This is a SEO version of RC_1968_01_N88. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »Don Ped! o acal'iciaba, según he insinuado, colosa. les ployectos, Había conquistado Gilatemala, El Sal– vadO! y parte de Honduras, llero todo esto le palecía poco Había sido el segundo en fama enh'e los con. quistádores de México, el brazo derecho (nada menos) de Hernán Cortés, Pero esto era poco también, En el interim de sus dos casamientos, siempre incansable había hecho construir una al'mada de doce barcos en el mar del Sur y se había lanzado con ella formidable– mente a disllUtades su imllel'io a los Almagros y Piza. lÍos Tlas una épiea jornada, digna de los hél'oes de Homero, llabía tenido que tl'ansarse y liquidal' los
1 es·
tos de su ejército en las llanuras de los más agresivos Andes, Pero nada vastaba a saciar su sed, Soñaba con empl'lmder la conquista del niundo descOnocido, QuelÍa irse a las Islas de la Especiería, que desvelaban los sueños de los más aud¡\ce!i, Algo más: yo creo que quería hacer de Guatemala, situada en el Centl'o de América, la capital del imperio español del Nuevo Mundo, Quizá hacerse el Rey de los vastos dominios del sol permanente, Y para eso traía por consorte a una princesa y con ella catorce de las más bellas y linajudas damas españolas, Una cOlte digna de tan gran rey,
La mala suerte sin embargo no cOI'respollllió a sus audacias, Fiel sIempre a sus deberes de soldado y español, por llUmilde que ftiera el campo de batalla "'le lo llamara, y por casual que fuera el llamamiento, cuando marchaba con una nueva formidable escuadra camino de la Especiel'Ía, después de ajustar espléndidos eonvenios con el Virrey de México, don Antonio de Mendoza, fué excitado a acudir en auxilio de un míse– ro grupo de españoles que se hallaba en grave apu¡'o defendiéndose contra los indios en un risco de Nueva Galicia, Allí eil el peñón de NochistIán, encontró la más rasb era múerte el señor de los sueños imperia– les, arrollado por el caballo de un compañero que huía, Célebres palabl'as legó a la posteridad aquel hombre sobrehumano, en su última hazaña, Cuando arremetía a los indios, al frente (le sus hombres, y los iba empujando hacia atrás. 110CO antes que el ca– ballo del Secretario Montoya dispusiera cortar el hilo de sus días con el rodar más prosaico y afrentoso, ani. maba a las tl'opas diciéndoles: "Esto ha de ser así", y apeándose de su caballo empl'endia el ataque a pie y espada en mano, Poco antes, ante lo fOl'midable del peligro, al decidirse a entrar en combate con los indios, bien parapetados y en númel'O cien veces supel'ior, dijo estas resonantes palabras: "Ya está echada la suerte: en el nombre de Dios, a marchai' amigos, Cada UlIO haga su l1eber, pues a esto vinimos" Viendo co– l'rer a Montoya, desaforado sobre el caballo, lo incre. paba: "Sosegaos, Montoya, que los indios parece nos han deiado", y luego maltrecho por tierra, bajo el arl o– llamiento del caballo: "No es bien que los indios co– nozcan mi peliglo", Ilaciendo al mismo tiempo, QUe le quitaran la armallura y se la pusiera uno de los Capi– tanes, para que el combate continuara, "Ya lo suce– dido no tiene remedio, Esto mereCe quien lleva hom. bres consigo, como Montoya", pero lo más memorable fué momentos antes de morir, Llevado en brazos de sus compañeros a un rancho cualquiera y luego a
una aldea, excIama~a,. cuando le Pl'cguntabau que el'a lo que más le dolía: "El alma", ¿Auepentimientos? ¿Amor? ¿Suprema e inútil filosofía con que toda vida gl ande en la tier! a se clava el "Inri" fatal a la despe dida,
La noticia llegó tardíamente a Guatemala, en don. de la hermosa doña Beatl'iz de la Cueva lloraba la au sencia del gran caballero,
La esposa llevó al extremo sus derilosft'aciones de 110101'. Hizo traer de los montcs vecinos Una especie de betún ncgro, con el eual fué barnizado de luto el palacio. Se dolía a gritos de Sil pena y cuando alguien queLiendo oonsolarla, le decía que no había qlle re– belarse ante los designios del Altísimo, exclamaba qUé Dios no podía haberle deparado mayor desgracia, Todo este dolor no tuvo que ver con los lleseos de ser Gobernadora, COmo que hace tiempo el afán de mandar existe sobre la tierra y anida pI'ofundainente en los corazones. ¿Qué c.osa más natural que un co– razón tan tierno y enaniorado quisiera también sabo– rear las delicias de reinái.' en el cárátón de sus conciu_ dadanos? Doña Beatriz, como ya dije, se hizo nom– brar Gobernadora, a pesar de la resistencia de algu. nos blavíos Concejales que, cOmo Gonzalo Qltlz, se opusieron tenazmente al nOinbrainiento e hiciel'on ra– zonar su voto ncgativo, La tarde aquella en que ci Cabildo fué a COinunicade su nombramiento, en pre– sencia del Obispo y de los gl'andes señores de la Cor– te, hubo al final de la cel'emonia en el momento de
f
' ,
u'marse el acta, un detalle que resultal'ía divertido si no estuviéramos en instantes tan patéticos, La nuva Gobcl'nadora firmó: "La sin Ventura doña Beatriz", y como quien tiene de pronto UIla feliz ins. piración, no bien habia puesto la última palabl'a mojó fuertemente la pluma y de un solo t¡'azo borró su nOlll_ bre, doña Beatriz, dejando sólo el apelativo dc la sin Ventura, fOrma en que, dijo, queria que se le Ilam31'a en lo de adelante, Ya tenemos pues, ¡'eina y sobre nombre con que el mundo ha de conocerIll,
El pueblo, que no etnendia de estos callrichos y
usanzas reales. mUl'mUl'ó en voz baja y califiCó de /l'l'a, ve blasfemia el rasgo de su soberaria,
Entre tanto, las lluvias incesantes continuaban y los ánimos estaban sobl'esaItados, El Volcán de Fue– go hacía sentir sus rugidos, de vez en cuando, A la pesadumbre de la muei'te del gran caudillo protector pI'ovidencial del puñado de náufragos valientes y fe– lices al'l'ojados a aquel rincón del mundo, se sumaba el malestar producido por la actitud ambiciosa de do– ña Beatriz y el terror que sus manifestaciones extre– mas de pesadumbre, causaban.
La ciudad habia sido fundada al pie de tres vol. canes, Fueron ellos hermosos, esbeltos, allorables, los que sin duda más impresionaron la imaginación andaluz
y extremeña de los conquistadores, Cuando, tras las fatigas de una lucha cruenta de reconquista iniciada a raíz de la fl1lidación dei primer ensayo de ciudad en la Code misma de los reyes cachiqueles, por todos los señOl'íos y tribus iridígenas del pais, a quienes rá– pidamente había sometido en una carrera vertiginosa de sangre, crímenes y triunfos don Pedl'o de Alvm'ado, JIegal'on los españoles a presencia del Valle de Almo.
11
This is a SEO version of RC_1968_01_N88. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »