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« Previous Page Table of Contents Next Page »la escuela de los pobres. la escuela pública. reducida toda su enseñanza a leer. escribir. aritmética Y doctrina cristiana por el Padre Ripalda: pero dotóle la naturaleza de gran inteligencia. de sólido juicio y de cierto instin– to natural para descubrir de golpe las relaciones ló. gicas que todo lo ligan en el mundo Estas cualidades. su apasionado amor al estudio y su traio entre personas cultas. desarrollaron al hombre. No fue. no pudo ser, como se ve. un hombre instruido: pero lo fue de cono.
cimientos generales y prácticos sobre todo.
A su tiempo fue maestro de escuela, ganando el sueldo de entonces de $12.00 mensuales, los cuales. co– mo buen hijo, iban derechamente a la pobre bolsa de la madre. Más adelante. pudo ingeniarse para hacerse de otros recursos. lo cual le proporcionó los medios de casarse, y lo hilP:o en efeclo con la notabilísima dama doña Bosa Félix Huríado. Después vinieron para él mejores tiempos de fortuna, que las revoluciones de 49, 51 Y 54 deprimieron. Luego fue comerciante en grande escala y últimamente, solo agricultor.
No pasó por el pedazo de fierra que le vio nacer, sin dejar huella de su espíritu impulsor.
Sirvió a su país en todos los destinos públicos, des– de Alcalde, hasta Diputado al Congreso, a donde casi siempre lo mantuvo la confianza de sus conciudadanos: pero donde más cuadraba a su gusto el servil¡io públi. co. era en el ramo de instrucción.
DON RAFAEL LEBRON
EllO de junio de 1850, a las ocho de la mañana. una inmensa concurrencia. compuesta de todas las autori– dades civiles y militares, empleados públicos. caballe ros. señoras y señoritas, vestidos todos de riguroso luto, llenaban el templo principal de esta ciudad. I.'evestido también éste con el triste color que simboliza el pesar. En el centro de la nave de la iglesia, se alzaba un cata. falco, 'coronado por un ataúd que contenía las reliquias de un cuerpo. por cuya alma se imploraba la Divin¡¡. Mi. sericordia.
El oficio religioso, atendido por todos los sacerdotes del Departamento, con sus cantos fúnebres. graves, so– lemnes, que conmueven profundamente el corazón. pe– netrándolo del misterio de una alma que vuela< hacia su creador, concluyó a las 10, y quedó ahí. en la igle_ sia, expuesto el féretro hasta las cuatro p m., hora des_ tinada para el entierro.
Pero ni un momento quedaron solos aquellos restos en el templo, porque por grupos se sucedía la gente ansiosa de tributades el homenaje de sus simpatías. El entierro se verificó con mayor afluencia todllTÍa de gente, pues de todos los pueblos inmediatos del De. partamento, concurrieron a solemnizarlo.
Era. un mártir de la patria 11 quien se prodigaba tan espléndido homenaje, y se llamó en la tierra Rafael Le_ brón.
Hacía un año que había sido asesinado (3 de junio de 1849), por una de esas manadas de lobos que se le-
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vanian en las revoluciones interiores de los pueblos, y
Sil cuerpo sepultado en Buenos Aires, era trasladado a esta ciudad, cuna de la víctima y asiento de su fami– lia.
,Nació Lebrón en es!!} ciudad el 28 de febrero de
1812, de padres pobres: pero muy estimados en la so. Ciedad por sus nobles prendas personales, y creció el niño, vivo, inteligente, simpático y muy querido de todos.
La esceula pública le enseñó lo que ella enseñaba entonces, pero a· concíencia, a leer, a escribir, ¡as cuatro reglas elementales de aritmética. y algo más de ella, y por término de esa primera instrucción, el Catecismo Cristiano del padl'e Bipalda, sencillos principios de re·
ligión, base considerada corno primordial de toda edu. cación.
Después ya joven, adquirió otros conocimientos con el Lcdo. don Laureano Pineda, quien amante de la ju– ventud, vertía en ella los tesoros de su ciencia, parti. cularmente en jurisprudencia, su profesión.
Con estas nociones y su apasionado amor al estudio, se desarrollaron facultades intelectuales, y formáse el hombre.
Era. Lebrón de estatura mediana, cuerpo delgado, color blanco pálido, frente espaciosa y 'perfectamente modelada. ojos negros. pequeños, vivos, radiantes de ¡U2. que daban a su simpática fisonomía el sello divino del hombre superior. Su carácter suave, sus maneras finas, su trato agradable, apasionado por la familia, por el amigo, por el desvalido; industrioso, activo, empren. dedor, amante, sobre todo, del progreso de su país, en todas sus manifestaciones; implacable con el desorden y dotado del valor y la energía para contrarrestarlo. Tuvo toda SU vida verdadero culto por el Ledo. Pi· neda, su maestro y su amigo: y por su parte Pineda dis. tinguióle siempre con su cariño, lo cual daba más real. ce a todas las cualidades morales de Lebrón: y todo es. te conjunto de prendas le hacían muy popular en su Departamento.
Fué casado dos veces, 1& última con doña Casiana Sncasa, de quien tuvo solo una hija, nacida pocos días después del asesinato del padre.
Puede decirse que Lebrón vivió solamente para su patria, pues desde muy joven la sirvió. sin interrupción, en distintos puestos públicos, ora en el Municipio, ora como Juez, ya como Diputado al Congreso, ya como Prefecto de este Depart~mento, dejando siempre huella luminosa en todos sus actos,
Por la época de SU diputación, eran borrascosas las sesiones legislafivas, y duras por consiguiente el cargo de la diputación. Dividió el Estado en dos poderes, civil y militar, el antagonismo apasionado entre ambas clases, se mostraba por todas partes. con brutalidad frecuentemente en los militares, y el Congreso debia ser a menudo campo de esas discusiones, preñadas de tempestad. Así. los Diputados partidarios del orden civil, debían ser hombres de un temple muy elevado.
y lo eran en efecto: y a esas luchas llevó Lebrón su pasión por el orden y la firmeza de su carácter: luchas no del todo estériles porque aunque con frecuencia es. taba en minoría el partido del orden civil. esas resiso
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