This is a SEO version of RC_1968_01_N88. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »bernador estuviese asistido por un consejero indio, que puede tomarlo en la misma población del Cabo". Seguían otras tantas más por el esmo y concluyó en la siguiente:
"Estamos contentos con ser nicaragüenses: pero queremos conocer a nuestro padre de Managua, tratarlo y expresarle como sus hijos nuestras necesidades, y co.
mo no te.nemos recursos para el viaje, pedimos los auxi. lios para que una comisión de nosotros. compuesta de cinco individuos, vaya cada año a hacerle una visita. proveyendo a cacla individuo de la comisión, de una mudada, sombrero, zapatos y bastón".
A muchas de esas manifestaciones accedió, desde luego, el comisario, y los otros que no estaban en sus facultades resolverlas. las elevó al gobierno.
El otro rasgo que pinta la capacidad natural del in_ dio, es este:
Se trataba de deslindar en Bluefields los límites oc cidentales de la Reserva. de conformidad con el trata. do de 1860 entre Nicaragua e Inglaterra. y había dos opiniones sobre ~a manera de ejecutarlo. la una manteo nida por el comisario. y la otra por el gobierno de la Re_ serva. Pretendía ésta que se determinara primero as· tronómicamente el grado 84. 15" de latitud. a que se refería el tratado. y aquel sostenía que esto era inne· cesario, porque el grado estaba ya determinado en el mapa de Baily, que hacía parte del mismo tratado. y que en consecuencia bastaba solamente una regla y
un lápiz para trazar la línea sobre el mismo mapa y afustarla después al terreno. La disputa tenía enton– ces su importancia muy grande. En el caso del comi· sario. se entraba en posesión inmediata de las bocas, que tenía por suyas la Reserva de los grandes ríos Raam y Siquia, que junto con el Mico, forman por ese lado la nlllVe del departamento de Chontales. asiento esos nos de muchos nicaragüenses empresarios en bao nanos. cuyo negocio lucrativo se empezaba en aquella época a explotar. La exaltación de los ánimos en Blue. fields asumía proporciones muy grandes. creyéndose víctimas de un despojo violento. Por supuesto que Ni· caragua no estaba obligada a consultar sus actos con la Reserva; pero se quería atraer la buena voluntad de aquellas gentes y de ahí su política de contemporiza. ción. Pensaron los de Bluefields. excitados entonces por plantadores americanos. hasta en un levantamiento! pero para este C3S0 necesitaban indispensablemente de la cooperación de los indios, a quienes estaba desig· nado el territorio: y con ese motivo. en mira. pero con otras rMones ostensibles, le fue propuesto al comisario la reunión del CongrB'5o. para que los indios decidieran de la cuestión. a lo cual accedió el comisario. atento, sin embargo, a la gravedad de la situación. Se convo. có en efecto el Congreso. compuesto en su mayoría de indios puros, y se instaló el día designado. a manera de la práctica inglesa. con una plegaria dirigida por un sacerdote moravo. demandando la inspiración divina.
En ese día parecía mayor la exaltación. El comi. sario estaba solo en la ciudad. sin el apoyo de fuerza militar alguna; pero el pequeño número de nicara. güenses que ahí había. se agrupó a su alrededor. dis– puestos a correr con él una misma suerte. Entre ellos. si mal no recordamos, ocupaba un lugar don Vicente
Rodríguez, cónsul hoy de España en Nicaragua. El comisario había recorrido de antemano a la in. fluencia de los moravos sobre los indios pM'a atraerlos a su parte. No pudo obtener de ellos una intervención directa; pero le rindieron un se:rvicio inapreciable en las circunstancias. Había que presentarle al Congreso la cuestión. clara. sencilla, bien fundada. sobre los de. rechos de Nicaragua; pero era preciso traducir muy bien al mosquito aquella exposición. y ese intérprete lo ofrecieron los moravos. mandando por su cuenta a traerlo a los confines de la Reserva. donde ejercía su mi– sión sacerdotal era uno de sus sacerdotes.
Abierta la sesión. se leyó la exposición nicaragüen. se y el intérprete. muy bien ápropiado de los pensa– mientos. supo darles la forma más conveniente para amoldarla a aquellas inteligencias. sobre las cuales pa– reció p:roducir su efecto.
Pasaban las sesiones, se sucedían los días. y los in. dios no daban trazas de INFLAMARSE. y por el con. trario. se les veía departiendo amigablemente a todas horas con el comisario. con lo que poco a poco vino cal· mando aquella exaltación, y al cabo el Congreso re– solvió SOMETERSE. pero reservando sus derechos para digirse a Inglaterra.
El buen sentido de los indios había salvado aque– lla düicultad.
IV
Si tan difícil es entre nosotros obtener la cifra de la población del país. ya puede calcularse qué BEMOLES no tendrá entre los indios el contar la suya, pero si. guiendo a este respecto las apreciaciones de los mora· vos. que por su íntimo contacto con ellos tienen los mejores medios de acierto. la población de la Reserva en general. ascienden a unos 20.000 individuos. de los cuales los indios representan las cuatro quintas partes. Es preciso distingir la población de los indios y la población de la Costa. Esta era hasta hace muy pocos años una mezcla de todas las razas, predominando la negra. procedente de Jamaica, que bajo el protectorado inglés se hicieron los dueños de la tierra. De esos dis. tintos tipos de la Costa vino el nombre de mosquitos. por alusión al insecto que se nutre de toda sangre. y
se extendió después muy impropiamente a los indios. pues ellos conservan para la unidad de su razllo. Los indios habitan la vertiente oriental de las montañas de Chontales sin llegar a la Costllo.
En el principio poblaban el país. dice Levy. cuatro distintas razas. de las cuales los caribisis ocupaban Chontales. en la vertiente occidental de sus montañas. Invasiones posteriores de tuUecas. mames. etc., fueron arrojando a los vencidos hacia las mismas regiones. y por último. huyendo de los españoles, traspasaron Jos caribisis la cima de sus montañas y se fincaron en las faldas orientales, poniéndose al amparo de aquellas soberbias moles de la naturaleza. inaccesibles a otra planta humana que no adquiriera desde la infancia los hábitos del gamo; sin tener esa raza el heroico espíri. tu independiente de los Incas, cuyo úlllmo representan· te, deshechas ya Sl\S filas. lo lleva a precipitarse. según el poeta, al cráter del Pichincha. exclamando: "Padre sol. óyeme. sobre nú la ma!l'ca. del esclavo. señalar no quise a las naciones, a morir vengo a morir libre etc.";
47
This is a SEO version of RC_1968_01_N88. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »