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« Previous Page Table of Contents Next Page »Sí, Carlos, desde lo noche del baile todos aseguran que amo a Leonor. iVivo el engaño! que gracias a él adoro sin sobresalto~ tt mi Cmmen.
t:rnesto sigue visitcJndo Cl Carmen; ~stCl coda dio más indiferente con mi rival. Estamos en mayo, y julio es el plazo; Ernesto se prepara.
Carmen acaba ele referirme la siguiente conversa– ción con su novio. Su novio! Qué risa, qué risa me da! Ernesto, eres un tontol Carmen será mía y tú te quedarás tocando tabletas. Pero yo no te engaño, que amigo tuyo no soy.
-Carmen, la dice Ernesto, siempre has sido indife– rente conmigo, pero ahora lo eres más ¿Cuál es el motivo de mi desventura? Días ha qua no te veo pues– to el anillo que te dí, y ve tú el que a mí me diste. -Ernesto, contesta Carmen, me CClusa vergüenzCl ponerme tu anillo, pOlque .. -Por qué?
-Porque pudiera suceder que no nos casásemos. -Carmen!
-iCuántos matrimonios no se han desbaratado! -Carmen, tú no me amos! -Has venido, Ernesto, un poco. -¿Me (lmas, Carmen?
-Ernesto, ¿qué quieres que te diga? -No contestes preguntando.
-Es que mi contestación depende de la tuya. Pa-sando a otra cosa, Ernesto, ¿cu6ndo es el paseo? -A preguntarlo vine. -Sólo a eso?
-Ya...
-Pues me alegro -¿De qué te alegras?
-De que hayas venido sólo a saber del paseo. Ernesto muérdese los labios y dice: -¿Quieres pasear, Carmen? -Sí, Ernesto
-Pues el paseo es el domingo -Entiendo.
*
Es deeír, Ernesto y Carmen iban a pasear, pero no fueron, porque vivo yo y yo no quise. ¿Soy
OCCISO un mentecato?
¿De qué me valí, Carlos, para impedir el paseo? Pues de la comedia. ¿Acabará ésta en drama? -Carmen, la digo, conque vas a pasear mañana? -Si no te 0l)ones. -¿Me amas, Carmen? -Soy tuya. -Pues no vayas.
-No iré, pero qué pretexto hollamos? -Contra siete vicios, Carmen?
. -Hay siete viltueles, Alberto. ¿Quieres que me fin-la enferma?
-Es poco, haré que tengas una enfermedad, -Cómo! Quieres que yo sufra?
-No, an~es mi muerte: enfel medad fingida. Una idea, Carmen; espera, ya vuelvo. -Alberto!
-Espera, una idea, ya vuelvo. y salgo y visito al Doctor R...
-Doctor, ¿es Ud mi amigo?
-Te sen~Clrás primero. ¿Se te ofrece?
-Un remedio para una calentura -Enfelmo?
-No, Doctor;. quiero un remedio para tener una cc:lllntura.
-¿Estás cuerdo?
--y muy cuerdo; I)or eso le pido una pildorita pa-
ra que el que se [a tome tenga durante doce horas una ill i:ución que parezca calentura.
--Es muy sencillo ¿Quieres fingir una calentura?
-Sí.
-Biell.
y el Doctor R... prepara una píldora, y me la en– twga, dicióndome:
-Doce horos cle calentura; se secará [a piel 01 co-mrmzor el efecto, y al terminar, un copioso sudor. -¿Me doleril la cabeza?
-Nocll:l, pero sU/lOllgo que dircís que te duele ...
-le elebo? -Esto.
Dice, y me tiende la mcmo.
V, (/.Irlos, comprende lo demás ...
ALBERTO
XI
Granada Querido Carlos:
Cc!rmen ya sabe esclibir y otras cosas. [Soy un maesl"lo soberbio! Hasta algo de Mitología la he en–
~eñado a mi ex-prima... Sobre todo Carlos, soberbio en la comedia, méls soberbio en [a enseñanza del amor... Estoy que me muerdo la nClriz de contento. ¡Qué grato es engañar! Qué groto es el amor! Qué grata es la Pedagogía! Carlos, ¿no hay allí en León señoritos gua– pos que no sepan escribir? Pues si las hay, diles que en Granada está el non plus ultra de los maestros; dlles que yo les enseñaré los trece besos capitales que no lla– mamos mortales, besos que Carmen recomienda, como que conoce el paño...
Carlos, los besos capitales que no llamamos mor– tales son ti ece, en trece puntos cardinales de la mujer: los manos, (dos pun~os) los pies, (olros dos), las mejillas, (01r05 elos) la frente, (un punto) la borba, lotro} la gar– ganta y la espalda, lotros dos} el pecho, lpor supuesto que dos puntos .. } y la boca, lun punto}. El beso en la bocc:s es el beso final
Lo mujer, Carlos, recibe los trece besos capitales que no llamamos mortales, es mujer al... Paraíso... Dícetelo un pedagogo
Un mes más, Corlos, y a Dios, fingidos amores con Leonor!, porque .. ¿Sobes por ~u6? Porque vaya hacer una wIClverada que por cierto no será la última. yo acloro a CClrmen, pero odio el matrimonio des– eJe c¡u,~ en Porís estuve 01 bOlde del abismo de una des– venturada mujer. Carmen, pues, será mía sin casarme con ella. InmorCllidad!, gritarás.. Lo que quieras; pero
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