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-Sí, con la familia. Hablé con las hijas de él y por medio de su :l:eléfono me comuniqué con el Coronel Víc~_or Moreira que esiaba emplea':' do en el Campo de Marle. Cuando le 'pregunié si había alguna novedad, Moreira me contestó que no había nirg:juna.

--En el relaio aludido no hace -U. referencia al pensamiento que hu– bo en Granada de reunir el Congreso para deponer al General Estrada.

-Un 'olvido, pero fué iniciativa mía, secundada por algunos ami– gos. Ten¡arnos mayoría de diputados llamados con urgencia de Chonta– les, Rivas; y Jinotepe. Si no siguió adelante el Congreso fué por el oporiu– no telegrama. de Estrada avisando que había depositado el poder en don AdoLfo Dí~: Nuestro propósito era hacer uso de las armas, pelear sin de– mora.

y no' teniendo más que explicar, guardó silencio de pronto.

Le dí,.1as gracias y me retiré, en momentos en que un muchacho gri– taba a pu1Inop. lleno en la calle:

-"El ·Comercio" a dos reales! 1Grandes e importantes noticias ¡El Co– mercial" ¡El Cómer ... ciol

EL SUBSECRETARIO ROCHA, Y LOS REPORTERS

UN JINETE CABALOllNDO EN LAS TINIEBLAS

XII

Un paladín de la información dice con fecha 12 de mayo 10 siguiente;

Largamente conversamos ayer con el Coronel Hildebrando Rocha, Subsecretario de la Guerra, cuya aC±uación en los últimos sucesos nos re– firió así:

-Poco antes de las 12 de la noche del lunes me retiré del Teatro, al saber que el Director de Policía, CneL Muñoz, acaba de ser reducido a prisión, e inmediatamente me dí cuenta de lo que pasaba, tanto más que ya estaba en aniecedentes.

Supe que se disponían a capturar al General Mena, y comprendí que era urgente una determinación. Dí los pasos necesarios para marchar– me a Granada, el joven Lisírnaco Lacayo hijo me facilüó una excelente bestia y a las 4 de la mañana montaba en casa del Doctor Leopoldo Rosa– les.

En momentos en que iba a padir, llegó un joven, cuyo nombre ig– noro, y me dió cuenta de lo que pasaba en el Campo de Marte; que Miguel Angel Castillo se negaba a entregar las armas al General Estrada y otros datos igualmente importantes.

Entonces le dije que se fuera al Campo y que lé manifestarl;l a Cas– tillo que petn'ianeciera firme en su puesto, pues, a medio día estaríamos atacando la capital con fuerzas de Granada.

A las seis y cuario de la mañana llegaba a la EslacÍón de Masaya, allí estab¡;¡. una locomotora que se disponía a salir para Managua por órde– nes superiores, 'manifesté al segundo jefe de Estación que esa locomotora no salía, me contestó que obedecía a su jefe inmediato y habló con él por teléfono; pero yo le hice presente que no mandaba allí el Superinten– dente sino yo, y acto confinuo mandé orden al Comandanie de Armas de Masaya, Coronel Crisióbal Argüello, para que ocupara la Esfación mi– litarmente y no dejara salir para la capital ninguna locomotora.

Continuó para Granada sobre el Trayecto, y al llegar a las inme– diaciones de esa ciudad ví que venía detrás una locomotora. Me aparté del irayeC±o para no ser visto, y poco rafa después llegaba -al fuerte de San Francisco, y mandé iocar generala, respondiendo al llamamiento io– dos los conservadores de aquella ciudad, con raras excepciones.

Supe enseguida que el tren que había llegado poco antes había con– ducido al Doctor'Carlos Cuadra Pasos, quien me citó para una conferencia en el local de la Comandancia de Armas. Concurrí a ella, acompañado del Doctor Joaquín Gómez y del Comandanfe de Arm.as, Fulgencio Mon– tie!.

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