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¿Cuántos años Heno U.?

-Diecinueve. Torné seis hombres resue1±os, 103 armé de ya±aganes y a la cabeza de ellos fuí a poner en libertad a Noguera a quien dí sus ar– mas e incorporé nuevamente al servicio.

Corno jefe militar con jurisdicción, preparé las piezas, de c;l.cuerdo con los compañeros de armas que las cusfodiaban y rne apercibí para cualquier ataque.

En esla espeC±aHva y corno a las doce de la noche, el general Esira– da nos dió a conocer al general Moreira corno Mil1.ish-o de la Guerra. El primer acto de és!e en su nuevo empleo fue ordenar en el portón plincipal del Campo se penni.tiera entrar una "recluii±a" que llegaba de la policía.

La "reclufita" eran los liberales qU.e ll<::garon de la una a las dos de la madrugada en núlnero de cua±roc.:ien!os hombres, más o Inenos.

-y corno supo U. o averiguó enmedio de la oscuridad que la co– lumna que llegaba no era una verdadera "recluta" en el sentido que en Nicaragua se da a esia palabra?

-Porque al débil resplandor de la3 luces del Campo ví mucha gen– ±e de saco y conocí a varias persona3 dlsHnguidas Enionces ya no pude dudar Si los liberales llegan en en D"mngas de camisa y con son"1brero de palIna, COInO acos!umbran vesiirse nuestras mon10neras, ±alvez hubiéra– mos sufrido un engaño grave.

Casi en estos momentos supe que el plan de VíC±or Manuel, conceria– d,o con Mancada, era abrir el porión de la retaguardia de la Comandancia para por allí entraran a atacarnos; que a mí Ine debían Gn±1egar' a lvlanuel $onioya que estaba entre las filas enemigas par/). que ésta dispusiera de

nti vida.

Al saber estos detalles, coloqué, apresuradamente, el sargento Gre– gario Guzmán en dicho porión con su rifle cargado y le dí orden de tirar

ti Vícior Manuel si se acercaba pqr allí. .

:; Mientras tanto, los liberales que pern"lanecían en acecho en ]a oscu– ddad hicieron un Inovimiento para lanzarse sobre la ComandanCia con el #n de apoderarse de las annas. .

;~ Con los com.andanies de pieza Píq Alembn, Carlos Barahona y To–

p~as Rosales, enfilamos las máquinas; Al hacerlo, Alemán y Rosales les gri– taron: -IAtrás, a±rás o va plomo!

Es±ábaInos resueHos a morir anfes que entregar las annp.s.

, Sorprendidos los liberales por aquel recibiInienío, se replegaron gra-dualmente en dirección a las oficinas de la presidencia. -

Las cuatro piezas principalés que eslaban bajo mi dirección±eniau esta puntería: un cañón apuntaba sobre la mansión presidencial y ±res "maxims" sobre el grupo.

. Nuestro propósifo era hacer fuego sobre esos punios tan luego nos aiacaran y viéramos consumado el plan de Es±rada y Mancada de entre– gar el poder, burlando a los cons~rvadores.

Supe iambién que el general Corrales era ~l jefe de la columna ene-miga, y gri±é varias veces en la oscuridad estas palabras: . ; Echenme a Corrales, échenn"1e a Corrales; quiero hacerlo pedazos. Palabras que Se n"1e escaparon eIl aquellos terribles rooInen±os de excitación.

Tuve noticia de la prisión elel General Mena COInO a las dos de la rpañana. Ya puede U. imaginarse cómo se puso el ánirClo de la tropa en confra de esá medida y se robus±eci.ó rni resolución de jugar el iodo por el fado.

Fué aquello casi un desafío a muerte, silencioso, enlnedio de las ti·

nieblas/ y para el parlido conservador en el poder, alcanzó el peligro su grado máJCÍlno corno a las 2 y media de la mañana. Casi llegaron los li– berales, pudiera así decirse, a locar con las manos los elelnen±os de guerra. Ya es de suponerse 10 que hubiera sucedido si. logran su intenJ:o.

Así que fracasó el plan, el pre3idenfe les ordenó que se retiraran Y

10 hicieron coléric8ITIen±e. A pesar de haberse marchado, no me descui– dé: estuve más vigilante pues había tenido]a denuncia que me atacarían al amanecer, cosa que no sucedió. .

~A qué hora hizo el depósito el general Es±rada, y cuál sería el mo· fivo?

-El znofivo es de imaginárselo, contesió 'el'señor Cas±illo, con cier·

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