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Ulla noclle de la Pascua, toda elllllCel'ada y balsá– mica,
él orillas (tel Pedl'egal en Honduras: es así la lloesÍa (le José TlÍllidad Iteyes, el santo Pl'esbítero Veo !lanzal a los pastores, los reyes y los niños del pueblo, al son de un label antiguo, mientras las Ju–
minalÍas despicl tan a los gallos y las mujcres apl e511– l'an la cena bajo las enl'ama(las,
Reyes tiene en la tierra de los pinos y de llls montes azules, la impOl'tancia de Cadmo enb'e los griegos o de Quetzalcoatl en la Amél'ica precolombina: es 11110 de los hOlnbles que ap¡necen ,en la tiel'l'a, en los Clepúsculos lentos de la civilización, lJala enseÍlal' cantando, Una canción, una somisa y un eOl'azón d~
losa fresca: tal fue,
lEs él el plimer poeta-centl'o de la cronología y de la Cl'ítica -de que habla la antología de Centro Amé– lica, Fumló la primel'a Univel'sidad de lIolllluras, in– tl'odujo el primer piano, escribió el pl'imel' libro di–
(láctico~ unas leciones de Física- y está vinculada su gloria a la de la llrimera impl'enta. Es un "pia-neer" de América, •
Sus pastorelas -o pastorales- qne por el sel vi– cio social que prestalon y por el géneró de misticismo de su poesía emparentan con los ancestros españoles y con SOl' Juana Inés de la cruz, son las raíces muy llondas COIl que sigue prendido al alma dolorosa de Sil
pUllblo. Los pas~ores se reÜIl.en, en el tablado de la farsa, a festejar el onomástico de Susana o de Rube– nia; el vino lJiña; y de pronto la' convel'sación se SU!l–
pende porque alguien -lin ángel viajero- ha llegatlo hasta la cabaña con la nueva de haber nacido el Me– sías. Y h~ aquí cómo, pOI' gracia del poeta, el CUtil–
pleaños de ia llastOl'a se convierte en un onomástico Ilel InUndo, La zal'abanda l'usticana se interrumpe al cumplirse la profecía y van todos, con la miel del ]Ja– nal y el vellón de la oveja, a ponel'se de rodillas a los pies del Rey que ha llegado, dándole asi realidad ti
un episodio que el vib'al reproduce en colOl'es y la pastórela en cánticos. Asi, el poeta ya puede reti– ralse del mundo, porque ha cumplido con su magis– terio de nombre de bien: la Iloesia no es entonces un vano ejercicio, sino un servicio humano, una dádiva al alcance de tallos los que anhelan escuchar con clal'o acento los mensajes del más allá;
Pastoral o pastorela, lloesía bucóUca cantada, zal'– zuela cilcóiica o pastoril, farsa pascual: sea como la quieran llamar los hombl'es de leb'as, ela el asomo amoral de la poesía en aquellos montes tristes que aún relll'oducen en Sllaves ecos el dolor y el amor de las baiadas con que los llileblos se entl'etienen. "El docto Pi'esbítero apI'endió en Nicaragua a escl'ibir, a la sombl'a del león que vigilaba el despertar inte– lectual de la ciudad que lleva por blasón a la riel'a (le San Marcos; familiarizado con los maestros de la Dultul'a latina y habiendo enSayado a cantal' en el bosque (lel Siglo de 01'0, estuvo más tarde en el Con-
IlAFAEL HELIODORO VALL"E Ensayista Hondureño
vcnto de la Recolección de Guatemala, volviendo des– pués a su Al'callia edénica, a su Hircanis feliz en donde habia también leones que se amansarían -como en el mito- al son de sus vel'Sos que aún trascien– den a lo que el rocío cuando pasa entre laS! resedas, Médico de almas, salló tlistezas que parecían (n– Durables; enseñó bajo el influjo de la melodía, y hasta pudo hacer que los pastores de vel'dad, las gentes que le creían ciegamente, tuvieran mejores cosechas y se– leccional'an la mejol" uva de su vino. Nel talia o Ru– benia, Zelfa o Noemí, lIadas bienhechol'as, tejen co– I'ona de clavel joven y riegan -como en la tumba de Verlaine- lo que Rubén Daría quiso: el locío, el vino y la miel,
En el albor de la mañana y en la SUave hOl a del ángelus, sube de pronto el canto, y a los humildes se les enciemle una luz:
Con agua de la fuente me lavé bien las manos; marchéme al llllel tecillo en donde fui cortando las flol'es más hermosas, sin lIel il'1es los vástagos.
El poeta de las pastorelas ha (le sel'vir mienb'as el l'oble que él decoró en la corteza sÍl'va l1al'8 que el jinete campirano amaU'e su cOl'cel bronco; o hasta que la leche de la majada, borbotando palabras de Virgilio, acabe de hinchar las cubas. Los pastores llevan nombres de la Biblia, pel'o se les conoce que son mujel'es del trópico pOl' la manera de andar y de expresarse. por los problemas que resuelven, por los ojos de obscuddad que a ratos se antojan "los ojos de agua" en que las vacadas sitibundas se sacian, Hay Ielámpagos en la lontananza, luces mistedosas que vuelan, y es en ese espectáculo de nuestl'a montaña en domle el poeta purificó sus versos can sólo ponel oído atento al aire que pasa moviendo los llinares y en los huertos que se cunden de flor al pisarlos el pie de nácar del alba, cada arbusto lanza el grito tIe la Primavera bajo la luna nueva de diciembre Héloe de la vida, maesho de la felicidad, José Trinidad Reyes alza su figura, gl ave y llaterna, en la plaza pública de su ciudad natalicia, (le su Tegu– cigalpa que rodean los mismos montes con neblina que embellecen e[ fondo de sus pastorelas. Yo me he quedado largamente, viéndolo, a la sombra de unas acacias centenatias, que cuanto más se desnu– dan en [os vientos decembriuos estallan en la mara– villa ardiente de sus corolas fúlgi(las, Canta aÚn el lloeta, y su canto sellcillo (lispersa música que los labios del lleublo han prolongado, y mientl'as la tal'sa concluye en el patio en que bajo toldos, se improvisan las fiestas de la Navidad, las pastoras le ciñen la testa con el clavel de Santa Lucia en que la tierra hace l'eventar, sumisamente, el íntegro llOmenaje,
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