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cia, se desliza esta otra muy curiosa, y muy edificante, ademÉls,

El protectorado inglés en la costa, al orglUlizar la Mosquitia, la dividió, como pudo, mal ajustadas las pie. zas, en los tres poderes reconocidos en todos los cuero pos políticos, legislativo, judicial y ejecutivo. El po. der legislativo se reunía cada año en Bluefields, y te. nían ashonto en él todos los jefes de tribus. No se crea ni por un momento que el tal congreso, por lo que res· pecta a los indios, era un congrll1lO de monos, no. Por supuesto que no habia entre ellos economistas, juris– consultos, estadísticos, etc.: pero si de bastante sentido común, 10 que bastaba a sus pequeñas necesidades, A· parecían d& repente hombres verbosos, de expresión

gurada, algo así como oradores naturales, que deslum– braban a los suyos, y como entre los indios es común apropiarse el nombre que más les gusta, esos CICERO. NES de la Mosquilia tomaban el de los grandes ora dores de Inglaterra. Y así hl!lbl.a entre ellos un lord Stanley, Beaconfleld, etc, Habl8:b8l:l. movidos tam– bién por el gusano de la vanidad. que parece producto natural de la CASTA. aún en su más ínfima escala. Pues bien, y aquí entra la curiosa y edificante cos tumbre que tratamos de exponer. los tales Beaconfield3

y Stanley al volver a SU5 tribus. después de sus tareas legislativas, la primera cosa que haáan, era formar en linea a todas sus mujeres, pues todos ellos sl5n bígamos,

y luego como regalo ele viaje. les hacía distribuir por

el azotador público que tenia a su lado. a estilo de gran señor romano con sus esclavas. tantos azotes, mo– tivados nada más que ¡POR UN 51 ACASO!, posible en la debilidad del sexo, El adulterio no es entre ellos un pecado VOLUMINOSO.

En nuestra civilizacíón nosotros hacemos de la mu. jer al ídolo de nuestro amor y entregamos a su virtud el reposo de la 'Vida. Si débil no puede sostener en sus manos el depósito sagrado radiós para siempre la viro

tud!

Entre los indios, no. Una esposa que falta a su de. ber, Se arregla buenamente el pecado, como negocio de mercancía, con el seductor. y una vaca, moneda co·

rriente de la transacción. dos o tres, según el caso, de– jan las cosas como si no hubieran sido.

Nosotros presenci&mos. una vez. en Bluefields. la queja de un indio al comisario, porque otro indio le de. bia dos vacas y no quería pagarlas, ni tampoco se le quería hacer jusUcia. La queja int&resó al comisario y quiso saber los pormenores del caso. y entonces el querelloso refirió el suyo y las costumbres sobre el adulo terio. Pero a ese paso. le objetó el comisario. Uds., pue. den hacers& ricos muy pronto. "No tal. respondió al momento el indio, porque una vaca es entre nosotros un ojo de la cara y nadie está muy dispuesto a exponer su ojo. Puede ser, continuó, que haya oferta de la mercan. cia, pero de seguro no habrá muchos compradores.

y el comisario quedó como abismado ante la senci. Ila y profunda filosofía de los indios en el más arduo de los problemas humanos.

El comisario se habló, después. con el jefe de los indios. y 185 dos vacas le fueron pagadas, con lo cual el ofendido quedó muy satisfecho.

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No importa que estos adículos, si es que ellos me. recieren algún interés. vengan tan distantes los unos de los otros. por que cada unQ es página independiente que marca un rasgo cualquiera de los indios.

De paso y por accidente, tocamos anteriormente so. bre su natural capacidad intelectual y debemos insistir aquí. con mayor extensión sobre el particular, por que ella nos dará un conocimiento especial para apreciar lo que puede esperarse de su aptitud en un mejor des. arrollo de sus facultades.

No es la de los indios una laza abyecta, refractaria a la rallón. Muy lejos de eso. el viajero que los visita. o el observador que los estudia. se ven con frecuencia sorprendidos al encontrar, donele no lo esperaban UD

fondo de sen:lido común que pone de manifiesto su na. turaleza inteligente. En comprobación. eítaremos dos hechos muy importantes. El prim&r comisario que tu. vo la Reserva allá por los años de 87 y subsiguientes, recibió una vez, en Bluefields. la comisión de diel!: in. dios. puros, de toda eelad vecinos del pueblo de San. diway, jurisdicción del Cabo. solicitando de la principal autoridad ele Nicaragua en aquella costa. varias cosas. Llevó la palabra el más anciano y tradujo del mosquito al español. otro indio de la comitiva. El anciano, sin emoción, bien cortadas su frase, sin precipitación, ni di. ficultad. se expresó. en una serie de proposiciones, asi: "Pertenecemos al Cabo y vivimos en Sandiway. pue. blo de indios enteramente. Hay en él una autoridad nombrada por el gobernador del Cabo, escogida en nuestro seno; pero sucede con frecuencia que son mu– chas las comisiones que se le encomiendan y para su

d~sempeño se requieren mu<:has cosas, boles. porque los ríos son nuestros principales caminos, marineros para el 'rlervicio del bote. y tiempo. Todoll nosotros vivimos de nuestro trabajo al día: si no trabajamos. no come. mos. y el gobernador lie olvida de estas condiciones y nada nos dá en remuneracíón. Si trabajáramos por cuenta de un particular. se nos pagaría el trabajo, y con la misma justicia quisiéramos ser tratados.

Cultivamos en nuestro pueblo. caña, plátanos, yuca. fil!lmes, maíz, &, un poquito de todo, nada más que para llenar nuestrJlS propias necesidades. sin que en ningún c8s0 trafiquemos con esos productO!!. Sobre ellos y so– bre la choza en que vivimos. se nos exige tasa. lo que no creemos justo y quisiéramos que se nos declarase exentos de ella.

Vivimos a orillas del mar y creemos tener dere. cho a la patte de mar que linda con nuestro pueblo, So. bre esa parle, y aderta distancia mar adentto. quere. mos que sea exclusivamente nuestra la pesca ele torlu. gas. que como la del pescado, solo es destinado a nues. tro alimento. sin llevar en mira otro provecho.

En la Reserva. los mosquitos. nuestros hermanos. tienen escuelas, templos y sacerdotes: y nosotros quisié. Jamas ten6r iguales ventajas.

Los gobernadores del Cabo, ignorantes de 11uostr08 usos y costumbres, dan 8 veces órdenes que chocan con ellas y que son ejecutadas con una violencia a que no dá lugar nuestro carácier sumiso. Para evitarlo, cree. mos que sería conveniente qUe a este respecto, el go.

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