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tos des(lichados paisecitos que tan a la zaga mal'chan por la vía de la civilización y (lel progl'eso, pusiera es, pecial emlJeño en l'ebautizal'me desde mi insclipcíón en la lista de pasajeros del vapor que debía conducir. me a Colón, y en tl'ansformaune de mi honesta ocU· pación de escl'itor, en la aventurel a y fan agosa como IJl'osaica condición de compradol' de terrenos. ¡Valiell' te cOilllll'adol' estoy yo, que jamás di en el hito de la buena o mala calidad de las tienas, y a quien enga ñan, con pasmosa facilidad, basta los vendedores (le nueces y avellanas del banio de la Univelsidad! DUlante la monótona travesía de m"r, venía fami– liarizando a mi espíl itu con cuantas desclÍpciones y estudios de todo género se han publicado con relación a Centro América. En la llltima y hel'mosa mañana del mes de abril, el "NeW-POl't" echó anclas en la pe· queña nda de San Juan del Sur, e Incontinenti fuí a vestirme de pUlItá en blauco a estilo tropical de TOU. RISTA americano, él'uzándome, a la bamlolera, mí ca– niel emblemático de comerciante en tienas o especies, cubriendo mi incipiente ealvicie con un enorme som– bl'el'o panameño, cuya rigurosa razón de Ser no se me alcanza, y acomodando la más lJlácida som'jsa a mis labios, apresUl'éme a dal' el brazo a mi animosa hija MiIdred, pal'a admiJ'lll' con ella, desde la baranda de cubierta, el bonito si triste panorama del puelto en· gastado en la garganta de aquellas abrupta!'; conTIlle. ras. '

Una limlJia y espaciosa comba en fOl'ma de llena· dUla caldeada por los l'ayos (lel sol, ceñía las jugueto– nas olas de la costa, como aderezo de mujer sujetando los rebeldes lizos. Al pie, y al recodo de las desnu. das lomas, un apuñado grupo de modestísimas vivien. (las Al otro extremo, las arenas brillando en la in– mensa soledad de los desiertos afdcanos, poniendo el desaliento y la congoja en nnestros llechos, y e1l nues· hos labios las plimeras exclamaciones que, a un tiem– 110, nosllo, nos al'1'a1lCara la desilusión Bajamos a tie. rra, Recorl'imos en parte aquella espléndida y desier– ta playa que tan mezquina nos IllU:ecJera desde a bordo, y rlesde la oficina cablegráfica situada en la propia costa del mal', y sel'Vida por empleados ingleses en su

~eneraIÍ(lad, contemplamos aquella {lahia pintol'esca en la Illel1a l'udeza de la naturaleza, y la qUe, años atrás, dUl'ante la febril excitación motivada por los yacimien. tos am'íferos de California, sinticla balancearse sobl'e sus tl'anslluilas aguas, como aves mensajel'as de bo. IlélUZa, los varios cascos de navÍos de vela o de vapor; sn puerto l'epoblado y enriquecido con las conientes de inmigl'ación o de tránsito, su aspecto próspero y co– mercial; l'isueñas y brillantes las lontananzas de su pOl'venh' Y ante el cont1'aste de la conteml)lación V

de la realidad, paSeamos contristados por sus esb'ecllas vías públicas con raros COTTAGES de decente alJa– l'iencia, habitados la maYOr parte por familias extran. jeras ocupando el resto de sus moradores, pobres y aún misel'ables viviendas de muy llrecaria construcción, trascendiendo todo aqueilo a población flotante, sin arraigo, sin miras d~ ostensible mejoramiento, con es· casas noeiones de ltigiene a cal'go principalmente de. los vientos que sOlllan de las alturas cit'cunvecinas, casi sin instinto de belleza y de arte, o sI existen, perma-

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llecen degenel'ados o apagados pOl' la indiferencia o la desidia que parecen ser caractel'Ístieas al bajo pueblo hispano.amelicano. La clase proletaria va aquÍ d~seal.

za; los llOmbres visten de camisa, o camisola pOI' lo común de colol'es chilIantes, y genel'aImente se les ve dmante las hOl'as de labor, an'ollados los pantalones hasta las l'odillas, y desnllllo el leqnemado y sucio bus· to; mientras que las mUjeres de esta misma clase lle· van escasas sayas de pobrísimas telas, y cubren la pal'. te snperiol' de sus cuerpos con lo que llaman "camisas", premIa suelta de la misma tela, sin mangas, de escote exagerado rayando a menudo en la indecencia y tan ridículamente corta qne apenas les toca a la ciIitura Viven prácticamente la vida pública de la calle; voci· feran y gesticulan para llablar las cosas más baiadíes e innecesarias, o sin pl'eocllparse en lo mínimo del tiempo que pasa, piérdense en casas de aquellas parti. culal'es qne les son afines, en insulsos comentarios (le extraños asnutos que en nada y pal'a nada les conciei. nen; cocinan muchas veces en ollas de bano sobre pe_ 111'11SCOS coloca(los en el suelo no Ilavimentado (lel cual'. tucho que desempeña a la vez los oficios {le sala, apo sento y cocina, o del zasuizami en donde se revuelven en la más degradante confusión; los chicuelos de esta infeliz y prolífica l'lllea van casi siempl e lmercos, ha– l'allientos y hambl'ientos, los más lleqlleñuelos común– mente a lash as sobl'e el polvo, o dlll'miendo bienaven_ turadamente SObl'e la madre tie1'l'a por todo lecho, en presencia de los lndifel'entes, o bien acostumbrados )Jadres a escenas tan trlstement~ conmovedoras como éstas, (le primitiva e inconcebible sencillez

Entre los hombres de esta clase hay una pI'open. sión fatal al abuso de bebidas espirituosas que ·expcll_ den desalmados negociantes, no sólo de la IJCOr cali– dad unaginable, sino confeccionadas con ingl'edientes deletereos y entopecedol'es, cnyas víctimas pasan de

la eblierlad más abyecta a las más salvajes reyertas de cucltillo o de macllete, embistiéndose con furia sangui. naria, o aire CinillO y desvel'gonza(lo de empedernidos maUlecllOres, como los majos de la riente Andalucía, cuyas fogosas pasiones y desordenados instintos pare cen hel:edar y conse1'var en su índole genuina, a tI'a– vés y a despecllo rte los sigloS'

En cambio, es un pueblo por naturaleza nada tor– pe, antes bien, dotado de agudeza y bllen sentido. Re. signado hasta lo invel'osímil en el sufl'imiento, bastán– rlole los más puel'iIes pretextos para resarcÍJ'se de sus penalidades con peculiares y cndosos esparcimientos, (le que ya os hablaré en otra ocasión. Raza sencilla y bien animada mOl'almente, de 11ábitos mol'igerados cuando el vicio no ha llegado a corl'ompel'1os, resisten– tes en los más :penosos tI'abajos qlle ejecutan bajo el quemante sol del mediodía ¿qué le falta a esta cIa· se desgl'aciada para su mejol'amiento y l'ehabiJitación? Le falta lo que nunca será bastante aún en nuestros empol'ios de civilización: el ojo avizor del estadista; la cal'ida(] bienhecllOra y mllnífica del capital. Escuelas hasta por los ámbitos más allartados del país; maestros rle enseñanza IJl áctica y elemental; moralizadores que siembren IJOr doquiera en el pecllo de la infancia des– cuidada, la semilla del bien, escardando los prejuicios

y absurdas creencias translllitillas de generación en ge.

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