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1'on entonces hermosas pruebas de valo1', y una fa. lange de f01'agidos americanos que, pal'a vergüenza nuest1'a, holla1on el hospitalario suelo nicalagüense so pretexto de afiliarse a sus banderas para inclinar el fiel de la política balanza hacia la paz intelio1', con la fama Vulgai' y espantable de sus aventul'e1'aS correrías p01' Son01a?

Os envío esa pequeña obra a la rústica, escrita por el p1'opio "soi.disant" General de la pai tida, William WalIre1, abogado y pel'iodista allá, según parece; bu– canelO y esclavista aquí como lo acredita la historia de sus ambiciosos y mal embozados proyectos de do· minio, y cuyos crueles sueños de esclavitud para esta interesante sección cenh'oamericana, disipáronse en la última nada de las cosas humanas, al l'ecibir sobre su pecho la descarga vengadora y ,justicíera que le hicie– l'a la libertad por manos de soldados hondureiíos, Fué Cenh'o Amél'ica toda la que se levantó en almas con· tra la extranjera falange, cuyas filas crecían cada vez más, ya por pingües ofertas hechas en algún Estado del Sur, a desesperados sin ley y sin conciencia, ya por el incentivo de afinidad y de aventura de gentes sin patria y sin hogar que, a su paso para la dorada tiel'ra californiana, cedían fácilmente al Ilalago de con. quista que creyeron tener al alcance de Sil audacia y dc sus trifles;

Pero al habla1'os de Centro Amélica entera volan– do a los campos del conflicto en defensa de sus ame· nazados fuel'OS de naciones lib1'es e indepcndientes, in– curro en una hipérbole de juicio y de lenguaje inexcu– sable que acaso prevalga en vuestro alto critel'io, y le incline euóneamente hacia una falsa y aún ridícula faz de estos sucesos, Centro América no tiene ejérci. tos y mucho menos los tenía hace algo más de media centuria, cuando el modernismo de sus armas alcan– zaba apenas al fusil de chispa, y en punto a máquinas de guerra estaban poco menos que en bal'l'untos de al'· till,:lría, Así, refiérome al ejército, alejándome del dl–

fícil, por nI) llamarle imposible, sentido de lo que nos· oh'os entendemos allá por tal palabra de tan grande significación, con el solo p1'opósito de justificar venal– tecer el valor, a ,veces heróico, de gentes sencillas y poco familiarhl3das con el efecto fatal y decisivo del expel'to manejo, en resueltas manos, de armas de al· guna precisión, señalando un sólo y bastante desqui. ciamiento de tal institución, cual eS el desconocimiento absoluto de la base y principio primordial de los ejér– citos, a saber la disciplina, no en el absurdo sentido de la obligación o del temor, sino la que mediante la necesal'ia preparación del soldado, le inculca profunda. mente las altas nociones del deber, del honor, y aún del o1'gullo militar. Sus ejércitos reducíanse pues, a relativamente grandes masas diseminadas, obrando sin olden ni concierto alguno, y sin esa obediencia automá. tica de las fuerzas regularizadas, y sus esfuerzos si dignos y valerosos, perdíanse a menudo en la inutili. dad del motín conh'a grupos de rifleros de oficio, expe· rimentados y discipliuados en la guerra mexicana, Con todo, y a despecho de tanta deficiencia, de la imperi– cia o inarmonía de algunos de sus jefes, y de otras tan– tas Causas que sería prolijo ellUmerar, veréis cómo esa falange, mantenida por un núcleo de esclavistas del Sur, batióse más que en retirada, en fl'anca derrota, en

las calles de esta ciudad que ahora visito, así como en algunas otras partes, registrándose hechos heroicos si aislados, que elevan a tanta altura la valentía del soldado centl'aamericano, más útil y efectiva si estu– viese mejol' inspirada y dil'igida,

Mi educacíón militar en West.Point me ha hecho incu1'1'ir, de modo inconsciente os lo aseguro, en la falo ta de lesa cortesía de fatigar la atención de tall bella y adorable dama, con tan estériles comentarios; y no se me alcauza oh'o modo mejor de excusal'me con vos, que acompañando al libro que os envío, ese capullo de rosa que he llevado esta mañana en la solapa de mI levita, y cuya cel'l ada corola, mustia al llegar a vues. tras manos, se abrirá deshojándose como en tantos mensajes de mi admiración y de mi afecto por vos, Anoche he correspondido a la invitación de mi amable huésped para visitar el Casillo, del que os bao bIaba en mi última carta, No es exactamente un Club en la significación que tiene lJal a nosotros un estable_ cimiento de este nombl e, sino que es una bonita y cómoda construcción de madera con amplios C01'l edares y terrall:as hacia sus frentes, y al interior las salas de recibo, de sesiones, y de billar, con una ~equeña cim_ tina al fondo, Congréganse ahí en las pl'imeras ho– ras de la noche sus socios que son la mayor parte de los caballeros aquí domiciliados, y se entretienen ya en conversaciones familiares, ya en juegos de cal'ta o de billal', distracciones a las que cada cual se entrega l'utinariamente como si obedeciese a una de las leyes inalterables de su vida,

Con pena hice observar a alguuos de los caballeo ros que me dispensaban el honor de su conversación la notoda y extraña falta de una sala de lectura que ofre. ciese a sos socios y a sus abonados, un selecto equipo de obras científicas y literarias, así como ejemplal es de algunas de las priucipales revistas y periódicos ex.

t~'anjel'os que no están al alcance de particulal'eS pero

Sl de una sociedl\d constituida como ésta lo cual ele– varía insensiblemente, cada vez más, el ~ivel de cltl.

to~a intelectual de la sociedad, y abriría un nuevo y

mas digno campo de atlacción al simpático estableci– miento que P01' ello cob1'aría mayor lustre. Uno de los contertulios presentes, que c01'onó sn ca1'rera profesio_ nal en Estados Unidos, COmo muchos otros jóvenes rivenses de bien probada inteligencia, que pasó allá vatios años en nuestras ciudades y sociedades princi. pales, y cuyo conocimiento de nuestro país e idioma iguala al de nosotros mismos, me replicó con una son– risa de desdeñoso desconsuelo:

~"jLibros! ¿Para qué? Habría que instituir una sección de policía que guardase la biblioteca contra propias y extrañas depredaciones; y luego, habría que 'crear otra de abnegados apóstoles que p1'edicaseti yen– cendíesen el buen gusto por el clacicislllO en la lectu– ra".

-Pero los reglamentos para 10 uno, y el hábito, aunque tal'de para adquhh'se, para lo tro -obServé– no bastarían a asegurar la conservación de 10 llrimero, y el feliz éxito de lo último?

-"Los leglamentos entl'e nosob'os, dijo incorpo. rándose y tomando un cuadernillo de una mesa, se re_ ducen a esta soflama: se escriben para tenelse impre. sos con el h'ónico título a grandes leh'as, y se obser,

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