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« Previous Page Table of Contents Next Page »del l'aro instinto, en ocasiones inocentes, de conocel' y comentar a su sabor -a fuer de cronistas domésti– cos- aquellos incidentes del hogar que por razones (le notoriedad real o ficticia son dignos de excital' su apasionada sensibilidad y eficaz cooperación, con freo cuencia estimulados, por modo inconcebible, por la persona o personas más directamente afectadas por la mal(liciente publicidad en la que al principio parecen éstas encontrar torpe deleite y horror después a los inevitables resultados de tan indignas como desleales confidencias hechas por f1aqu~a, ignorancia, y arre. batado cuanto indecoroso proceder que todo lo decide atropellada y bochornosamente cualquiera qne fuele la índole de las circunstancias que se encal'gan de ha– cer para siempre lamentables muchas de aquellas mis mas personas de inalterable ecuanimidad, de vulgari– simo discernimiento y de peor corazón, parodiando con el cieno, nuestros juegos invernales de la infancia, cuando un copo de nieve que cabe dentro del puño de la mano, va rodando, rodando sin cesal, a pequeños impulsos al pl'incipio, y a violentos empellones luego hasta adquirir las proporciones de una mole que se impone por sí misma a los ya inútiles esfuerzos de sus creadores, pero que un sólo rayo del sol de los cielos basta para deshacer, reflejándose la diafanidad de su luz en sus siempre níveos y deslumbradores cris– tales. El día en que la buena sociedad nicarl\güense ponga firme y enérgica coto a tamañas criminales lí–
viandades y miserias del abyecto corazón humano, san– cionando la Inmunidad y sagrados fueros del hogar, recobrará éste por ello sólo, sus más felices y natura. les prerrogativas consagradas por la decencia y la ci-vilización. I
Desde que os escribí la última vez, hemos tenido nosotros mismos algunos sinsabores, mucho menos acostumbrados como estamos a cierta innata o conna· turalizada irrespetabilidad de gentes de poco fuste so· cial, por los actos privados de la vida doméstica,. o de la propia personalidad en sus relaciones y SI no fuera un espectáculo detestable y grotesco, raya– do en lo cómico, si antes no sobrepasase a la más bur– da vulgaridad, seria de ver la ansiosa concurrencia po. pular en oculta o descubierta espectativa de imagina. dos sucesos de cuenta, aguijoneada por el pl'urUo de ociosa información, siempre que creen ver o presentir la nota fascinadora de lo anormal y sensacional, ya en los dulces y naturales transportes de corazón de padre a hija, que no tienen aquí _dicho sea de paso- la misma frecuente expontaneidad de expresión que allá, como en la mayor parte de los países europeos, por no hacer exclusivo de la raza sajona el pl'ivilegio de tan nobles como amables costumbres; ya cuando me ocurre a menudo; a las expansiones del espiritu movi· do por el gracejo y chispeante plática de Mildred, má· xime cuando me atrae a su campo favorito del l'idículo, o de literarias disquisiciones a que es tan afecta como bien 10 sabéis vos misma.
Desde luego, y como os he dicho ya antes, la par– te honorable y culta de estas sociedades está exenta y muy por encima de tan cursIs chismorreos y desplan-
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tes, y qmza no fueran de tan fácil ocurrencia lo que os parecerá inverollimiles asaltos contra la dignidad y pundonor de respetables y estimabilísimas pelsonas, si los rangos sociales y los títulos de amistad estuvie– sen claramente definidos evitando así la perniciosa confusión de clases, de la cual se origina, sepalada y
genel'almente más siempre con seguro efecto, las más deplorables consecuencias; y si la sociedad, deslindan– do insensiblemente el círculo de su residencia no se viese, a cada paso, obligada a indignas contemporiza– ciones y a imprudentes relaciones de intimidad oon in– feriores y degradantes elementos, por la mal entendi· (la fuerza del hábito, o la tolerancia, o del desorden que reina en punto a localidades para la construcción, indistintamente, de casas o viviendas.
Vicio que no le va muy en zaga al que acabo de anotaros, sobre todo en esta misma inferior clase so· cial, es la mentila, al parecer, pecado venialísimo por estas latitudes, no tan solo de palabl'a sino que tam– bién en la intención. Chocante, por demás, es ver la poca o ninguna significación que tiene para alguna par– te de estas poblaciones transigir con tan bajas dege. neraciones o intolerables flaquezas de carácter, de las que muchos llacen un arte sutil y complicado, y otros logran, por el engaño, nombradía de ingenio y aún de consumada y graciosa sagacidad. No me refiero en manera alguna al mentir convencional en sociedad que de modo palpitante y magistral nos describe el perití. simo critico teutón May Nordau, sino al mentir siste– niático como un acto ÍIlconsciente de la más rara na· turalidad. Con todo, si hábito tan defectuoso descu· bre visos de grande arraigo, va rápidamente desapareo ciendo, sobre todo en el centro escogido de la sociedad, en donde muy marcadamente se nota la evolución fa– vorable y benéfica hacia más altas y honorabies coso tumbres.
Salimos casi todas las mañanas a caballo por los alrededores de Rivas cuyos cultivados campos y ex. tensas arboledas impresionan el ánimo del' espectador con una sensación dominante y emotiva de exhuberan– te y pintoresca belleza. Rivas es esencialmente agrío cola, con una o más industrias de escasa cuantía e im· portancia, teniendo en cambio admirables haciendas de cacao y de pastos qne mantienen sus llropietarios apegados a la tradicional e incambiable rutina de sus antepasados, sin que en nuestras ligeras excursiones por ellas, hayamos visto almacenados o en uso nues– tros más comunes aparatos y utensilios de labranza. Esta falta de elementos aparejada a la desas~rosa ca· rencia de brazos, hace que tan fértiles campos no ten. gan ni el desarrollo de cultivo ni el rendimiento ilue pudiera y debiera esperarse así de su propia bondad, como de la activa y personal asistencia de sus posee. dores.
Os enviamos algunos curiosos vasos hechos de la corteza del coco abrillantada en negro '! labrados, por mnjeres del pueblo, con los más rudos instrumentos de labor, como un testimonio dé nuestro siempre gran· de y grato cariño y admiración por vos.
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