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« Previous Page Table of Contents Next Page »tiene lUvas en su histol'ia. Su viciol'ja es un lau1'el in. marcesible sobre su frente. Es la primera sangre derra– mada por la independencia de la Patria. y las circuns. tancias de la lucha tan desventajosa para Rivas. será siemvre un ejemplo de patriotismo para las generaciones
,\renidetas.
18 DE AGOSTO DE 1855
Cincuenta. y un años cumple hoy la acción de gue. rra librada en el pueblo del Sauce, entre las fuerzas de. mocráticas y las legitimistas, como se denominaban los dos banclos que desgarraban al país entonces en su lu. cha fraticida. encabezadas las primeras por el general don Trinidad Mufioz, el primer táctico entre todos los jefes militares que ha tenido Nicaraqua, y las segundas
pOI' el gen~al don Santos Guardiola. la nulidad más completa como jefe militar. La vicioria, como es sabio do, la obtuvieron las fuerzas democráticas: pero con pérdida de su jefe,
Los pormenol'es de aquella acción están muy bien descritos en las memorias del licenciado don Jerónimo Pérez, y no es necesario, por 10 tanto. referirlos aquí.
Pero ha quedado pendiente de esta. acci~n Un pun– to oscuro, siempre abierto al debate. y traemos ahora a él. como valor histórico, un dato que consignamos por 10
que él pueda valer al criterio de la historia.
¿Cómo murió el General Mufioz? ¿Hubo o no en su
muerte traición?
LA herida que puso fin a sus días, la recibió de cos– tado en el combate: y de ahí nacen las primeras con. jeturas de traición, robustecidas por las circunstancias anteriores de haber mantenido relaciones secretas con el general en jefe ligitimista don Ponciano Corral, por medio del doctor don Rosalío Coí:lés.
Pero el hecho solo de la hetida no acredita la supo· sición. Otro disparo igual carló, mucho después, el hilo de la vida del general don Rufino Barrios en ChaJchua. pa, y sUlgieron los mismos comentarios de tI'aición Siempre vienen entre nosotros esas explicaciones suspi. caces, sobre las naturales, en tales casos
Remota es. a nuestro entende)!, la posibilidad de un tho traidor en medio de un combate. Suponer al asesi. no expiando tranquilo 11 su víctima como el cazadot asechando la pieza, es desconocer la embriaguez del combate Desde el soldado hasta el jefe, no hay más pensamiento que el de vencer y este pensamiento 10 ab sorbe todo. Puede nacer otro sentimiento y es el del miedo: pero en ese caso se huye, si se puede. Y por aira pal:le ¿cómo poder adivinar el asesino la dirección que toma el jefe en la acción para apostarse de aotema no? ¿Y cómo aislarse de sus compañeros?
Desechamos así esos comentarios de traición a la
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muerle del genel'al Muñoz, corno a la del general Ba. rrios, en el supuesto de que una hetida muy bien puede recibirla el jefe. de frente, o de costado, según su posi ción con respecto al enemigo, pues hay qUe figurárselo en movimiento siempre, animando o dirigiendo sus co– lumnas.
Confra el supuesto de la traición, que parece susten. tar el licenciado Pérez, viene también el delo que hemo~
querido consignar, tomado de don lJaureano Pineda, pel–
sona inteligente y seria, con :referencia al gene1'al do!) José Bonilla, de quien fUe muy amigo.
Bonilla, como se recordará, era, en ~a acciÓn del Sauce el 29 jefe de Guardiola. Ocupaba aquel en el pueblo. la cosa cural, cercada de rejonada, El enemigo todavía estaba a la extremidad de la población, cuando recibió orden de retirada, Al efectuarla olvidó la ban, dera del cuerpo militar y volvió con su ayudante. lla. mado comunmente por el sobre nombre Guayucatí. de Segovia. a recojerl8, lo que hicieron sin inconvenienfe alguno, y al dejar de nuevo la casa, mirando un poco sobre la rej onada hacia el Calvario, calle recta, donde se divisaba el enemigo. y reeonociendo al general Muñoz. por su apostura miJitar, ordenó Bonilla a su ayudante, insigne lirador, dispararse sobre aquel, 10 que hizo con acertada puntería, causándole la muerte,
Otro episodio, cómico, va unido a esta acciÓn de guerra. y vamos a referirlo porque importa una crítica festiva de aquella acción y pinta a lo vivo el tipo de nuestros valienfes. Titulaba el autor su cuento así:
"COMO SE HACEN LOS VALIENTES EN MI TIERRA."
"Había en Managua, y no sabemos si vive aúp., una persona muy conocida de todos, llamada Dololes Gar· cía, de quien oimos muchas veces, el relato.
Es él quien habla:
"Me hicieron militar en la guerra de legitimistas y democráticos, sin maldita disposición mía para la can'e– ra. y luego me lanzaron en una expedición para Sego\ via, de donde uos hicieron salir para el Sauce. Todo iba bien en mi camino. mientras no había enemigos que c:ombalil', pel'o se le antojó al general Muñoz, que bien C1l1'O 10 pagó, el salirnos al encuentro, y aquí empezaron mis apuros. Un día, que lo recordaré mientras viva, re– sonó en los aires un grito pavoroso, ¡el enemigo! Tem. blaron mis piernas. me sobrecogió un frío espantoso, 'i
mis dientes repiqueteaban sin cesar. La fuga se me presenló como luz brillante de los cielos. y me acogí al pens¡¡miento salvador. Estaba hecho cargo de una trin– chera. la espada se me entedllda enfre las piernas, por lo que, y pensando en la fuga. había arrojado la vaina quedándome con la hoja en la mano, teniendo el air salvaje del miedo: pero que podla eDllañar con el d un MATASIETE. Así, en esa disposición de fuga estaba, cuando ví venir a caballo, al general Guardiola, jefe de
nuesiras fuerzas, en son de recorrer su línea de comba– te. y vino una inspiración a mi menle, con la cual creí abrirme, sin mucha desvergüenza, de par en par las
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