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Pero la ambición humana, nunca enéuentra di– ques, y poco a poco iban devorqndo la propiedad pri– vada, y con ellos o sus mismos propietarios que seguían trabajando lo tierra pero yo no como suya, sino como arrimados, como necesidades de esa parcela, de la que· antes libremente disponían Pero aunque despejado

del derecho de propiedad de la tierra el nativo podía sin mayores dificultades obtener el usufructo de ella y así aunque atentatoria "La Hacienda y la Finca" no llegaron a lesionar al máximun el derecho de propiedad del indígena, que a la sombra de la hacienda siguió llevando su vida rústica de campesino

Quedaban por lo menos intocables los bienes co– munales de los pueblecitos y una innúmera legión de pequeños propietarios, que unas veces vivían de los frutos de una pequeña agricultura y otras vivían del producto exiguo de sus cosechas y de alguna artesanía en la que se especializaban los pueblos oro como te– jedores, o carpinteros, alfareros, y otros oficios Así sorprendió a Guatemala fa época independiente, que en lo económico siguió las formas de cultivo y econo– mía ya viciadas de los últimos años del siglo XVIII y

comienzos del XIX y en vez de avanzar en el natural campo de lo agricultura y de la propiedad agraria, se estancó durante casi medio siglo y dio luego el paso mós letrógrado que nunca diera la economía en toda nuestra historia puesto que bajo el símobolo del Liberalismo y de criminal lema económico "dejar ha– cer" y de su nefasta "libre competencia" el podero– so, el político, el terrateniente acapararon la pro– piedad de los grandes y pequeños propietarios, despo– jaron

Q numerosos pueblos de los bienes comunales y

arrebataron a la Iglesia los labrantíos e ingenios, que además para el digno decoro del culto y fomento de la

educación pública, y la beneficencia, eran para el cam– pesino el banco cristiano, "montepío" se llamaban con nombre Que respondía a su realidad, que hacía posible que nunca la propiedad indígena cayera en manos del poderoso El odio del liberalismo contra la Iglesia, no era tanto porque adversora su doctrina teológica, sino porque lo Iglesia era 'a protectora del indio y el dique contra la rapiña de quienes querían explotar 01 cam– pesino El liberalismo quitó a la Iglesia sus bienes, y

fas medios de poder facilitar al campesino la defensa de los suyos, y antes de un cuarto de siglo de tal des– pojo había logrado arrebatar sus tierras a miles de pe– queños propietarios, que iban cayendo en las garras de los ambici?sos gobernadores, funcionarios liberares, y

de sus amigos, que eran liberales en grado sumo en el

arte de despojar de la tierr<'! a sus legítimos poseedo– res La devastadora tempestad de lo rapiña econó– mico-liberal, ocobó con fa pequeña propiedad de' siglo XVI, que se había reducido bastante fi!n el siglo XVIII,

y pa!a .1I~gar casi a extinguirse a finales del s;glo XIX y prinCIpiOS del XX como fruto de la injusticia social del liberalismo

El liberalismo en escaso medio siglo había arreba– tado de las monos del campesino Guatemalteco más del 90 34 ?o.

de sus tierras en nombre del dejar hacer,

que ~? crlstla~o se .traducía sin eufemismos en "dejar

rabc;r R.oba el liberalismo sus bienes a la Iglesia, robo sus bienes a las instituciones científicas robó al campesino Creó las grandes propiedades p~estas en

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MonseñOl Roasel que aquel precia 10 sacerdote es. cribió a raíz de las actividades de propagandistas de la doctrhia comunista en Guatemala; que poco a poco va ti ascendiendo una de sus más delicadas etapas de la vida política, económica y social y en esta hora de pena para todos los guatemaltecos: Tenemos fe en la providencia divina, que la vio. lencia cesará, pero conj ugando con devoción y des. interés, todas las fuerzas vivas del país, ~ara co– laborar con el Gobierno que persígue la' pi oSlleridad de la tierra del Quetzal y así habl á de ser, no solo porque lo queramos, sino porque estas cnfe! medades que suelen afectar a l<Js pueblos corno organismos, son trasunto fiel de errOl es que Se han cometido en el pasado y entonces fueuas de todos los órde– nes tienen que conjugalse; deponer sus ambiciones

y eleval su pensamiento para que la paz se lestanre y volvamos a la normalidad.

La labor de lMucador que se nos encomendó en gran parte de nuestra vida, en Guatemala, dio ocasión a conocer muy de cerca a Monseñor Rossel Arellano, en los años de 1937 a 1944, especialmen. te Fue Monseñor, además de un sacerdote de excepcionales cualidades, de extraordinario valor, nn maestro en la verdadera significación del vo– cablo: el Colegio San Sebastián del cual fne alma y vida, ha dado a Guatemala, hombres que presti– gian al país, dentto y fuera de sus fronteras. En aquella humilde escuelita, se iniciaban en la pri. maria personas de todas las clases sociales, bajo la dirección de Monseñor, pela especialmente con– currían uiños de escasos recursos; allí se les esti· mulaba a los buenos estudiantes y se les facilitaba el ingreso a la Secundaria. Fue en los dias que nos tocó el honor de dirigir el Instituto Nacional de Varones, de Guatemala, cuando más estrechamos nuestras relaciones con Monseñor Rossel; los alum– nos de escasos recursos que habían sobresalido en San Sebastián -la Escuela Primaria de flU calÍ– ño-- pasaban al Instituto bajo nuestra dirección. L<Jil Bachilleres egresados de aquellas aulas son en

flU mayoría excelentes profesionales, que se reúnen periódicamente, pal a rememorar el Plantel donde transcurderon los más activos años de la vida y

allí se graduaron, pues, jóvenes del Colegio de San Sebastián, producto de la laboriosidad y amor de aquel pleclaro sacerdote, nacido en Esquipulas, cen– tro magnético, donde se conjugan la devoción de tres paises hermanos: El Salvador, Honduras y Guatemala

Reiteramos, pues, la utilidad de leer este valioso artículo de Monseñor Mariano Rossel Arellano, por útil, por Ol ientador, porque tiene mucho qué apren– der de sus experiencias de aquel ilustre y humilde varón, que supo ser grande en la adversidad para la vida de Guatemala; llegando a exponer hasta su plopia existencia, en aras del pueblo católico de mi patria, a la que consagró los mejores años de su paso por el mundo

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