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« Previous Page Table of Contents Next Page »No presentan una solidez satisfactoria los tres bases de nuestro sociedad, como resultado del vistazo que he dado sobre el paisaje. Deseo examinar ahora como se desenvuelven las relaciones entre los diferentes clases sociales, para ver si la falta de antagonismo pueda ce–
rrar las puertas
Q la lucha de clases, que prepara el
terreno al comunismo. Antiguamente las relaciones en– tre 105 clases en NiccuClgua eran apocibles y de notorio cooperación. Un troto amistoso se verificaba por el per– manente cont(lcto entre los diferentes elementos, y se manifestaba en el intercambio de servicios, en la ayuda mutua y en la suma de aspiraciones. La clase principal
y lel c1asl!l arlesanQ se trataban entre sí con suma I/ane–
ZCJ y gran confianza. Los artesanos trabajaban muy bien organizado$ en el taller, alrededor del cual COntU–
rt ía un número de individuos del mismo oficio, para constituir casi uno familia, que dirigida por el maestro, trabajaba, para beneficio de todos y de cada uno, para mejoramiento del orte, que era amado con entusiasmo de vacación La clase principal tTCltaba también directa– mente con las masas en armonía. El pueblo encontra– ba siempre abiertas las puertas de las grandes casas centrales, Cl las que visitaba asiduamente y con entera confianza, y a las cuales ocurría a la hora de las aflic– ciones para pedir auxilio, 01 que se sentía con derecho
y el qua le era otorgado con la naturalidad de quien entleSl:l cose¡ debida. En el campo, el dueÍlo, permane– cía en la hacienda tgoto tiempo como en 19 ciudgd, y
cultivaba las relaciones más íntimas con los labradores, que en él veígn su consejero, su médico, su farmgcéutico, su nlaestro y al mismo tiempo su buen amigo Las ca– sas de las haciendas eran construídas sólidas, cómodas, espaciosas, iguales a las de la ciudad, porque se pre– paraban para habitación de su propietario, y no para bleves visitas como en calidad de campamento. Allí el dueño se identificaba con el sirviente en el cultivo de In tierra, en el cariño a los animales domésticos. Conocían a los cgballos por su nombre y para ellos las vacas tenían fisonomía Dueños y sirvientes discutían
y resolvían las operaciones del culfivo y compra y venta de los animales. Esa vida del campo fué destruida por las guerras civiles que reconcentraron
(1 los propietarios a lels ciudades, abandonando las haciendas a manos mer– renarias, e interrumpiendo tales relaciones entre patrón
y servidor
Mi generación no alcanzó en su plenitud aquella dichosa organización de la mesto niemagüense, pero todavía recuerdo haber visto, como resto de esas costum– bres nonor;:¡bles, los últimos brotes de aquella h'anqui– la sociabilidad los sirvientes vení..n
(1 la casa del pa– tr6n de la ciudad como si fueran a su propia casa, a curarse cuando estaban enfermos, y a morir entre los cuidados de la familia y con los auxilios divinos cuando la enfermedCld no tenia cura. Tiempos aquellos en que las casonas principales ercan escuelas públicas para los nifíos de las clases pobres, ahijados ele los lóvenes y
de Itl5 sefíoritas de la familia El vínculo del padrinas– co ero un verdadero parentesco. Permítaseme que ell un desahogo de mi corCll:án recuerde ahora la casa de
mis poclres, de amplísimos corredores, sembrados aquí
y allá ele pequeños taburetes en que se sentaba una chiquillería bulliciosa e1el pueblo, a la cual mis herma– nas, dirigidas a su vez por mi madre, enseñaba a leer, a escribir·y a echa .. las cUelltas de una elemental arit– mética Tiempo pasado irremisiblemente, nobles costum– bres concluidas. Ahora las relnciones entre las 'clases
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se han enfriado, y aunque no hay todavía motivos de hondas contradicciones de inteleses, ni de profundos rencores, cada día se alejan unas de otras, y cierta la– tente desconfianza na ido sustituyendo a los antiguos afectos, que mantenían la organización casi patriarcal de Nicaragua
De todo esto resulta que no son inconmovibles las esencias ele nuestra cultul a, y que puede corroerlas el ácido de las malas doctrinas. Es postura cómoda la de los que afirman, por si y ante sí, que no existe el peli– gro elel comunismo. Así procede siempre el hombre en su desenvolvimiento individual en relación a 105 peca– e10s y ti los vicios. En lugar de combatirlos cuando asoman en la voluntad con las fuerzas de las virtudes que le son anfpgónicas, niegan sus peligros y se alie– nel! a iml>osibilidacles imaginclI'ias de caer en sus abis– mos li'uede tomClT una copa
(1 menudo dice el joven porque mi sangre es refr<lCtari(l a la ebriedad, y frecuen– to las tabenlas y por fin cae en el vicio, en la ruina y en lel abyección Igual procede colectivamente ante los grandes peligros sociales. No abandono su comodidCld ante el comunismo porque dice que es un fenómeno cle los t>aises que tienen grandes industrias, y numerosas aglomeraciones de obreros. Algo parecido afirmó Carlos Marx, quien decía que sus doctrinas solamente podicin ser ensayadas en los países donde la industria alcan– zase alto desarrollo. Sin embargó Rusia no era un pais de grandes industrias, sino agrícola, productor de trigó, surlidor ele motel ias primas a las naciones industria/es de la Europa anterior a la Guerra, y fué el primer pue–
blo que abrazó el comunismo.
Es un error creer que el comunismo se desenvuelve sólo sobre su parte económica. Esta es el plinto de apoyo de sus principios disolventes Expone la doctri– na de le plusvalía para derivar de ella la interpretación económico de lo historia, el materialismo puro, y la ne– cesidacl de la lucha de clases. Pero el matel ialismo histórico significa una agresiva contradicción a las má– ximas dal cristianismo y la guerra a la religión. Para esa cOlllllClÍlc el comunismo adopta un método ele pro~
selitismo casi meseónico. Un filósofo moderno dice que en viriud de ese aspecto pretende poseer su revelación, sus libros sagrados, sus maestros oficiales que afirman
y no admiten contradicción. Y el Profesor Asmus de la Universidad ele Moscú asegura que "el marxismo, si· guiendo el ejemplo de su fundador, se muestra despia– daclo, no admite ningún éompromiso, ninguntl concilia– ción," ningún eclecticismo"
Respecto al desenvolvimiento elel comunismo en Ru– sia, leí hace poco con grande interés unas conferencias que, con el título de "Metafísica el bolchevismo", dictó en las famosus Semanas Universitarias de Salzburgo, un ruso que aleccionado por el sufrimiento, ha podido estudiar, sobre el campo mismo de experimentación, ese terrible episodio de la historia moderna Se llama Iván van I(ologriwot y pertenece a la falange de intelectua– les esclavos que han iniciado un franco regreso el las doctrinas integrales del cristianismo. Conoce a fondo las causas y el sentido ele la revelación. Fué en sus mocedades oficial de los ejércitos del Zar y combatió con denuedo contra los alemanes en la Prusia Orien– tal Después, destrozada el alma por la cat&strofe que arr uinó o su patria, cambió los arreos militares por la negra sotema de los soldados de Ignacio de Loyola. Cuando examina Iván los antecedentes de la revolución en Rusia traza algunos cuadros del estado social ante--
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