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EL TESTAMENTO DE UNA MULA
(Tradición)
Allá por los años de 1815 y 1816, cuando el Obispo español Gorda Jerez ocupaba la diócesis de Nicaragua, era cura de El Jícaro (Nueva Segovia) el Presbítero Francisco Tejedor, natural de Chinandega Era el padre Tejedor sujeto ocurrente, de oportu– nas salidas y hombre que no se ahogaba, como vulgar– mente se dice, en un dedal de agua, y que sabía nadar sin mojar la ropa
Diz que no hay quien no tenga, después de los ojos que la naturaleza le diera, otros ojos de su cara, esto es, algún objeto (o persona o animal) al que le arrastra exagerada predilección Cosas de la debi– lidad humana Tenía el padre Tejedor, pues, otros
ojos de su cara, y consistían éstos en una mula, ventu– rosa mula que sólo quien la amansó y el consabido cura llegaron a montar ¿Prestarle su mula a alma nacida el padre Tejedor? Ni al Papa se la hubiera prestado aunque Su Satnidad le ofreciese el capelo en cambio' Figúrense ustedes cuán amargamente lloró el padre la muerte de su mula Porque lo mula no sobrevivió al padre Tejedor
-Los zopilotes no se hartarán mi mulo -díjole éste al sacristán
-iA enterrarla! -exclamó el sacristán -Yen la iglesia -¿En la iglesia, señor?
-Yen el presbiterio j Iban a regalarse los zo-
p~s con mi, hermosa mula! ¿Para qué me sirve el dinero? Ve, pues, a buscarte unos cuatro indios y con ellos te cavas lo sepultura a la derecho del p;es– biterio
Dicho y hecho lo venturosa mula fue enterrada allí
* * *
La noticia del enterramiento de la mula en aquel
sa~radQ 1ugc:r llego a León, y no tarda en saberla el
obls~o Ga:cFa Jerez i Qué escándalo! La herejía era ImpreVista, pero no por eso debía quedar sin casti. rO
El Obispo reúne en cabildo consultivo a los curia– es de nuestro Metrópoli para tratar de caso tan extraño Como grave
. -Que se suspenda por toda la vida di padre Te– Jedor --decía uno que aspiraba al curato de El Jícaro
I
- Y que se obligue al padre Tejedor a desente– rrar a mula, él personalmente -agregaba otro -Este es un caso de paganismo que debe penar– se ca;' una, solemne excomunión a matacandelas -rugla el mas ardoroso
-;Que se informe a Su Santidad -opinaba el menos Intolerante
. En resucidas cuentas, que se llamó al padre T,e!edor para que se defendiese del gravísimo cargo he. retlco-pagano de haber enterrado una mula en el pres– biterio de la iglesia de El Jícaro
y tienen ustedes al padre Francisco Tejedor quien no sólo era hombre ocurrente y de oportunas so: lidas, sino también gran conocedor de la humanidad le tienen ustedes, caballero en otra mula en camin~
para León, llevando sus alforjas repletas de
unos ocho mil pesos, puras monedas de plata y puras monedas de oro
El padre Tejedor delante del Obispo, están con éste el Notario eclesiástico y cuatro canónigos
. -¿Es cierto, padre ,Tejedor -le pregunta el Oblspo- que usted enterro su mula en la iglesia? -No puedo negarlo, Ilustrísima Señoría -res-pondió humildemente el cura -¿Yen el presbiterio? -En el presbiterio, Su Señoría
-y no cree usted haber incurrido con ese acto de herejía y paganismo, en los anatema; de los sagra– dos concilios?
-No, Su Señoría, pues yo no he hecho otra cosa
~ue cumplir con la voluntad de mi mula, expresada libremente en su testamento La mula testó Su Se- -
, ' nona
-¿Ha testado la mula? -sorprendido el Obispo' -Ocho mil pesos, Su Señoría, y en el testamento, que fue oral, mi mula no se olvidó del señor Notario ni de los señores canónigos La mula dejó ocho mil pe:os;que traigo conmigo, los cuales repartiré entre Su SenoTla, el reverendo Notario, los dignísimos canónigos
y I~s sacerdot~s pobres, si el señor Obispo aprueba el entIerro de mi mula en la iglesia, condición sine qua
nOI1 q~e la testadora puso para el fiel reparto de la h,erencla, r.eparto que será así' tres mil para su Seño– rJO, ,tr~s mil para el. reverendo Notario y los dignísimos canonlgos, y dos mIl para aquellos sacerdotes Y se– gún disposición testamentaria también; la mula puede ser desenterrada, pero el heredero universal lo seré yo. -¡Oh! no hoy para qué desenterrarla de donde está -habló el Notario
Entonces el Obispo, levantando la manos en se– ñal de bendición, le dijo al ladino cura de El Jícaro
"Mula que fal hace,
Requiescal in pace."
-Amén -agregó uno de los canónigos.
JUAITIN! ¡JUAITINI JUAITIN!
Ni más ní menos lo refiero como me lo refirió una inteligente dama de León
Lugar de la acción, Chinandega Epoca, treinta años atrás
Llegó a esta ciudad un individuo de procedencia
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