquitos a la masa común de los nicaragüenses. nivas, 4 dI! Septiembre de 1906.

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