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El 7 de junio de 1905 cerró sus ojos para siem– pre en la ciudad de Granalla, el joven escritor y poe– ia, a cuya memol'ia consagro estas pálidas líneas co· mo un reflejo de afecto y de justicia, que jugueteando pOl' un instante allá sobl'e la lejana tumba, delinealá si bien muy imperfectamente, los contornos de aqueo lIa figura pal'adógica, brillante y sombl'ía como la de Edgar AlIan Poe, que llevó y popularizó el nombre de Adán Vivas.
Contalía Adán 33 años de vida asendereada y aza– rosa en sus postrimerías, suavizada por intervalos de bonanza y pasiva y sumisión al metodismo l'utinario del hogar y a hábitos morigerados de tcmplamr;a, cuando la muel te, ya presentida y sobrallamente anuncia(la, vi– no a reclamarle como una víctima que casi se ofren. daba por sí misma en aras de sus propias desventuras: ahíto de decepciones y sufrimientos; ansioso, por asi decirlo, como de Musset, de leclinar al fin la joven cabeza fatigada en la fúnebre almohada, y dormir el sueño etel'no que no tiene despm tal' aquí en la tiena, Leí ha tiempo una bella poesia de Adolfo León Gó mez institulada La Tumba, El Destino COnvoca a la Hermosura, a la Opulencia, a la Juventud, a la Alegria, al Trabajo, a la Ciencia, a la Poesía en torno de una fosa, para descubrir en ellos, la impresión lnás espan tosa de la mUerte. La Belleza se hOI'l'ol'iza 11e la ü¡
mumIa profanación a la hermosula, a la vista de aqueo Ila nauseabunda y lentamente animada lepra del sepul– Cto, que brotando, como si djéramos, de las húmedas paredes de la huesa misma, cllbl'e con torpe ironía y
saclÍlega voracidad, lo que paco antes fuera hechizo del mundo y envidia de deidades; la Juvcntull y la Aleglía palidecen ante la pavOlosa soledad de la últi· ma morada: la Opnlencia rebocede desfallecida ante su oscura y miserable estrecllez; el Trabajo se atel'l'a en la etel'na quietud; la Ciencia, de su mistedo; la Poe·
sía entristecida, lIol'a el olvido de las tumbas, el olvi– ito como ]0 más espantoso de la muerte, l' no obstan– te qUe para el caso, valen lo mismo o uada el olvido, la soledad, la esb"ecllez, y aún la asquel'osa lepra vi– viente del sepulCl o, yo pienso también entristecido con el poeta, pues que no llay lápida funeral'ia que má<;; pesada y des)Jiadadamente caiga sobre una tumba, ce l'lándola para siemple a los ojos del mundo, qUe aque na plúmbea losa que lentamente va dejando caer el corazón lmmano, aún a despecho de sí mismo, sobre la triste y yerta fOl'ma de una víctima qnelida, cuando seca la fuente de las lágrimas y lota desde entonces la interdicción de los goces tentadOl es del mundo, remó. zase el corazón en una inefable aspÍlación de nuevos /lombres para esa ilusión jamás alcanzada que llaman la pe1'fecta feliéidad humana, y que burla al hombre desde el orto al ocaso de Sil vida.
Un lustro acaba de pasar desde la temprana muer. te de Adáu Vivas, y salvo un breve artículo necl'ológi– co de Salvadm Castrillo ]¡, soy yo, si no me engaño, quien primero se acel'ca a la tumba soiital'ia del malo grallo joven escritor y llOeta granadIno, a plaiiir ei dile.' lo pal'a las pat1'ias letras, y a esparcir adelfas del
1 e– cuel'do sobre el túmulo que guarda sus despojos De ilustI'e ¡ll'ogenic y de tranca y v:u'onil presencia,
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con aires de parnasiano desenvuelto y burlón; cabeza modelada como para servir de asiento a la Inspiración; expresión lebosante de animación y aún de impetuosa vivacidad; nobies y generosos imlllllsos del corazón; ca. l'ácter excéntl'ico y l'ebelde a los cánones estrictos de aceptadas conveniencias sociales, como su nínnen que jamás pudo cabel' dentro de la dm'ada jaula de un es– tudiado eufemismo y del comedimiento repulgado y discl'eto a que nos obligan las apariencias indlspensa· blemente necesarias en el diario escenario de la villa extelior todo eso era Adán: pájaro de vigorosa po· tencialidad desarollada a plena luz y a plena libertad, en aquel viejo hogar de sus abuelos, acabado tambien Il0Y como su propia existencia, y en donde lIna célebre anciana, a quien yo nunca conocí, más a cuya memolia tributo el llomenaje de afectuosa veneración COn que aún viva en el recuerdo de mi }ladre, se recreaba en lOllea!: y ver crecel' bajo la egida de !'u glaeiosa, si a veces temible p¡'edilecclón, aquel aguilucho favorito cu– yo aleteo y canto victorioso, no le fue ya dable oírle lesonar denh"o del alma como ecos lisonjel'os de orgu– lio y (le placer.
Ráfagas de desgracia y muerte abatieron i desola– ron un día infausto aquel hogar, y desde entonces voló el aguilucho de rama en rama cual si temores instinti– vos le fueran ahuyentando de traidol'as emboscadas de su fatal destino; subió con naturales bríos por las cnclllubradas regiones del Helicón y del Parnaso; y más alto aún, y con más potentes y soberanos gilos, ca– si l'ayando en los vuelos del águila caudal, por las de una libl'e y fecunda inspiración en el lirismo de su elo. cuente prosa, hasta que el frío hálito de la muerte IIn· tumeció las extendidas y bravías alas, y cayó a ia luz del medio día de sus años, exhalando la h'lste vida aquel ser todo pletórico de juventud, a pesar del fata– lismo de su sino Que le hnpidió Cl'uzar Ulla V otra vez las ciénagas emponzoñadas del inlm'tunlo, y de las cua– les emergió cada vez más excéptico y sombrio, rota al– guna cuerda más de su lira de poeta, y por sorprenden·
te anomalía, su l>luma de escl'itor, mojada en las negras aguas de la desolación y la amargul'a, brillaba con nue– vas y hm'mosas fulgnraciones al herirle los rayos de la inteligencia o del cOl'azón.
"No soy" -dice Adán Vivas, en la introducción de un follctito de vel'SOS intitulado Sorpresas- "ni de. cadente, ni romántico, ni nada en Utel'iltura. Soy una construcCión química que vibra imllresionada por acon– technientos leflejados en ideas". Y decía muy bien: no lleltenecía, ni Plocuraba seguír lumbos fijos y de ter· minados en las letras; era solo, espontáneo, originai; dábase ingenuamente a la belleza y al arte según las percepciones de su espíritu; cedía naturalmente a los impulsos de su inspiración, y así, ora velsificaba al a– mal' _·SU JlIílllen por excelencia- a la belleza, a la des– l\Tacia, a ia diclla, al dolor; ora escribía con admira– ble facilidad la pI'osa libre, exornada de galas naturales del ingenio, la prosa que brota del corazón y que vivifi· ca la imaginación, flores de un fecundo suelo tropical matizada por los l'ayos del sol naciente; hermosa, fá– cil y brillante elocución que habría hecho de Adán Vi– vas el primero y más gallardo de los prosadores ceno tloamericanos,
Muy joven alín tradujo al castellano uno de los
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