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MARCOS ¿Y U , doña Palmira? Tú, Juanelo? DOJ'.lA PALMIRA Vayan sólo U U, Juanelo y yo nos quedamos (No. h~y que h~cerles sombra 'Que dieran un golpe mis hiJas! Estan buenos para :naridos Verdad es que para esto no son necesarias grandes cualidades)

(Este aparte viendo salir las parejas)

Escena VII

DOt'lA PALMIRA, JUANELO

DOI'lA PALMIRA Siéntese, Juanelo (Este mozo me convendrí'a)

JUANELO (Viéndolo bien, esta tía es parade-ra Averiguaré si es tan rica como aseguran ¡Que me fuera yo sacando una rifa que me sacase de difi-cultades ¿Por qué no? Me la insinuaré)

(Se sienta a su lado)

DOI'lA PALMIRA Conque, Juanelo (Mani-festémosle confianza)

JUANElO Señora (¡Cómo me miraD DOI'lA PALMIRA ¿Yen cuál de los Ministerios está U empleado?

JUANELO En el de Hacienda, señora DOI'lA PALMIRA ¿De Hacienda dice? JUANELO Sí señora (y como que recuer-do) Dígame, ¿U conoce al Señor Ministro de Ha-cienda?

DOJ\lA PALMIRA ¡Oh, sí! El Señor Ministro es muy deferente conmigo (Este joven lo sabe todo seguramente)

JUANELO (No hay duda es lo misma de las órdenes aquéllos a la Aduana )

DOI'lA PALMIRA Yesos deferencias las me-rezco gracias a mi difunto esposo .

JUANELO ¿Qué? Su difunto eS une) de los mártires de nuestra libertad, algún patriotazo del ca– lendario de la Reforma? Entonces, nada mós justo DOI'lA PALMIRA Le diré a U Mi esposo, aunque hombre pacífico, siempre acompañó al Señor Ministro en la o¡:;osición - JUANELO ¿Siemple?

DOJ\lA PALMIRA Seré franca no siempre Cuando mi Policarpo fe servía 01 Gobierno, pues JUANELO No era opositor, es claro Eso se llama ser uno consecuente en política ¿Cobramos del presupuesto? Pues gobiernistas? El Gobierno es in– grato? Pues opositores.

DOI'lA PALMIRA Pues una vez que mi Policar-po no estaba empleado, le sucediá .

JUANELO ¿Que le pelsiguieran, que le encar-celaran, que le desterraran, que le .?

~OJ\lA PALMIRA No tanto, Juanelo, sólo esto

OCU;f1 0 Se practicaba una elección i Ah, Juanelo! Que alegres eran las elecciones de aquel tiempo! Tan

refiidas~ Y ahora

JUANELO Sí, porque no le daban a uno liber-tad Hoy no se ven desórdenes en las elecciones, porque la libertad de la Reforma, que es enemiga de

ellos, no los tolera Pero ¿qué le pasó o don Poliear-po?

DOI'lA PALMlRA Casi nada, Juanelo El di-funto, que estaba votando, corre a meterse en una casa, porque se forma un bochinche' palos, pedradas, bolazos

JUANELO Prueba de que aquellos Gobiernos no [e daban libertad al pueblo La verdadera libertad, señora, es la libertad de lo Reforma, libertad quieta, pacífíca

DOI'lA PALMIRA Mi esposo cae en la carrera que se llevaba y

JUANELO Y se rompe fos dientes contra unas piedras ¿Verdad?

DOI'lA PALMIRA No, porque fue a lo elección sin dientes

JUANELO ¡Sin dientes a la elección!

DOJ'.lA PALMIRA Por consejo mío Yo le dije a mi Policarpo véte a votar, pero antes quítate lo dentadura, no vaya a ser que te la quiebren. JUANELO Pero ¿qué está U diciendo? ¡Arrancarse la dentadura!

DOI\lA PALMIRA Si ya se la habí'a arrancado el dentista, la que se quitó era postiza. JUANELO ¡Ah;!

DOJ'.lA PALMJRA Sin embargo, Juanelo, el día siguiente, EL Látigo, un periódico opositor, aseguró que mi Polícarpo "había sido víctima de [os esbirros del Gobierno, que un soldado de la Oligarquía le había

apeado los dientes a culatazos"

JUANELO En resumen, don Policarpo es uno de nuestros martirólogos

DOI'lA PALMIRA Pero como le he contado, porque a mi esposo, fuel a del susto, nada le pasó JUANELO No importa, así se practica la Mar-tirología don Policarpo es un eximio martirólogo

5elí6ro, (levantándose) con placer estrecho la mano de la viuda de un mart¡rólogo; a quien la patria, si no 01· vida los sacl ifieíos de sus prohombres, levantará un

monumento.

(Vuelve a sentarse, después de estrechar afectuo– samente la mano de la hotelera Esta pdrece no en– tender ni jota)

DOJ\lA PALMIRA (¿Qué dice?) Juane[o, tiene U en mí una servidora. El día que

JUANELO ¿El día que me admitan la renuncia?

OOI'lA PALMIRA ¿Que su destino está amena– zado, pues?

JUANELO No, señora, los destinos públicos jamás están amenazados amenazados están los mar–

tilólogos que los desempeñan. Hay por hoy, cada

martirólogo que se desvela por la patria, tiene suspen– dida sobre su deSinterés, sobre su abnegación (gol–

peándose la barriga) la espada de mil martirólogos

Vivimos en eterna conspiración, pero nadie conspira contra la Presidencia, contra [os Ministerios, contra las Magistraturas, contra los demós empleos, sino que to– dos conspiran contra el Presidente, contra tos Minis– tros, contra los Magistrados, contra los demós em· pleados .

DOI'lA PALMIRA: Pues joven (mirándole aboba-

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