Page 77 - RC_1968_01_N88

This is a SEO version of RC_1968_01_N88. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

sin ese espífHu indómito de una faza varonil, decimos: pero sí con el instinto de la IIbodad, natural hasta en los bfutoS. De esa familia de los caribisis, son hoy sus fepresentantes las tres ramas distintas. de indios que forman la Reserva, Ramath, Sumos y Woolvas: pero dE una sola lengua: la mosquita La primera de estas ra mas, la menos numerosa, está establecida a poac dis· tancia de Bluefields, hacia el Sur: la segunda, se en– cuentra en el interior a 10 largo de los ríos Grande. Pfinzapolko, Wounta. Wawa, Wank y ob:os tributal'ios;

y la (¡lfima, en la montaña donde nace el río Escondido

y en los tributarios de éste.

Tienen los indios un c:aráctef suave, humilde, sim pálico, y por sus condiciones, como por su origen. nos inspiran profundo interés. ¡Qué sabe si no vemos en ellos un como vislumbre de algo de su historia que

refleja en nosotros un día. no muy lejano. cuando fren te a frente de otra raza, en mejores condiciones que la nuestra para lucha por la vida, tengamos que ceder el lugar a una teuible ley de la fuerza!

Viven los indios en pequeñas poblaciones a orillas de los lagos y de los rÍos- eri casas que son un tejido de varas cubiertas con palmas, lJa caza y la pesca son sus principales ocupaciones, y alternando con la mujer, cultivan en pequeñas porciones, yuca, quequisque, plá. tanos, maíz, etc" para sus necesidades ordinarias. po seer ganado es su más ardiente aspiración;, pero esto no está al alcance de la generalidad.

Indolentes por naturaleza, y dominados por el vi. cio de la embriaguez con detestables bebidas fermen tadas que ellos preparan, echan a peder la índole de su cal'ácfer y tienden ill la degradación de su naturaleza intelectual.

Dijimos anteriormente que eran inclinados a la poligamia: pero hay también numerosas excepciones de monogamia. En este caso, dice Levy, son terriblemen– te celosos, concepto al que no adhel'imos, por que II

ello se opone la indolencia de su carácter, y sus modos de t¡'atal' las cuestiones de adulterio. Desconfiados, eSfl sí. y lo atestigua la flagelación del cacique a su mujer a la vuelta de un viaje, de que hemos hablado: pero sacar de este caso un Otelo, no hay tela para hacerlo No es el carácter del indio de la Reserva para l<:s gran des pasiones, y mucho menos en el medio en que vive. Rivas, 23 de agosto de 190G.

V

La sinceridad de caráéfer y su indolencia, unida a su vida de molicie y de embriaguez, hacen desconocido para los indios las grandes crímenes, y par ende los grandes castigos. La pena de muerte no la conocie. ron ellos, sino cuando la importaron, por medio de la horca, los ingleses, con profundo horror para los indias, sin embarg-::>, de estar estos muy lejos de ella. Allá en sus tiempos de independencia, cuando acontecía un ho' micidio poi' una rara casualidad, entonces un cons13jo de ancianos precidido po el jefe (cacique), dictaba una sentencia de extrañamiento, y se ejecutaba poniendo a la disposición del delincuente un bote. en el cual pa,r· tía para siempre con su familia el desgraciado, yendo a poblar otro pedazo de tierra que le gusta~e, Hasta hace muy poco tiempo se extinguió en las márgenes del río San Juan, en un punto llamado Melchora, una fa milia mUy antigua, procedente de estos indics, desarrai-

48

gada de su suelo nativo por un hecho de limeda, y en virtud de la costumbre descrita Al pito del vapor en Melchara" donde se detenía, a lomar leña, se veía apa. recer un hombre, alto, fuerte. con el pelo tendida sobre los hombros, sin sombrero, pintarnjado de colorado su rostro, de pie en Ul'l. bote que manejaba con agilidad suma, y a qUien una imaginación viva, podía transfigu rar, con mucha facilidad, en el genio del río que in. quiría sobre el inusifado silbido que lurbaba la majes– tuosa soledad del lugar. oPr ese indio, que siempre hacía su visita al vapor, dOllde fodas las veces era reci_ bido con cariño, supimoll nosotros un día'. las vicisitudes de su familia, y el nombre de 1ln hel'mano que tuvo llamado VEGA, y de una hermana que tenía, MER– CEDITAS. Esos dos nombres despertaron al momellto

e~ nosotros una curiosidad muy grande, se nos impu_ SlerOll como logogrifo ENDEMONIADO, fueron por mucho rato un clavo en el cerebro. ¡Vega y Mercedi.

t~S! Y daban vuelta y revueltas por la mollera. ¿Qué VIenen hacer aquí entre los indios eslos dos nombres de pura filiación granadina? De pronto dimos Con el enig. ma, exclamando COn la alegría del filósofo antiguo' jeureka! Recordamos que don Fulgendo Vega ' • d I t ' ., ' a ralZ e a efml~aClOn~? la guerra nacional. fue nombrado

~n su capacldad m~hta:r d~ c:oronel, inspector del lago y río, y que en su vlrtud hlZO Un viaje a El Castillo, con lo cu~l quedaba explicado lodo Don Fulgencia se en.

c~ntro en Melchora con el hermano del indio que cono. Clmos nosolros, y como la costumbre de estos indios es

~o~al' por, cariño otro nommre, contento sin duda el

1U~10 ~~l lnspeCfor, no sólo lomó para sí el de VEGA. mas facll de pronunciar que Fulgencio, sino que tam– bién llevó pa'ra su hermana el de Mercedihls, nombre de una de las hijas de aquel empleado.

Este l'acuerdo ha brotado natural de la narración; pero nos complacemos al consignarlo, porque llevará sin duda una impresión agradable a la digna matrona de Granada a quien se refiere el nombre,

C~n.fus!l es la idea que los indios tienen de Dios. el eS~ll'ltu ~ueno, sin embargo, de llamarle padl'e; en camblo, la Idea de un espíritu malo les preocupa ente. ramente: es él quien lanza el rayo, el que desata la tempestad, el que destruye sus cultivos, el qUe engendra las enfermedades, el que lanza la muerte, y para ablano da;: al monstruo le dan un culto nacIdo del miedo y no del amor.

Tienen sus fiestas, sus cantos, su música, sus dan. zas. Cualquier acontecimiento lo convierten en fiesta y esta consiste, como toda fiesta, en comer, beber, can tar y bailal'; solo que estos actos lienen una rudesa sal. vaje. Se sientan en rueda, al natural, se bebe la chicha

f~rmel1tada que embriaga, se come el manjar más ape_ btoso entre ellos, una especie de engrudo, compuesta con masa de guineo. se cánta sin modulaciones de voz siempre con una monotonía que desespera, y se baila: ya solo. ya acompañado. a brincos, sIn concIerto, al golpe de un tamboril, que se hace ahuecando a fuego un pedazo de árbol a propósito y cubriendo sus as tremas con pieles de animales que cazan. Concluye la fiesta rodando todas, mujeres y hombres confundidos, por el suelo.

El vestido del hombre consiste en un refajo de la cintura a las piernas, fabricado generalmente de la

Page 77 - RC_1968_01_N88

This is a SEO version of RC_1968_01_N88. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »