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* * *

de laureado escritor. ¿Cuál? Quién será mi víctima?

La oración por todos, aquélla, Andrés Bello, ésta Perdonadme, insigne venezolano, pero vos me servís

01 objeto Antes que otro, algún virotillo..

u .... Va es la hora..."

¿La hora de qué? De los piojos?

"De la conciencia y del pensa&' profundo".

y ¿tendrá conciencia ese hombre que manda a rezar a su hija, víctima de los abusos paternales? Pe– ro ¿será ciertamente hija del señor Bello la pobre niña? Eso está por averiguar, porque cuando el marido reza por aquí, el diablo por allá Pase el pensar profun–

efo,. porque, en fin, en todo hay profundidad Ade– lante

"Cesó el h:abajo afanador..."

Naturalmente, cesó el trabajo afonador, y cesa· ren también los que no son afanadores, si acaso.

" ...y al mundo

I.a sombra va a colgar su pahellón".

iOn! jon!

¿Conque fa sombra tiene pabellón? Será el pa– bellón de la oreja o cómo el de ésta? Y de dónd~ va a colgor su pabellón la sombra? Por averiguarlo co– mo el asunto de la paternidad. Sigamos asombrán– donos

"Sacud& el polvo el árbol del camino..."

¿Sé volvieron animados los árboles para que se

~acudan? Y ¿los árboles que no están en el camino se sacudirán también? No lo dice el señor 8ello, a quien habrá que sacudirle Jo badana para que no dis– parate tanto con su Oración, y para que a las niñas, aunque no sean híjas suyas, las trate como lo mere– cen, ya que ellas serán mañana las madres de los Gra– cos del porvenir

"Al soplo de la noche..."

Dígame, señor Bello, ¿la noche es una fragua o un abanico para que sople? j Sóplate esa! Y ¿a quién va a soplar? A la niña? Que fa necesitará, cierta– mente, porque U la habrá arrodillado i bárbar o! entre cuatro paredes, las paredes del viejo torreón que viene en seguido Lo que le sucederá a usted es que algu– no le sople a la niñQ, librándola de los garras de la Edad Media Bien merecido

" •••y en el suelto

Manto de la suIU neblina envuelto,

(Tome usted, señor Bello, su real vuelto).

Se ve lemblar el viejo llorreón".

y no sólo temblor el viejo torreón' tiemblan la

Crítica de baratillo, señores. Empiezo Seré hasta avanzado, sí, por supuesto, avanzado fibrepen–

sotonto

"Vé li1 rezar, hila IRÍa".

El señor Bello, algún ultramontano de marca, digno de las intenciones de un Marat, uno de esos ti– pos sQtanescos con que lucha crudqmente la civiliza– ción de los Littré y los Compte, manda a rezar a su hijo, ~n vez de mandarla a que se saque los piojos o a acostarse La niña, sacándose los piojos y acostán– dose temprana para levantarse temprano, encontraría, tal vez, un novio que la líbrase del fanatismo de su padre

blico y ros escritores más prominentemente (así como U. habla y escribe) hayan dicho la última palabra, propale U que esa obra es un plagio, con lo cual U.

al mismo tiempo que vaciará de lo que liene, será, tal vez el instrumento de pechos insanos '-jAchís! Achó ós! -Gracias, doctor

-jA Dios, señor Firififí! Y salúdeme al Dr. Ayón cuando el insigne prosador le pague a U. la co–

cMada.

Leocadio Firififí y Antolín Tiliche salen de la casa del Dr Castela, el lino _¡Tilín! tilín!

y el otro

~iAchís! Achá ás! Achó ós!

y el virotillo de Firififí va a procUlar hacer tilín sin tener ti\fn ¡Achís!

CRITICA DE BARATILLO

Si machos engendran, engendran engendros, y si hembras conciben, conciben abortos Ca algún sen– tido para comprender que sus composiciones, por sí solas, no llamarán otra atención que la de deudos in– teresadas, aciertan, para conseguir distintos lectares de éstos, escogiendo obras cuyos padres se han con– quistado envidiable puesto en el estadía de la publici– dad La crítica de los Fígaros de buhonería, pues, no tiene más mérito qu~ el aparecer en ella el nombre del autor dé la obla manoseada

La crítica debe enseñar, y el crítico que no ense– ña es un mal intencionado que sólo busca ocasiones de mortificar, sin gracia casi siempre, sino es un envi– dioso

Tengc para mí que la crítica de pormenores, si enseña bastante, no es la más aceptable Pero ¿qué es crítica de pormenores, ¡'ne preguntará alguien,' esa que a usted le hemos oí'do mentar por primera vez? Pues "crítica de pOI menores", o pormenorizada, que diría un inventol de vel bos, no es, como creen por ahí, el estudio que se hace de una minucia gramatical, sino el examen por partículas de un trabajo Los Ripios de don Antonio de Valbueno son "críticas de porme– nores", pero en lo dilatadísima discusión que sostu– vieron los gramáticos Guridi y Barreta, acerca de la partícula in de intitu(ar, no hay esa crítica, sino sim– plemente la indagación de una minucia

Soberbio es la crítica, de D Antonio de Valbuena, sin que por ello se entienda que enseña tanto como un

Diccionario de galicismos de Baralt, como un Lenguaje bogotano, de Cuervo, ni con mucho Y porque sober– bios son los Ripios yo compadezco al mochuelo audaz que sale con que él "se ha permitido hacer una crítico valbuenesca". Risum teneatis

¿Quieren ustedes, mis benévolos lectores, que les presente una muestro de crítica de baratillo, en la cual no asoma la cabeza una sola minucia? Pues va en seguida, y yo seré su autor Voy a probarles, pues, que nada en el mundo es tan fácil como echarla de literato buhonero

. Elijamos una poesfa, porqLi~ la poesía se presta mas b la crítica en que me ocupo, una poesía notable,

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