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~ciaga época. porque mis protagonistas. todos de un mismo tiempo. poco más o m~noS. han sido. cual más, cual menos. víctimas de aquel furioso turbión revolu– cionario. de un carácter de ferocidad especial, Empezó su desarrollo por la Puebla. barrio al Sur de esta ciudad. y se extendió Pl:onto hacia San JOI:ge. el Pueblo, como entonces se decia; matrimonio maca· bl'O de Pueblo y Puebla que dio su producto infernal. Al principio apareció como simple fel'mento local. caracterizado por el MACHETE, arma del pueblo en el rencor personal: después tuvo un jefe que quiso datIe un remedo de organización militar. lo que ya revelaba. aunque vagamente. otras aspiraCiones que le daban. POi palie. apáriencía de ial. las simpatías de sujetos de al. guna impol'lancía en oiros Departamentos: pero iodo aquello era muy grotesco y sanguinario. Somoza. el jefe, ebl:Ío de licor continuamente. o loco, disyuntiva foro zosa. montaba a cab'lllo, que manejaba con deslrellB admirable. revestido de los ornamentos sacerdotales, co. mo casulla efe.. llevando en sus manos el cáliz, en el cual se hacía sel'vir el licor. y así se paseaba entre los suyos recibiendo atronadores aplausos.

¡Oué horror! que sacrilegio tan espantoso para el Padre Avendaño! y tenerlo que presenciar! ¿Cómo evitarlo? A otro se le hubiera ocurrido el cellar la iglesia y huir: pero a él ni remotamente podía venida tal pensamiento: estaba en su puesto y allí debía morir. Mucha gente habia dejado la ciudad. vagan&.o aterro– I:izada por los montes: pero no eran todos. y él era el ,pasos de aquella grey que no podía dejar abandonada. Todavía no se había escrito el "Ouo Vadis" de Bien· chiewick; pe1'0 en el corazón del sacerdote se formula· ba el tenible repl'oche de Cristo a Pedro. el apóstol. cuando en un momento de terror a Nerón, pensó en abandonar la ciudad eterna. ¿Quo Vadis, Peirus?; y

el Padre Avendaño se maniuvo firme en su puesto. pronto al sacrificio si eta necesario.

La gente que no había huido, mujeres y niños to– dos, corrieron a ampararse a su casa. para lo cual se abrieron sus puertas de par en par. depositando sus co– fres en el templo, creyendo seguras sus personas y bie. nes al amparo del templo y del Ministro: y su fe senci. lla les valió. La firmeza y virtud del Padre. hallaron gracia en el profanador de la religión. y fueron respo– tados sacerdote y templo.

Después vinieron para Hivas mejores Hempos; pe.

YO sonó pala el Padre Avendaño su úUima hora y volo su alma. entre el inmenso dolor de un pueblo. al seno del Señor. El barro se deshillo. la tierra volvió a la tierra: pero no todo acabó. Su memoria vive aquí, no en el mármol. que hay un monumento mejor para la gratitud. y es el corallón humano.

DON PEDRO CHAMORRO

Se dice que la cara es el espeío del alma, y admiU do ésto, trasladamos, por hábito ya. la belleza de la ca. ra al corazón. y recíprocamente a un corazón bueno ha de corresponder un rostro hermoso: de manera que a lll1

simple vistazo conocemos hoy ese órgano oculto que los antiguos filósofos creían tan dificil de penetrar. Pero si hay estos casos de correspondencia mutua entre el rostro y el alma humana, la regla no ha de

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ller tan rígida que no admita sus excepciones. y hasta sus muchas excepciones, y así nos encontramos con freo cuencia en el comercio del mundo con bellas máscaras y

corazones deformes. como esas frutas lu'cientes y apeti· tosas por fuera y podridas por dentro.

En el caso de que voy a ocuparme. sucede al re– vés: tengo en mi presencia el rostro poco agraciado de un caballero y una alma muy he1'mosa.

En esta figura que vaya delinear, iodo es cont1'8 dictorio entre el cuerpo y el alma, y de aquí nace la dificultad de conseguir un buen dibujo; pero eso jus, tamente es lo que hace más interesante el cuadro. Pre. siento desde luego mi incompetencia; más debo yo de intentar el ejecutarlo, porque. lo confieso con placer. esa figura me atrae con simpatías muy vivas: solo que. ma será pl:eciso advertirlo, para buscar los mejores e.

fectos de 1u7l, tendré que proceder por manera anecdóc– fica. según cuadre al propósito, confiando así encontrat por mejor camino. en los propios rasgos del personaje, el relieve que busco.

A primera vista era don Pedro Chamarra de un as· pecto poco simpático; pero a medida que se le trataba se suavizaban las líneas de su finsonomía, y concluía uno pOl' encontrarlo agradable y atrayente.

Tenía mucho del carácter del antiguo español. Te gañón, exaltado, intolerante; sus dispuias eran a gri tos y gesticulaciones. como si trajera también de Espa. ña el espiritu de discusión de la célebre Universidad da Salamanca. y más bien tenían aire de pendencia que de disquisiciones tranquilas sobre puntos de conversa· o;;ión coniente. tornándose con ellas, a veces. a fuer da castellano viejo. libertades de palabras que pasaban, siI1 embargo. tronando por el airé como granadas que no estallaban. o que estallaban sin resultado. rec!bida~

siempre entre las l'isotadas de amigos. perfectamente jus, fificadas, porque todo aquel aparato bélico procedia del corazón más inofensivo: era simplemente la espuma que desbordaba de su carácter ardiente y que luego dejaba como el champagne el fondo puro del rico licor, dulce y chispeante, que alegra y hace reír,

Pero me apresuro a decir. que estas intemperan· cias . de carácter y palabras sólo tenían lugar en el círculo de sus intimidades, En el Congreso de la Repú. blica, a donde a menudo lo llevaba el voto de sus con. ciudadanos, su lenguaje y maneras eran contenidos en 181 circunspección.

He dicho que don Pedro tenía mucho de castellana viejo y debo agrega1' que como tal debía tener iambién ribetes de paladín manchego, y asi era en efecto; toda injusticia le irritaba, iodo senHmiento generoso se ani– daba en su corallón: le atraía el niño por su inocencia y el pobre por su desventura. y pronto estaba su brazo a enristrar la lanza en favor de sus afectos,

Un día circuló por la ciudad con estupor general. que don Pedro estaba presO, añadiéndose como círcuns. tancia agravante, que había sido llevado a la prisión hasta sin sombrero: y era cierto. por desgracia , Suce– dió que una, escolta de policía conducía a la cárcel a uno de esos infelices que se permiten en los domingos, o en Jos de guarda. ECHAR UNA CANA AL AIRE. coma suele decirse. y al pasar por la casa de don Pedro. ano tojósele resistirse, con esas bravatas comunes en esos caSllS, por 10 cual fue maltratado inmoderadamente por

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