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« Previous Page Table of Contents Next Page »cidas por el vienlo. exclamó: "¡Ah! este es un verdade– ro paisaje de la India".
Así. pues. la mansión de los muertos en Rivas. no
tiene ni remotamente la más pequeña idea de lobre. guez. sino que por el contrario. todo sonde allí de tal manera que se respira la vida en ese lugar de la muer. te. convirtiéndose en el paseo favorito; y se está con los muertos queridos. en contacto íntimo. y no se les dice al dejarlos. iAdiósl. sino hasta mañana!.
Las dos personas a quienes el campo santo de Ri. vas debe más. es al doctor don Donoso Maliaño y a don Rosendo López. el primero. embeI1eciéndolos con sus cipreses y palmeras. y el segundo. con mejoras maleria. les de grande importancia; pero no haya cuidado de que la gratitud pública lleve sus restos. en la ocasión a O. TRA ALTURA FATAL. porque ya ellos fienen su lu. gar propio donde dormir su sueño eterno; el primero en un poético bosquecillo de cipreses a la entrada del recinto santo. y el segundo. en la hermosa capilla de que he hablado. propiedad de la familia López.
OMETEPE
Frente a Rivas, allá a la distancia como de 15 a 20 millas. surgen del lago de Nicaragua dos inmen. sas moles. dos volcanes gemelos. que llevan por nom.– bre Ometepe el uno. Maderas e} 'otro. y tienen ambos por base común. la isla que es la "reina del esplé;ndido lago". El Ometepe es un cono de regularidad perfec. tao y el Maderas un cono tr\lllcado. y rilide el primero una altura de 5.350 pies. y el segundo. de 4.190. La denominación de estos dos picos es modema: ano tiguamente no tenian más que un sólo nombre. el pri. mitivo. el indígena. Ometepe. de ome. dos y tepe. cerro. esto es dos cerros; y así debieron conservarlo. no sim. plemente por respeto a la tradición. sino porque el len. guaje de nuestros abuelos tenía la admirable propiedad de dar a los nombres de las cosas la significación de lo que éstas eran en sí. como se evidencia por este otro ejemplo. Nacaome. pueblo de Honduras. de naca. caro neo de ome. dos; dos carnes dos razas que se refunden;
y podía servirnos la deducción eiimológica de preciosa guía en ulteriores investigaciones científicas.
De las calles de Rivas. sentados en las iardes a las puertas de las casas. se puede contemplar esos dos so– berbios conos revestidos de purísimo aZl,Il a veces. otras ocultas sus cimas por las nubes. según la serenidad del tiempo: pero de cualquiera de las muchas colinas de la ciudad. se abarca en conjunto el admirable paisaje de hermosura y se impone irresistiblemente a la contem. plación. Refiere Walker a este respecto. en su histo~ja
de Nicaragua. que al invadir a Rivas el 29 de Junio de 1856. marchando con su falange americana en silencio para el efeclo de la sorpresa. de impróviso. en el recodo de un camino sobre aituras. se desplegó a la vista el soberbio panorama. y un hurra atronador. a despecho de las preéauciones de la marcha. se escapó de todos los pe~hos: y ese graO de sorpresa y admiración nro. rrumpido unánimemente por aquella genie de combate. rl'd'\ en su mayoría por su oficio de ba.,dolerns vale por el mejor de los himnos a la augusta pompa de la na– turaleza.
Es. pues. con sobrada razón considerado Ometepe en iodo su conjunto. como la más rica joya del Depal. tamento Meridional.
Todo iba bien en tanto que los dos colosos parecian columnas de granito. inconmovibles. levantadas alli por el Creador para exclusivo deleite de los habitantes de Rivas; pero sucede que de algunos años a esta parle. uno de ellos. el Ometepe. se mueve. se agita. parece res. pirar con dificultad haciendo a veCeS retemblar ej sue. lo. Se creía que eran dos volcanes extintos; pero son simplemente dos volcanes dormidos. y despierta ahora el mayor asumiendo la vida con poderosa actividad y
elle~gía: y tales son sus fenómenos de la hora presente que hace suponer inminente su erupción. Ruge CQmo el irueno. por su cima se escapan enormes columnas de hu. mo. y se ven en la noche las llamaradas de una hogue. ra inmensa. y caen sobre sus faldas torrentes de fuego. A veces calma esta agitación; pero recomienza después y así va como el mar en su flujo y reflujo.
En la anl:igüedad iodo ésto se toma,ba por efecto de irabajos de fragua de los cíclopes. obreros de VulCano: el ronco rugido. por el ruido continuo de grandes marti. llos cayendo sobre inmensos yunquEls. el humo y las lla. mas procedían de la fragua. y hasllll el retemblar de la tierra por la agitación violenta del aire en el perenne resonar del martilleo; inocente juegos de vista. con todo que no infundían pavor en los ánimos.
Hoy todo esl:á simplificado: los gigantes de antaño. factores de la fuerza del universo. se refunden en uno solo. el gran titán llamado Naturaleza. con fuerza ceno tuplicada por millones de millones de veces. y sus efec. tos más grandiosos y terribles. se encadenan a sus cau. sas con lallos inquebrantables y se suceden e"n la más perfecta regularidad. lo cual permite al hombre l~er en el libro del porvenir.
Entre las teorías de la ciencia sobre volcanes. nin. guna cuadla mejor a mis condiciones de profano. como aquella antigua que supone que los minerales de pJ;'opie. dades contlarías se combustionan a su contacto por me. dio del agua. Los vapores que se desprenden entono ces. levantan la corteza elásiica de la iierra y sacuden con violencia sus paredes. si no encueniran salida de donde se origina el temblor. o teniéndola. se es.::apa por el cráter produciendo sus roncos mugidos; entre tanto el fuego funde todo el combustible y lo vomita en io. rrentes de lava. o lo lanza al aire en compacta masa de cenizas que esparcidas por el viento suelen llevar la muerte a los campos y las poblaciones. como sucedió con Pompeya. y ahuecadas las paredes del volcán. aca. ba por derrumbarse su cima. arrastrando en su ruina ciudades inmediatas. al espantoso fragor de su caída. Así. poco más o menos. debió haber doblado su cabeza el coloso Maderas. su hermano.
A todos estos peligros nos expone hoy la reina del gran lago. la espléndida belleza de Rivas: pero. cosa ex– traña. el inminente riesgo no pone miedo en el corazón de sus habitantes. ni aún en el de los más inmediatos al lugar y antes bien. quizá por familIarizados. quizá por lo incierto del último momento. tal vez por hábitos de indolencia. acaso por creer el peligro remoto. más bien nos divierten esos juegos pirotécnicoS del volcán a los cuales va ligada sin embargo. la vida.
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