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Ei:~ NICARAGUA.
Contra esa acta, y como una protesta del patriotis. mo. se elevó también otra igualmente de nicaragüen. ses al mismo Congreso, y en cuyas firmas se veía, en primer érmino, la que decía: PBRO. PEDRO AVENDA.
~O, CURA DE LA PROVINCIA DE~ GUANACASTE,
Ambas actas negaron al Poder Federal; y este Cuer, po atendió a la primera, desechando la segunda; y la condición de AD INTERIM. se convirtió en PARA SIEMPRE, como le sucederá al Perú Con sus ricas Pro' vincias AD INTERIN también en poder de Chile.
Esas posiciones AD INTERIM. son como la estaca del jesuita; y para arrancar la de Rusia en la Manchu· ria, cuántos torrentes de sangre le costó al Japónl
Consagróse, pues, el Padre Avendaño a su Ministe. rio. predicando la doctrina de Cristo, reducida a senci. lIos principios, como la dejó establecida su divino fun. dador, para que se impregnara bien en la memoria y corazón del pueblo, a quien particularmente se dirigía como consuelo en su vida de amarguras. Sobre todo. insistía el sacerdote en aquel precepto del Maestro: "Si al llevar tu ofrenda al al1ar. te acordares de algún agra . vio hecho a tu prójimo. vete primero a reconciliar con él. que Dios no acepta presentes de corazones relle· nos de envenenadas pasiones";-y así. por este medio, procuraba mantener la armonía en los ánimos de la grey.
Era su pasión ardiente la caridad. y de un carácter el suyo af.able, la ejercía por manera atrayente. Se notaba con frecuencia en su casa que volvía de sus administraciones sin la camisa. y en la noche. al ha. cerle su cama, la falta de almohada, sábana o frazada: todo lo daba en silencio. Al mismo tiempo que médico del alma. tanteaba también a ser médico del cuerpo: ca. nacía las virtudes de algunas yerbas medicinales y las aplicaba entre los pobres, Había una entre todas a la cual daba entusiasta predilección, y casi la prescribía como una panacea para todas las enfermedades del pecho, y era la capitaneja, LA SANTA CAPITANEJA. como él la llamaba: algo así como la borraja o borraga (barraga officionalis). y la santa capitaneja tiene hoy todavía en el pueblo la primitiva devoción que le im. primló el Padre.
Otras veces cargaba como buhonero sus alforjas al hombro. e iba repartiendo por caseríos. entre necesita. dos. piezas de vestido que hacia preparar de antema. no, según las mayores necesidades que notaba.
y así. ora a la cabecera del enfermo. ora remedian· do necesidades. ya consolando al triste. ya en la igle– sia enseñando a amar a Olas, por todas partes se multi plicaba su actividad y su celo, sin esas precipitaciones que van llamando con chirimías la atención de todos hacia el bien que se practica. lo cual era contrario a su modestia: y por esa senda bendita. no era extraño que se atrajera tu más vivlI8 simpatias,
Tres grandísimal> calamidades cayeron sobre Rivas durante el período de I>U curato: el cólera. los lemblo. res de 44. que arruinaron la ciudad. y el feroz movi. miento revolucionaría de 49.
En el a,ño de 37 apareció el cólera por primera vez
E'n el país. Ya se liabe cuánto tiene de horroroso en sí esa enfermedad. y en I>U primera aparición. el> de supo nerse que el horror natural que inspira. se haga mayor. En efecto. nada hay comparable al pánico que siembra en todos los ánimos. dando por primer resultado la fuga en masa de la población del foco pestilente: pero siem, pre queda resíduo bal>tante. principalmente de pobres gentes, en que cebarse el monstruo devorador. Lo te– rriblemente contaminaso, la violencia con que mata. las horribles convulsiones de la agonía. en que se crispan y se retuercen espantosamente los miembros del cuero po. todo eso que lleva el horror a su mayor punto. aisb a la víctima del contacto humano. privándole de con. suelos: y el mismo espanto hace más pavorosa todavía la situación, creando una policia despiadada que arre– bata a los muertos en el momento mismo de espirar 'Y
Jos arroja a la fosa. ya de antemano abierta. a donde va también tras ellos el horrible pensamiento de si ha– brá todavía vida en esas infelices así arrojados.
Ese es. sin duda, el campo de batalla para el sacer· dote. ese abnegado apóstol de la caridad: pero cuánto heroismo se requiere para llenar esa misi6n divina, y el Padre Avendaño la llenó por manera sublime. día "1
noche, prodigándose entre los apestados. a quienes lle. vaba consuelos humanos y divinos.
y por fin de la batalla, alzóse en pie el Padre Aven. daño entre cadáveres, más prestigiado que nunca, recio biendo como laureles las bendiciones del pueblo.
Los temblores del año de 44 arruinaron a Rivas. y el primer edificio que vino al suelo. fue la iglesia parro. quial. Ya anteriormente se había pensado en construir olro templo que reemplazara la vieja iglesia. y al efec· to se habían hecho los cimientos. obra que se atribuye al Pbro. don Esteban Díaz. allá por los años de 1820: y
ahora la necesidad obligaba perentoriamente al Párro– co de Rivas a la continuación de este trabajo. y empren. diólo. desde luego. con ardor: pero sin fondos para el caso: con escasas limosnas procedentes de un vecinda. rio pobre. la obra tenía que ser muy lenta. Empezó de cal. acarreando después estos materiales la ciudad por establecer una fábrica de ladrillos, luego un horno en masa con el Padre y principales señoritas a,l frente. con pompa religiosa; y así en este trabajo lento, al que consagraba su atención preferente. logró elevar las pa. redes hasta en estado de recibir el artez6n, que otros párrocos. más adelante, continuaron después. dándole remate el Pbro. don José A. Martínez, y tocándole hoy embellecerla, hasta hacerla una de IRS primeras iglesias del país. a Monseñor Vides. actual Cura de Rivos. con la potente ayuda de la piadosa matrona doña Encarna· ción Hurtado. viuda de Morales.
Por último. apareció el 49. En escritos anteriores de esta misma naturaleza, me ha tocado referirme a esta
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